[xxxviii] I n n e r I s s u e s

45 3 3
                                    

La noticia del beso se esparció como la pólvora. Por la noche, ya todos los Gryffindor lo sabían. Los miraron todos muy fijamente a los dos cuando subieron de cenar, incluso el grupo de amigas de Marlene. A la hora de dormir, Sirius tuvo que someterse a un interrogatorio por parte de sus compañeros de habitación.

En realidad agradeció aquellas preguntas, puesto que no se había parado a pensar nada sobre el beso todavía.

–Bueno, ¿pretendías contárnoslo? –dijo James, fingiendo enfado mientras le abría la puerta.

–Me parece fatal que nos hayamos tenido que enterar por rumores. –Peter se cruzó de brazos, de nuevo fingiendo molestia.

–Pero si no os he visto aún, no me ha dado tiempo a contaros nada.

–Da igual, siéntate. –Frank lo empujó y lo sentó encima de su cama. Todos se sentaron alrededor de él, en el suelo, como si estuviesen alabando a alguien.

–Venga ya, esto es ridículo. Levantaos, por favor. –entre risas todos se levantaron. Remus se apoyó en el poste más cercano a Sirius mientras que los otros tres chicos se quedaron de pie enfrente de él.

–¿Qué pasó?

–¿Cómo pasó? –James y Peter eran sin lugar a dudas los más emocionados en conocer todos los detalles.

–Pues... yo que sé, simplemente surgió y ya. –de normal le encantaba ser el centro de atención, pero en aquel momento todas las miradas incisivas de sus amigos solo le incomodaban–. ¿De verdad esto es necesario?

–Claro que sí, tío. Habíamos hecho una apuesta. –Peter dijo cómo quien no quería la cosa.

–¿Una apuesta? –aquello era tan surrealista...

–Claro que sí. Remus creía que no iba a pasar nada, y Peter y yo creíamos que si. Peter sin embargo creía que se iba a lanzar ella y yo confié en ti. ¿Quien se lanzó?

–¿Vosotros estáis bien?

–¿Te lanzaste tú o no?

–Yo que sé, creo que sí. ¿Me vais a explicar ya lo de la apuesta o no?

–Era cuestión de tiempo. Todo el mundo lo sabía.

–Menos tú, al parecer. –intervino Remus por primera vez en toda la conversación.

–¿Todo el mundo sabía qué, exactamente?

–Que iba a pasar algo. Era cuestión de tiempo.

–Pero si ni yo sabía nada, ¿cómo...?

–Una pregunta, Sirius. ¿A ti ella te gusta? –Remus esta vez no le dejó terminar la pregunta.

Realmente aquella pregunta le aturdió. No estaba nada seguro de si le gustaba o si solo le había dado un beso por despecho.

–No lo sé. Supongo que sí, ¿no? –decidió apartar esa pregunta para respondérsela cuando se acostase.

–Remus, cariño, lo hecho hecho está, no puedes pretender que no le guste ahora para ganar la apuesta.

–No lo he hecho por eso, cazurro. –a James le cayó un guantazo en la nuca de forma amistosa–. Era por otra cosa.

Sirius se quedó con ganas de preguntarle, porque Frank, entre risas, habló después.

–Deberíamos ir ya a dormir. La profesora McGonagall no nos perdonará el haber llegado tarde por que nos contaras tus dramas amorosos.

Todos concordaron con aquello. Mientras se cambiaban la ropa, James abordó a Sirius.

UNDER PRESSURE ● Marauders.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora