Capítulo 25

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Alec frunció el ceño, no entendía qué era lo que Jonathan quería.

—¿Entonces quién es?

—Quizás Magnus no sea la persona que piensas— Alec rodó los ojos.

—Deja de decir tonterías, y te repito, sal de aquí, o de lo contrario llamaré a seguridad—Jonathan lució como si le hubieran dado un golpe.

—No me crees.

—No tengo por qué hacerlo.

—Alec— a pesar de todo, los ojos verdes de Jonathan parecían llenos de honestidad, tanta que Alec le permitió hablar— Es verdad, jugué contigo, y sé que estuvo mal. Y no sabes cuánto me arrepiento, porque si desde un principio hubiera confiado en lo que sentías por mí y te hubiera dado una oportunidad, ahora mismo estaríamos juntos, y Magnus nunca hubiera sido parte de nuestras vidas.

—Jugaste conmigo— confirmó Alec— Yo no me arrepiento de que lo hayas hecho, ya que eso me hizo darme cuenta que aún no era el momento de encontrar a alguien para mí—el rubio levantó las cejas.

—Realmente quieres a Magnus— notó— Y eso es mi culpa, por haberlo llevado a ti. Lamento haberlos engañado para unirlos, y no por él, sino por ti, porque ahora tendré que romperte el corazón— Alec lo miró confundido.

—¿De qué estás hablando?

—Primero que todo, prométeme que me vas a creer— la mirada de Jonathan era suplicante, pero Alec no iba a caer tan fácilmente. Apretó los labios en una línea.

—No. Después de todo lo que has hecho, no tienes ningún derecho a pedirme que te crea. — el rubio pareció decepcionado. Caminó de vuelta al escritorio, tomó un sobre amarillo, y volvió sobre sus pasos.

—Como quieras— dijo, le entregó el sobre a Alec, y caminó hacia la puerta. Alec soltó el aire al darse cuenta de que finalmente se estaba yendo, y por inercia abrió el sobre que se le había sido entregado. Eran un montón de fotografías, las cuales, con solo darles una mirada, dejó caer al suelo. Se giró, agarró a Jonathan antes de que este pudiera salir de la oficina, y lo empujó contra la pared.

—¡¿A qué demonios estás jugando?! — gritó, la ira creciendo en él.

—¿No te gustó lo que viste? —preguntó inocentemente el chico. En la memoria de Alec aún estaban frescas las fotografías, todas ellas de Magnus teniendo relaciones sexuales con Woolsey Scott en varios lugares y diferentes posiciones.

—No permitiré que te metas con Magnus— gruñó— ¿Por qué quieres que piense que él me está engañando? —Jonathan parpadeó y duró un momento en silencio.

—Esto es increíble— dijo finalmente— Estás ciego. ¿Enserio no has notado cuando Magnus sale sin decir a dónde va? ¿O recibe llamadas o mensajes? ¿O al menos cómo está su cuerpo? Es obvio que cada vez que volvía de ver a su amante, debería estar con chupetones, o cansado, o como mínimo desarreglado. ¿No has notado ninguna de esas cosas? —Alec apretó los labios, negándose a creer que lo que sentía que se estaba perdiendo, esas corazonadas que había tenido, eran eso.

—Me niego a creerte—escupió, y lo soltó. Jonathan se arregló el cuello de la camisa.

—Te mostré fotografías—apuntó, y al parecer también estaba enojado. El ojiazul dirigió una rápida mirada a las fotografías aún en el suelo, donde se habían esparcido y ahora estaban a la vista. Tuvo ganas de volver y pisarlas.

—Las fotografías pueden editarse— replicó volviendo la mirada al frente— No te creo ni una palabra, le creo a Magnus, y él nunca me haría algo así—Jonathan levantó una ceja.

La resistenciaWhere stories live. Discover now