[xxii] A n i m a g u s

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Black había cumplido su promesa. En el mes que llevaba de verano se había leído tres libros sin dibujitos y hacía ejercicios todos los días. Aquel verano no había crecido mucho más. Le cabía toda la ropa que el año anterior le venía un poquito grande.

Había empleado su tiempo en aprender hechizos de defensa y ataque. Este año tenían la asignatura de "Duelo" y esos hechizos iban a ser útiles.

Se encontraba empaquetando sus cosas. Iba a pasar cuatro días con James en su casa. Miró un poco alrededor de su habitación, por ver si se dejaba algo esencial. Sus banderines de Gryffindor, colgados en la pared, fueron idea de su hermano Regulus, que nada más volver, empezó a adornar su habitación pero con los de Slytherin.
Regulus se había distanciado de su hermano un poco más, puesto que su madre empezó a criticarle (a sus espaldas y a veces enfrente suya), debido a sus compañías.
Cuando lo metió todo en la mochila, bajó para avisar a su madre de que se iba durante cuatro días.

Si la pillaba de bien humor, igual pasaría de él. Si no... bueno, lo comprobaria ahora.

-Mamá. -llamó la atención Sirius. Ella no hizo caso. -Madre. -dijo más fuerte. Volvió a ignorarlo. -Bien... Luego no me digas que no te lo dije. Vieja arpía -susurró eso último de manera que sólo lo escuchara él. O eso creía.

Ocurrió muy rápido. Su madre se volteó rápidamente, le cogió de la camiseta y le dio un guantazo.

El impacto fue muy fuerte, pero Sirius no gritó ya. Estaba demasiado acostumbrado.

-No vuelvas a decirle eso a la persona que te engendró, maldito mocoso. -lo soltó y se dio fuerte contra el suelo- ¿Me oyes?

El chico le mantuvo la vista fija en sus ojos carentes de sentimientos desafiandola hasta que ella apartó la mirada.

-Sucio Gryffindor traidor a la sangre, no te mereces llevar el apellido Black. No te mereces pertenecer a esta familia...

Sirius se levantó y subió las escaleras mientras su madre parloteaba. Estaba tan acostumbrado... La mejilla aún ardía. Se encontró con su hermano a mitad escaleras.

-¿Estás bien?

-Sí. -musitó Sirius.

-Yo no estaría tan seguro... tienes una mano marcada en la mejilla.

-No me digas. -inquirió sarcástico.

-¿Qué has hecho?

-Decir la verdad. Me voy cuatro días. No me echéis de menos. -Regulus se quedó con la palabra en la boca. A pesar de todo, aun le tenia un poco de aprecio, pero no era recíproco.

Cerró su habitación de un portazo y dejó a su hermano fuera. Tomó todas sus cosas y, entrando a la chimenea, pronunció la ubicación. A los pocos segundos estaba en casa de su amigo.

-¡Mamá, Sirius ha llegado! -escuchó gritar a James.- ¡Hola! ¿Que te ha pasado en la cara?

El muchacho de gafas había crecido un montón. Era un poco más alto que Sirius y la nariz se le había alargado.

-¿Aún se ve? -preguntó incómodo.

-Lamento decirte que si. ¿Tu madre?

-Sí, ¿Tienes hie...? -no terminó a llegar la oración. Euphemia Potter había bajado de las escaleras y estaba justo detrás del chico.

-¡Sirius, cariño! Estás más delgado, ¿Tienes hambre? ¿Que te ha pasado en la mejilla?

James se adelantó a la excusa de Sirius.

-Ha sido su madre.

-James, cielo, eso es una acusación muy grave. -hubo una pausa, en la cual su hijo la miraba fijamente- Sirius, ¿Es eso cierto?

Tenía ganas de delatar a su madre. Tenía muchas ganas. Pero pensó en las consecuencias. ¿Y si la señora Potter hacía algo para impedir el maltrato? ¿O, más fácil aún, su madre descubría de algún modo que ella lo sabía? Seguramente torturaría a la familia. Y Sirius no podía permitir eso.

Sin embargo, él también quería justicia. Sólo por una vez en su vida.

Recibió un codazo por parte de James. Euphemia Potter le estaba mirando aterrorizada. No hizo falta afirmar nada para que ella se diese cuenta.

-Sirius, cariño, sabes que esta es tu casa. Puedes venir cuando quieras.

Y le dio un abrazo. Uno de esos que nunca le habían dado. En ese momento se sintió muy seguro. Como en casa. Sonrió y por primera vez sus ojos se llenaron de lágrimas sin derramar de felicidad.

James se unió al abrazo.

— Venga, vosotros dos, subid arriba a hacer algo.

Los niños obedecieron y subieron a la habitación de James.

Handicapat —dijo James.

-¿Qué?

-Handicapat -repitió- Te estoy insultando en rumano.

-Ah bien- Sirius alzó las cejas- ¿Y qué me has dicho?

-Gilipollas.

-Ah. ¿Igualmente? -ambos rieron y se sentaron en la cama- Escuchame James, he descubierto ya cómo convertirnos en animales.

-Pero bueno. A ver, cuéntame.

-Es muy peligroso. Porque nos podemos quedar mitad animales toda la vida, y la verdad es que no mola.- mientras hablaba, rebuscaba en su mochila el libro- Y tenemos que controlar mucho transformaciones y pociones. Y hay que ser muy constantes. ¡James, yo no sé ser constante!

-¿Puedes decirlo ya? ¿O tengo que seguir esperando?

-Potter tío, por una vez que me hago el inteligente. Déjame un segundo... -abrió un libro por una página en concreto- Mira. Amato animo animato animagus. Este hechizo permite desarrollar la transformación de un mago o bruja en un animago. Debe ser utilizado luego de preparar la poción necesaria para la transformación y durante todo el tiempo en que se deja reposar hasta que ocurra una tormenta eléctrica. Para ello, se debe poner la punta de la varita en el corazón y decir el conjuro; esto se debe repetir al amanecer y al anochecer de cada día después de preparar la poción, sin omitir ningun día ni hora, hasta que ocurra una tormenta eléctrica.

Reinó el silencio durante unos segundos.

-Eres consciente de que podrían pasar años, ¿No? - preguntó James acomodándose las gafas

- Sí, y que quieres que te diga, me da un poco de pereza. Habrá que hablar con ellos. Ya cuando empecemos el curso.

Ambos amigos cambiaron de tema y se quedaron hablando. Fueron cuatro días estupendos, llenos de felicidad, amor y diversión.

Sirius Black se encontraba en la chimenea de los Potter, despidiéndose de la familia de su amigo.

-Sirius, cariño, si tu madre no te deja ir a Hogsmeade avísame, a ver si puedo hacer algo, o decirle algo - Euphemia sonrió.

-Claro, gracias -Sirius le devolvió la sonrisa. Pero sabía que la señora Potter no podría hacer nada para que su madre cambiase de opinión.

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Perdón por haberme ido tanto tiempo jeje, ahora he recuperado las ganas.

UNDER PRESSURE ● Marauders.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora