Epílogo

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Dos años después

Curiosamente, había pasado mucho tiempo desde que Magnus y Alec se habían comprometido, hasta que finalmente llegara el día de la boda. La razón no era que hubieran discutido, o se hubieran vuelto a separar. En realidad, después de sus anteriores experiencias, tomaron la decisión unánime de, con el título de prometidos, vivir su etapa de noviazgo.

Mientras Magnus seguía trabajando con Raphael, Alec iba organizando la boda por sí solo, algo que lo aterraba puesto que no tenía tan buen gusto como el moreno. Y cuando los dos estaban libres, iban a cine, o a caminar a algún parque, o a tener picnics. Fueron dos años en los que reafirmaron que querían vivir siempre juntos.

Finalmente, el día de la boda había llegado, y Magnus se encontró con la sorpresa de que su prometido había planeado el evento en la playa, tal como él había deseado desde un principio. En ese momento se encontraba en una pequeña cabaña de madera, arreglando los detalles de su traje mientras esperaba que el reloj en la pared marcara las 2 de la tarde, hora a la que se realizaría la boda.

Todos sus amigos y familiares estaban ahí, distribuidos en varias cabañas que se habían alquilado para la ocasión. Isabelle y Simón habían empezado una especie de relación, ella sería ahora quien se quedara al frente de la empresa, y no podía estar más feliz por eso. Finalmente, no la trataban como si fuera una niña.

Tristemente, debía encargarse de contratar al nuevo personal en la mansión, ya que Jordan y Maia habían renunciado hacía un año. Al parecer, la chica deseaba estudiar gastronomía, y su novio se la llevó a la universidad de la cual él era graduado. Magnus agradecía que los dos pudieran haber vuelto para la boda, ya que los consideraba una parte importante de la historia: ellos habían sido los primeros en creer en él.

Clary era la encargada de la sucursal en Inglaterra, y Jace viajó con ella porque, supuestamente, quería pasar un tiempo con su abuela para cerciorarse de que Imogen no "llevara más jovencitos a su casa". Ellos nunca lo habían confirmado, pero Magnus podía jurar que tenían algo.

Al igual que con Maia y Jordan, Clary y Jace también estaban ahí para la boda.

Camille y Woolsey también estaban presentes. El periodista estaba feliz puesto que había logrado ganar el premio que tanto había deseado, contrario a Camille, quien constantemente se veía de mal humor porque, a pesar de todo ese tiempo, Magnus nunca había cedido en darle a su hijo.

Pero independientemente de que Camille hiciera mala cara, o que Maryse Lightwood le lanzara indirectas cada que podía, Magnus estaba feliz. Volvió a mirar hacia el reloj, ahora eran las doce y ya estaba listo. ¿Qué rayos haría en dos horas? Los nervios lo estaban matando, y ni siquiera podía comer algo para calmar la ansiedad porque el almuerzo lo servirían en la recepción.

Con un chasquido de lengua, se quitó el pequeño corbatín negro de su cuello, lo dejó sobre un mueble cercano, y salió de la cabaña hacia la playa, donde las demás cabañas estaban ordenadas en una hilera. Probablemente Isabelle lo mataría si se enteraba que había ido a ver a Alec antes de la boda, pero había resuelto que daba igual: de todos modos, ambos ya habían vivido juntos demasiado tiempo, y no creía en supersticiones de mala suerte. Nada podría salir mal.

Por horribles cosas del destino, su cabaña y la de su prometido habían quedado algo alejadas, por lo que debía caminar un buen rato para poder llegar a Alec. Mientras estaba en eso, dirigió su mirada hacia el mar, donde, aún sobre la arena, había una enorme carpa blanca con hombres corriendo de un lado al otro. Al parecer, la gente que Maryse y Robert había contratado aún se estaba encargando de algunos detalles finales. Sonrió, tendría la boda que muchos desearían, no podía creer cuan afortunado era.

La resistenciaWhere stories live. Discover now