Parte II

197 26 92
                                    


Beyond se estiró en su cama y observó los rayos del sol asomarse por la ventana. Estaba aburrido, pero más que aburrido, desganado.

¿Quién diría que hablar de su pasado le quitaría energías de esa forma?

Suspiró y se decidió por dejar de comportarse como idiota.

Buscó su celular en su bolsillo y a punto estuvo de llamar a Linda, cuando un mensaje le llegó. Era Matt.

"Me gvstarya vert"

"¿Qué carajos?"

Aquel "jeroglífico" le resultó extraño, pero no le era imposible de decodificar.

"Me gustaría verte"

Guardó su celular en su bolsillo optando por ignorarlo y por dejar de lado el llamado a Linda. Sin embargo, pronto una extraña sensación lo invadió, era como una pequeña, aunque insistente, opresión en su pecho.

Levantándose de su cama, se encaminó fuera de su habitación tratando de ignorar cualquiere sensación molesta que estuviese embargandole. Andando por el pasillo, observó el interior de la cocina, encontrándose con Elle allí.

—Buenos días, B.- saludó su hermano con tono monótono, al instante en que se llevaba el ultimo bocado de pastel, que quedaba en su plato, a la boca.

Beyond solo se limitó a soltar un gruñido y a continuar caminando.

— ¿Harás uso del auto?- preguntó, Elle, siguiéndole.

— ¿Por qué Ryuzaki muestra interés al respecto?

—Si la respuesta es afirmativa, pediré a B que me lleve a mi trabajo.

— ¿Por qué no haces uso del transporte público?- preguntó malhumorado. Lo último que deseaba era tener que estar en su compañía.

—Porque el vehículo me pertenece y porque mientras me sea posible evitar ese tipo de transporte, me sentiré satisfecho.

—Puedes utilizarlo a tu gusto. Me iré en...

—Los intentos de B. por evitarme, ponen en evidencia la inestabilidad de su carácter, lo cual solo aporta a exteriorizar sus debilidades.

Beyond se dio la vuelta y lo miró furioso.

—Las manipulaciones de Ryuzaki, solo son una clara muestra de un comportamiento pueril digno de un malcriado.

Elle se llevó el pulgar a la boca.

—Esta conversación solo me lleva a preguntarme si B. se siente intimidado ante mi presencia o, lo que él sostiene, mi capacidad de manipulación.

Al final, discutir le había parecido insustancial, después de todo, Elle no le dejaría en paz hasta lograr su cometido.

Miró a su hermano, sentado en el lugar de copiloto, de reojo y pensó, con cierto disgusto, en que se había salido con la suya. Era molesto ser consciente de que Elle sabía conducir y sin embargo, mientras pudiese evitar esa actividad, lo haría con mucho gusto. Incluso la vez en que el idiota de su novio había puesto aquel aparato con ese sonido irritante, Elle había esperado a que recuperase la consciencia para obligarle a manejar el auto.

Y después se atrevía a tratar de humillarlo. ¡Maldito estúpido!

Todo de él era tan irritante, desde el sonido de los envoltorios de las paletas de caramelo que siempre llevaba consigo, hasta las caras de idiota que ponía cada vez que se le daba por estirarse el labio inferior con el índice.

MíngwángDonde viven las historias. Descúbrelo ahora