Capítulo 9

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Magnus estaba recargado en la encimera de la cocina, mientras sostenía en sus manos un periódico que Maia muy amablemente le había traído cuando la chica había salido a comprar un bote de helado de vainilla para hacerle un desayuno especial.

Mientras Maia caminaba de un lado al otro, y Jordan entraba de vez en cuando para aconsejarla en su receta o solo molestarla, Magnus leía una y otra vez la primera plana, donde había una enorme foto de él caminando medio torcido fuera de la bodega y de Alec junto a él, con su fuerte brazo sosteniéndolo de los hombros como si se trataran de un par de amigos borrachos. Al parecer algún periodista había escrito una crónica sobre lo ocurrido en la empresa, y releer eso era como estar presente en la parte de la historia que se había perdido por haber pasado horas encerrado.

"Cada uno de los ejecutivos abandonó su trabajo en cuanto sonó la alarma de incendios, la cual sirvió para sacarlos a todos de sus puestos y unirlos en la búsqueda"

"Alec Lightwood entró en medio de jadeos a la empresa"

"Ejecutivos y obreros se unieron para buscar al prometido desaparecido"

"La empresa dejó de funcionar en su totalidad desde el momento en el que Magnus Bane desapareció, y no volvió a funcionar hasta la medianoche"

Aún estaba sorprendido por todo el caos que se había armado, y estaba regresando al primer renglón para leer la crónica una vez más cuando la puerta de la cocina se abrió y Alec entró estirando sus manos frente a él como si acabara de despertar, solo que no lo había hecho. Magnus bajó el periódico lentamente mientras miraba al ojiazul de pies a cabeza. No tenía puesto su aburrido traje gris, al contrario, llevaba unos jeans claros, una sudadera marrón y unos tenis.

—¿No vas a ir a la empresa? —le preguntó, llamando su atención. Sabía que no tenía sentido preguntarle "¿No vamos a ir?" porque obviamente Alec ya no le permitiría ir con él, no después de que por su culpa hubieran ocurrido tantos problemas.

Alec primero miró al periódico en sus manos antes de subir la mirada para conectarla con los ojos dorado verdosos.

—No, hoy vienen mis hermanos ¿Recuerdas?

—Ah, cierto. ¿Algo en especial que deba saber?

—Son un poco recelosos y les cuesta confiar en desconocidos. Si no les agradas, cada uno es muy capaz de hacerte polvo—Magnus abrió los ojos ante la información, y Alec sonrió— Es broma. Son buenas personas—Magnus asintió no muy convencido y le dio una mirada a Jordan y a Maia, quienes ignoraban la conversación concentrándose en la comida. Magnus sospechó que era apropósito.

Alec observaba a Magnus con culpabilidad. Parecía que el moreno había superado lo de anoche, o incluso olvidado, pero él no. Sabía que si Magnus le volvía a pedir que durmiera con él, volvería a negarse. Y así lo haría una y otra vez mientras las palabras de Jonathan siguieran retumbando en su cabeza. La cosa era que, independientemente de lo que Magnus guardaba en su conciencia, era un ser humano, y todo ser humano tiene debilidades. Anoche el moreno se había dejado llevar por su debilidad, había olvidado su orgullo, y le había pedido que se quedara con él, pero Alec sabía que eso solo era momentáneo. Una vez que ya no tuviera miedo ¿Qué iba a pasar?

Aún así se sintió culpable. Tal vez no se hubiera quedado a dormir, pero pudo regresar y con palabras asegurarle que la oscuridad no era mala, o incluso ofrecer dejar la luz encendida toda la noche.

Dio un paso hacia Magnus con intenciones de llegar hasta él y disculparse, pero el timbre de la casa sonó.

—Ya están aquí— murmuró Jordan y salió de la cocina a paso apresurado para abrir la puerta.

La resistenciaWhere stories live. Discover now