[ oo ]. P r o l o g u e

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Arrastraba los zapatos por el frío asfalto. A la lejanía se escuchaba la música de una fiesta: su tema favorito. En otras ocasiones se habría puesto a cantarlo a todo pulmón, pero en esos momentos no era adecuado; ni tenía ganas ni la energía necesaria.

Ni siquiera sabía distinguir lo que estaba sintiendo en aquel momento. En su abrumada cabeza sólo rondaba un pensamiento que lo atormentaba terriblemente. No sabía que esperaba cuando llegase allí, pero sí sabía lo que no quería encontrarse. Notó un pinchazo de culpabilidad.

Todo era su culpa. Él había sugerido a Peter. Él había probablemente matado a sus amigos por confiar en la persona equivocada.

Si hubiera llegado más pronto... solamente dos minutos antes... igual lo hubiese evitado. Igual su mejor amigo y su hermosa mujer no estarían muertos.

De pronto paró. Echó un vistazo a la señal que indicaba que por ahí se entraba al Valle de Godric y, tomando una respiración profunda y preparándose para lo que fuera a ver, entró en el pueblo. No era consciente de hacia donde se estaba dirigiendo, solo luchaba contra su cabeza y contra las ganas de irse de ahí. Las calles estaban vacías y la luz de la luna llena hacía que sus ojos grises adquirieran un brillo especial.

Se acordó de su amigo Remus y de lo mal que lo estaría pasando justo aquella noche. No tendrían que haber desconfiado del hombre lobo. Otro pinchazo de culpa le invadió. ¿Cómo se las había arreglado para joderse a él y a otros la vida en tan poco tiempo? Había perdido a todos sus amigos por culpa de sus decisiones.

Un soplido de frío aire le caló los huesos justo antes de llegar a la calle donde vivían James, Lily y su ahijado Harry. Al fondo, una casa que él conocía muy bien se alzaba en las penumbras casi intacta. Exceptuando una habitación del segundo piso. Estaba calcinada.

Estaba seguro de que la imagen que debía dar ahí parado, temblando de la ira y pálido como nunca, era deplorable. No conseguía despejar su mente y pensar en frío. Solamente había un par de paredes que todavía se sostenían en pie y el tejado se había derrumbado por completo. Sirius agudizó el oído y alcanzó oír el débil llanto de un niño. No entendía nada. ¿Podía eso significar que no había llegado a pasar nada? ¿Que Lily y James estaban bien?

Sintió el impulso de subir a calmar a su ahijado, el pequeño Harry Potter y de comprobar por fin que sus dos amigos seguían vivos y que habían vencido.

Al final decidió entrar en la casa. Las luces del salón y recibidor estaban encendidas. Entre los nervios y la inseguridad por si podía haber algún intruso en casa, no dijo nada. Avanzó en silencio.

Echó un vistazo al salón. La decoración de Halloween le traía a Sirius una sensación de nostalgia. Justo cuando fue a subir al segundo piso, vio algo que le dejó estático. La pequeñísima llama de esperanza que había tenido en su pecho se había esfumado de la manera más dolorosa posible. Enfrente de las escaleras ascendentes estaba el cadáver de James Potter.

Los ojos mirando a ninguna parte, sin ninguna clase de brillo, las gafas mal puestas por la caída, su cuerpo tieso...

Algo en su corazón se rompió. Las lágrimas calientes se le acumularon en los ojos y no tardaron en descender. No podía respirar bien. No se encontraba bien, en realidad. Sentía que el mundo se le estaba cayendo encima. La única familia que tenía, su compañero de vida se había esfumado. Por su culpa. Solo por su culpa. No se lo iba a perdonar jamás. Sintió ganas de morirse allí mismo, junto a su amigo, justo como una vez acordaron, de perseguir a Peter haciéndole sufrir lo insufrible para aliviar el dolor que sentía, de tirarse a llorar hasta no despertarse nunca... Pero nada de eso. A pesar del dolor inhumano que sentía, se secó las lágrimas y avanzó.

UNDER PRESSURE ● Marauders.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora