Capítulo 2

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Clary recorrió el lugar con la mirada, pero era tan pequeña que no alcanzaba a distinguir a las personas. Armándose de valor, y sabiendo que se vería como una niña tonta pero importándole poco, se subió a una silla de espera para cubrir más terreno. Estaba en el aeropuerto, buscando al futuro esposo de su jefe, aquel que su hermano había conseguido.

Aún recordaba la dura mirada que le dio a Jonathan al verlo salir de la masión Lightwood, y luego, al entrar a ver a Alec y preguntar qué había ocurrido, la mirada perdida de su jefe mientras le informaba de su futuro matrimonio. Ella había abierto los ojos mientras se decía mentalmente que el juego de su hermano había llegado demasiado lejos, y estuvo a punto de dejarlo al descubierto con Alec, cuando se le había ocurrido algo: Alec y sus hermanos eran chicos con mucho dinero, habían vivido apartados del mundo y habían conocido a pocas personas. Sabía que lo que sentía Alec por Jonathan era puro encaprichamiento, y para hacerlo reaccionar solo debía hacerle descubrir que en el mundo existían otros chicos aparte de Jace y Jonathan. Ahí era donde entraba su futuro esposo. Aunque debía tener cuidado, tal como Alec le había dicho "No podemos confiar en alguien que se haya vendido a sí mismo para obtener dinero fácil".

Vio a un chico usar un bastón para caminar a través del túnel de acceso a la sala de espera, y luego lo vio detenerse y mirar alrededor. Era joven, era atractivo, salía del vuelo de Reino Unido, y estaba solo. No perdía nada intentándolo. Se bajó de un salto de la silla y se acercó a él.

—¿Magnus? — preguntó— ¿ Magnus Bane? — el chico la miró.

—Así es— respondió. Clary giró un poco la cabeza mientras lo estudiaba. No parecía una mala persona, pero aun así no debía confiarse. Era muy atractivo, tenía ojos verdes con chispas doradas, y su boca parecía querer curvarse en una sonrisa, pero era obligada a permanecer en una fina línea.

—Vine por ti, trabajo para Alexander Lightwood— Magnus asintió, pero no dijo nada. Clary miró hacia las pocas pertenencias del chico.

—Traje un auto, está en el estacionamiento—añadió. Después enfocó el bastón y se mordió un poco el labio. Nunca había sido buena en esas situaciones— Tú... ¿Necesitas ayuda? Tal vez...— estiró un brazo y lo pasó por la cintura de Magnus, con la única idea en su cabeza de que para ayudarlo a caminar debía cargarlo. Magnus pareció molesto por el contacto y se apartó.

—No hagas eso. No necesito que me ayudes— apoyando su peso en el bastón, se agachó hasta el suelo y levantó la maleta más grande, después se irguió y empezó a caminar para salir de la sala de espera. Clary parpadeó sorprendida, tomó la maleta pequeña, y se apresuró a seguirlo. El chico de ojos dorados verdosos no parecía muy feliz por el matrimonio, y eso solo lograba confundirla.

Una vez que estaban en el auto, ninguno decía una palabra. Clary conducía mientras Magnus hacía algo con su celular, quizás mandar un mensaje anunciando su llegada o cambiando la zona horaria, Clary no estaba muy segura.

—Supongo que estás cansando por el vuelo— comentó la chica, y le dio una mirada a la ventana. La hora del almuerzo había pasado hacía poco, pero estaba bastante segura de que el cuerpo de Magnus le debía estar exigiendo que cumpliera con el horario inglés, donde ya debería estar durmiendo.

—Un poco—respondió Magnus. Clary le dio una mirada a él, luego al celular, y sin poder evitarlo frunció el ceño.

—¿Cómo pudiste comprar ese celular? — soltó, y casi en el acto se arrepintió. A veces tendía a ser muy imprudente, estaba trabajando en controlar eso. Magnus abrió los ojos, claramente la pregunta lo había tomado por sorpresa.

La resistenciaWhere stories live. Discover now