Nada como Lisa en la mañana, ese aroma desprendiéndose de su cuerpo, el sol iluminando su silueta bajo las sábanas, sí antes las pastillas tenían el mérito de regalarme un par horas de sueño, ahora era ella a quien era adicto. Esos ojos verdes se convirtieron en el despertar perfecto, cada desayuno juntos, cada día a su lado, todo parecía tan perfecto que no tardó en volverse una rutina, sus sonrisas eran espaciadas, los desayunos dejaron de ser constantes, lo único siempre presente era el amanecer. Era mi culpa, por un segundo olvide quién era ella, olvide como se sentía estar a su lado, olvide llevarla conmigo y cada mañana después de los primeros tres días la abandone a esa soledad suya.
Lo hice mal, podía admitirlo con un dolor de pecho indecible, pero ya habían pasado seis meses desde la primera vez, no me interesaba si los demás lo sabían o no, el mundo no existía cuando Lisa tomaba mi mano, la mañana anterior decidí cambiar, me quedé a dormir con ella toda la noche, intenté reanimar esa chispa entre nosotros, tuvimos un desayuno ligero sin una verdadera conversación, sus ojos opacos puestos sobre la taza de café me hicieron sentir culpable.
Me levanté de la cama sin hacer mucho ruido para despertarla, era hora de remediar todo el daño causado. Fui directamente a la cocina buscando los ingredientes para preparar hot cakes y jugo de naranja, yo no era exactamente un as de la cocina, no podía preparar platillos extravagantes, pero había logrado al menos saber cómo hacer cosas elementales. Comencé a mezclar los ingredientes, cuando la mezcla de hot cakes se terminó comencé a adornar la mesa, una rosa blanca dentro de un florero de cristal, el mantel azul con vivos plateados y finalmente los platos adornados con mermelada, comencé a servir la leche y el jugo de naranja cuando ella se encontraba frente a la mesa mirando con detalle hasta toparse con mis ojos.
-Hola, buenos días.
-Hola, ¿Qué es todo esto?
-El desayuno.
Frunció el ceño sin agregar nada.
- ¿Qué hora es?
-Tenemos tiempo, no te preocupes.
Asintió tomando la silla por el respaldo para poder sentarse. Tomó los cubiertos, cortando pequeños bocados.
-Lo siento, lo siento mucho.
La confusión de su rostro me dejó en claro sus dudas.
-Por esto -le acaricié la mejilla con el moretón aún visible-, por todo lo ocurrido en los últimos meses. No te he tratado como debería, no te he repetido lo importante que eres para mí, por olvidarme de recordarte cada mañana cuanto te quiero.
A pesar de mis disculpas ella no parecía muy convencida, estaba sorprendida por mis palabras y aún así sus ojos no parecían estar dispuestos a perdonarme.
-No importa -murmuro metiendo un bocado en su boca-. Ya pasó -volvió la mirada a sin expresión alguna.
-Lisa, no lo olvidé... los 6 meses -tragué saliva-. Conté cada segundo como tú.
Estrujó el tenedor con fuerza, lanzó un suspiro tan pesado, tan cargado de ¿cansancio? ¿tristeza? en realidad no lo sabía.
-No puedes hacer eso -su voz casi se rompió al final de esa frase-. No puedes jugar conmigo..., con mis sentimientos, no te lo permito.
-No lo hago, es la verdad. Tenía una reservación en el mismo restaurante, prácticamente arregle que yo fuera exactamente igual, la misma música y el mismo menú, pasé casi dos semanas planeando todo... pero nunca apareciste.
No creí estar gritando hasta ese momento, el silencio comenzó a penetran poco a poco, me quedé frente a ella con respirando muy lento, intranquilo, ¿solo?
Cerré los ojos, un nudo me nació en la garganta, yo no la quería, no estaba enamorado de ella, eso no era simple sentimiento de cariño, yo la amaba.
-Necesitaba salir de ahí, me estaba asfixiando...
-Perdóname.
Se levantó de la silla y justo cuando creí que iba a marcharse, puso su rostro sobre mi pecho.
-Te he extrañado mucho -apenas pronunció.
-Yo te extrañé aún más.
La abracé con fuerza contra mí, sentí su respiración propagarse por todo mi cuerpo devolviéndole la calidez pérdida a lo largo de esos meses, estaba de vuelta y probablemente era el mejor momento para hablar sobre lo ocurrido en año nuevo con Joseph.
Tenía un ultimátum, debía casarme de una manera u otra, o dejar mi futuro en sus manos, no estaba dispuesto a participar en un matrimonio arreglado, no estaba dispuesto a estar con alguien que no fuera Lisa. El proponerle matrimonio podía ser algo arriesgado, sus problemas con el compromiso tanto como los míos era casi seguro tener una respuesta negativa por su parte, sin embargo, él no intentarlo era aún más peligroso con mi padres haciendo sus propios planes.
—Por favor, nunca me dejes —susurré con el volumen suficiente para penetrar las paredes del silencio—. Nunca te vayas sin antes decir adiós.
— ¿Por qué te abandonaría?
—No lo sé, pero si algún día debes irte, si decides que yo no soy lo que tú deseas, por favor busca la manera de decir adiós.
—De acuerdo —teminó aceptando. Me hubiera gustado escuchar otra respuesta de su parte, algo como jamás podría irme de tu lado o Prometo nunca abandonarte—. Si en algún momento decido marcharme por alguna razón, si no puedo quedarme más a tu lado entonces te daré una oportunidad para no dejarme decir adiós.
—No entiendo.
—Yo no quiero irme, no quiero dejarte, si hay alguna razón para olvidarme de eso entonces no sueltes mi mano, necesitaré tu ayuda para poder recordar todas esas razones para quedarme.
Sus manos se pasearon por mi espalda, dejé de abrazarla para mirarla directo a los ojos.
—Eres mi todo, Lisa.
Esas palabras iban un paso antes de mi gran confesión.
—No hay vida antes, ni después de ti.
Una sonrisa apareció entre sus labios, el brillo dentro de sus ojos volvió, paso las manos de mi espalda a mi cuello, acarició mi nuca con cuidado y me acerque para besarla.
—Te quiero —me susurró antes de juntar mis labios con los suyos.
Ese era yo, reconociendo haber sido un idiota, esa era ella otorgando su perdón. La cama volvió a su valor, era hora de restaurar el orden dentro de nuestra relación y volver a ser quienes estuvimos ocultando tras las vestiduras de un colchón, cada caricia a partir de ese momento era preciada, los besos una recompensa, si nos encontrábamos entre las sábanas era para olvidarnos de la pasión y dar rienda suelta a todo ese amor contenido a lo largo de nuestro tiempo perdido.
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Soñando Con Los Ojos Abiertos
Fanfiction¿Novio? ¿Novia? ¿Amigos? ¿Qué somos? 1 año, 11 meses, 2 días y un par de horas desde el crucero, casi dos años desde el primer te quiero y 6 meses desde la mágica noche entre nosotros. ¿Cómo habían ido las cosas hasta ese momento? El temor de volv...