[xxv] F r i e n d s

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La temporada de quidditch empezó, por lo que muchas veces James se ausentaba para entrenar durante horas. Sirius aprovechaba aquellas horas para adelantar sus deberes, puesto que la presencia de su amigo y la necesidad constante de estar en movimiento no eran buena combinación.

Los castigos con McGonagall no fueron nada terribles. Al contrario, le gustaba la profesora y le caía muy bien. El castigo trató de hacer recados con los animales que tenía para transformar, cómo lavarlos, darles de comer o limpiarles la jaula. Solo tuvo un problema, cuando intentó sacar a la última gallina, le picó tan fuerte el dedo que casi lo deja sin.

–Eres un exagerado, Black. Ven aquí. –le apuntó al corte profundo con la varita– vulnera sanentum –e inmediatamente se cerró. Decidió guardar ese hechizo en su memoria por si acaso.

Lo mejor, era que cuando acababan se quedaban hablando sobre sus cosas. Apostaban por equipos de quidditch y hablaban de los otros alumnos del curso. Ella le animó a formar más relación con las mujeres de la casa, que eran en sus palabras "muy buenas chicas", así que decidió hacerle caso.

Mientras hacía sus deberes de pociones en la mesa de la sala común, notó que alguien se sentaba al otro lado de la mesa. Lily Evans. Miró por toda la sala común y vio que no había ningún otro sitio libre, que probablemente por eso se había sentado con él, porque si no no lo entendía, puesto que no lo aguantaba ni a él ni a ninguno de sus amigos. En otra situación, se hubiese mantenido callado. No iba acorde a su personalidad, pero siempre le había gustado hacer las cosas solo, sin ayuda de nadie.

– Hola Evans.

–Hey. –ni lo miró.

–Me preguntaba si me podrías ayudar con esto. Es que no tengo ni idea de hacer un antídoto. –la chica vaciló un poco antes de mirarlo a los ojos.

–Si te esperas un momento a que acabe los deberes de artimancia.

Lily Evans ayudó a Sirius con sus deberes de pociones. La muchacha tenía un talento innato para ellas, y quedó demostrado en su buenísima nota en la redacción.

–Ya me devolverás el favor algún día, no te preocupes. –le dijo después de que Sirius le agradeciese. James sintió un poco de celos.

Pero ese hecho no cambió las relaciones con los cuatro amigos. Ella seguía evitándolos como antes. James no se había olvidado de la intervención de Severus Snape en el desayuno del primer día de curso y se pasaba día y noche planeando una broma a lo grande por ello.

–¿Sabéis lo que creo? A mi me gusta mucho este colegio y todo eso –dijo el muchacho de gafas a sus amigos mientras salían de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras–, pero no estamos preparándonos para lo que habrá realmente fuera, ¿o no?

– James, a veces hay que tener paciencia. Capaz nos ayudan con eso de aquí unos años, yo que sé.

–Paciencia es tu palabra favorita, ¿no, Remus? –dijo Sirius. Sus tres amigos se rieron –Además, sabes que la paciencia no viene en nuestra personalidad. Es un defecto de fábrica, lo siento.

Remus rió un poco.

–Bueno, James, ¿qué propones?

–Leer sobre hechizos útiles en duelo y practicarlos.

Los cuatro se miraron. Sirius fue el primero en sonreír.

–Te lo compro. Me parece buena idea, nadie nos puede recriminar nada porque estamos estudiando. –le pasó un brazo por encima del hombro .

–Sirius tiene razón, además, así me podéis ayudar a defenderme un poco. –intervino Peter, que aún no se había pronunciado.

–En realidad sí que es buena idea. Compro yo también. ¿Qué nos toca ahora?

UNDER PRESSURE ● Marauders.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora