Capítulo 19

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Maryse y Robert no se hospedaban en ningún hotel ya que los Lightwood contaban con una casa en Barcelona. No era tan grande como la mansión, de hecho, podría pasar por una casa de una familia estándar. Se encontraba en medio de una calle principalmente de galerías, estaba pintada de marrón con blanco, y era de dos pisos. Alec conocía el lugar por fotografías que Jace o Isabelle le habían mostrado, pero debió admitir que la casa le encantó, era tan simple, tan acogedora, tan colonial.

Magnus y él llegaron ante la puerta de madera negra, y después de compartir una mirada, Magnus tocó el timbre. Unos segundos después  y para sorpresa de ambos, no fue un empleado quien abrió,  sino el mismísimo Robert, quien miró a la pareja con una sonrisa en sus labios. Seguramente no pensó en lo raro que debería ser encontrar a su hijo y a su pareja vestidos completamente de negro.

—Que gusto que hayan llegado tan pronto—comentó, y abrió aún más la puerta— Pasen—añadió en un casi perfecto castellano. Adentro las paredes eran de color blanco, y estaban decoradas con pinturas de muchos colores. Los muebles eran de madera sencillos, pero también tenía cojines de colores cálidos. Alec se lamentó de no haber ido antes a la casa en Barcelona.

Maryse estaba sentada en uno de los sofás con un libro en la mano, y apenas sintió la mirada sobre ella, dejó el libro a un lado y se puso de pie.

—Alec—saludó, y se acercó a darle un abrazo a su hijo. Después le dio una mirada a Magnus—Y tú debes ser la pareja de Alec ¿Me equivoco?

—No, señora—respondió Magnus cortésmente. Maryse entrecerró los ojos hacia él.

—Británico— comentó reconociendo el acento, y luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro—Es un placer conocerte, muchacho.

—El gusto es mío—le dijo Magnus. Robert se acercó a la sala y se paró junto a su esposa.

—Pero por favor, siéntense. ¿Quieren que les traiga algo? ¿Jugo? ¿Vino? Deben estar cansados del viaje.

—Alec, es la primera vez que vienes a Europa ¿No es cierto? — cuestionó Maryse, a lo que su hijo mayor asintió— Tráeles jugo, querido. No es bueno tantas horas de soportar la calefacción del avión, y luego consumir alcohol. Les puede dar dolor de cabeza—Robert asintió y se dirigió a la cocina mientras Maryse volvía a sentarse—Bueno, me interesa saber todo sobre ustedes dos, pero antes de llegar a esa parte quisiera saber cómo está la empresa, Alec—Magnus miró a su prometido pendiente de su respuesta.

—Las cosas andan bien—respondió— Tuvimos una reunión con Catarina y Ragnor para ponernos de acuerdo sobre la sucursal en Inglaterra. Clary ya hizo las encuestas, y estoy esperando la respuesta de los ejecutivos. Así que apenas vuelva a casa, debo ir a la oficina a programar otro encuentro con ellos.

—Oh, mi niño—Maryse sacudió una mano hacia él—Llevas mucho tiempo al frente, deja que tus hermanos se hagan cargo. Por el momento, deberías intentar disfrutar de la relación que ahora tienes— Robert volvió con una bandeja en sus manos, dejó frente a cada uno de los chicos un vaso con un líquido rojo, y luego se sentó al lado de su esposa.

—¿De qué me perdí? —habló el hombre.

—Las cosas andan bien en la empresa—resumió Maryse, y Robert sonrió.

—No esperaba que fuera de otro modo— Alec bajó la cabeza sintiéndose ligeramente alagado.

—Eres un poco tímido, ¿No es cierto? —preguntó Robert a Magnus, quien parpadeó hacia él, sorprendido de que le hubieran hablado directamente. Alec se esforzó en pensar en algo, el moreno no era tímido, pero ¿Cómo les diría a sus padres que el padre de Magnus había muerto hacía un día?

La resistenciaWhere stories live. Discover now