Míngwáng

Parte III

Beyond ajustó el silenciador de su arma, se acomodó el chaleco antibalas y observó la oscuridad en la que había dejado sumida la casa. Matt se había encargado de dar fin al suministro de energía eléctrica, pero esto duraría solo por unos momentos antes de que los generadores comenzaran a funcionar, mientras tanto, estaban comenzando a escucharse las voces de alarma, producto de lo inusual que, de seguro, les resultaba la situación. La noche aterra a aquellos que no han pasado su vida inmersos en ella.

—Matt...- habló para pedir la confirmación del pelirrojo.

—A partir de ahora, tienes dos minutos y medio- dijo él con voz temblorosa.

B. se acomodó los visores infrarrojos y avanzó por la oscuridad de manera sigilosa, hasta la puerta trasera. Allí dos guardias recibían órdenes de no abandonar sus puestos. Ni siquiera había tiempo para pensar, así que directamente le disparó a ambos antes de continuar. Los cuerpos produjeron un ruido sordo al caer, la puntería había sido perfecta y la sangre manaba de las heridas en la frente, manchando al piso. Tuvo que esquivar los cadáveres para continuar.

Se vio necesitado de la utilización de una ganzúa para abrir la puerta y al lograrlo, consultó su reloj; el sistema de alarma comenzaría a sonar en exactamente dos minutos.

Se adentró en la casa y descubrió varios guardias allí. Refugiado en la oscuridad, se deshizo de algunos y esperó las instrucciones de Matt para continuar avanzando.

—Gira a la derecha... Son cinco. Yo me encargo de ellos-

Al poco tiempo, los hombres recibieron órdenes provenientes de Matt, para abandonar ese sitio. Beyond pudo, entonces, ingresar a esa sala. Solo lo separaban un par de habitaciones más para llegar a lo que denominaba como su destino.

**

Matt buscó bajo el asiento del auto el arma de Mello, con la esperanza de que el rubio no la hubiese quitado de allí. Sabía que era una locura, que no estaba realmente preparado para ello, pero no podía detenerse, tenía que hacerlo.

Sus manos temblorosas lo revolvían todo dentro de lo que era el lio en ese pequeño espacio, la vida de B. pendía de un hilo y él no podía quedarse de brazos cruzados... Mucho menos ahora, que Beyond le había dicho que lo amaba. ¡Dios! Su corazón latía tan fuerte cada vez que lo recordaba. No podía creerlo, no se lo habría imaginado nunca. ¿Cómo podía estar tan feliz en semejante situación? Si incluso, podría llorar de alegría.

— ¡Carajo!... No hay tiempo para emocionarme ¡¿Dónde putas está?!-

Metió su mano bajo el asiento del copiloto y la encontró, aunque al tomarla, le pareció más pequeña de lo que recordaba. Apretándola fuertemente, la sacó y la observó confundido ¡Era tan pequeña! ¿Desde cuándo Mello tenía armas así?

"Siempre es bueno tener un arma pequeña de reserva. Son fáciles de esconder"

—Me cago en tu madre, Mello.

—Matt...-

La voz de B. sonó por el comunicador y de inmediato lo buscó para responderle.

—A partir de ahora, tienes dos minutos y medio- dijo sintiéndose nervioso -eran las primeras palabras que se decían después de la confesión de B- y terminó de presionar el código en su computadora. El sistema de alarmas de respaldo, no se activaría en ese tiempo.

Aun temblando, salió del auto y llevando consigo el comunicador, la laptop y el arma. No sabía lo que estaba haciendo, no tenía un plan, sin embargo, tampoco podía quedarse allí.