Capítulo 14

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Alec parpadeó aturdido, tratando de procesar todo lo que había acabado de pasar. Estuvo a punto de compartir un beso con Jonathan, su primer beso con el rubio, aquel que siempre había deseado tener. Y, sin embargo, se dio cuenta de que realmente no lo deseaba como había pensado. Luego, de un momento a otro, Magnus había entrado al estudio con su pijama hecha jirones, revelando un pecho lleno de llagas rojas, y con su labio roto y goteando sangre desde su barbilla. Su primera reacción al ver que Magnus había entrado fue apartarse del rubio, porque por alguna razón no quería que su prometido pensara cosas que no eran. Pero luego vio su estado, lo vio sufriendo y gritando cosas que no logró entender, y simplemente entró en shock.

De pronto Jace también entró y sacó a Magnus a rastras, mientras éste último se removía en sus brazos, pataleando y gritando como si fuera un animal enjaulado; y un segundo después, ambos salieron del estudio, dejando el lugar a oscuras y en silencio. Alec podía sentir la respiración de Jonathan a unos cuantos pasos de él, y pensó en que debería decirle algo.

Rememoró una parte de lo que Magnus había dicho: "¡Él fue quien me encerró en la bodega de metal!" y recordó que había soltado aquello al estar mirando con unos fríos ojos verdes dorados hacia Jonathan. Lentamente, se giró hacia el chico a su lado.

—¿Tú fuiste quien encerró a Magnus ese día en la empresa? —preguntó con firmeza, con su voz fría como un hielo. Fue como si  lo  que sintiera por Jonathan ya no pudiera hacerle sentir calor en el pecho.

—¿Enserio, Alec? —preguntó Jonathan indignado— Viene un sujeto que trabaja mintiendo, te grita en tu propia casa ¿Y tú me preguntas si tiene razón?

—Contéstame.

—¿Cómo puedes siquiera creerle?

—Porque lo que él vivió, fue horrible. Esa probablemente fue una de las peores experiencias de toda su vida, y por lo mismo no había vuelto a mencionarla. Tú lo viste, está sufriendo, se está mostrando vulnerable, y en ese estado jamás habría pisoteado su propio orgullo al soltar algo relacionado con el accidente en los camiones—Jonathan bufó.

—Esto es ridículo— Alec entrecerró los ojos hacia el rubio, y algo cambió. De pronto Jonathan ya no le parecía un ángel.

—Sí fuiste tú— dijo— Magnus lo supo cuando le mostré tu retrato, pero no me dijo nada porque yo le dije que era un personaje histórico.

—No sé de qué...

—Y ese día tú me pediste que apagara el celular— continuó murmurando el ojiazul— No querías que me enterara de lo que estaba pasando en la empresa— Jonathan frunció el ceño.

—Después de lo que vi en el praetor, sabía que debía intervenir. No se supone que lo de ustedes debía verse tan real, le estabas prestando demasiada atención, no te conformaste con presentarlo como tu prometido en televisión sino que también lo llevaste a la empresa como si realmente tuvieran algo.

—¡¿Por eso lo hiciste?! — Alec lo miró incrédulo— ¡No tienes idea de lo que ocasionaste! ¡Cualquier otra cosa hubiera sido menos peor, pero no encerrarlo, y no en la completa oscuridad! Estaba aterrado de que Magnus hubiera quedado traumado de por vida, cuando lo saqué del camión estaba temblando, no habló en todo el camino a casa, no sonreía, no tenía vida, y... ¡Y ya dame mi celular! — Jonathan sacó el aparato y Alec se lo quitó de un manotazo para encenderlo. El rubio, más que sorprendido, estaba enojado.

—A esto es a lo que me refiero. ¿Qué te importa lo que le pase? Estás preocupándote demasiado por él, no me gusta— Alec lo ignoró mientras revisaba su celular, encontrándose con 37 llamadas perdidas de Magnus. Pasó una pálida mano por su cabello, preguntándose cómo pudo haber sido tan idiota—Alec...—la voz de Jonathan era suave cuando volvió a acercarse al ojiazul— Quizás lo que le hice a Magnus estuvo mal, pero lo hice porque quería pasar tiempo contigo. Estaba enojado por verlos juntos en televisión, y solo quería robarte, aunque fuera por unas cuantas horas—Alec levantó la mirada, sintiéndose como la peor persona del mundo.

La resistenciaWhere stories live. Discover now