Capítulo 8 "Convencerte"

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La noche se esfumó, rápido, mis ojos se llenaban de una luz que no deseaba ver llegar. 

¿Huir era de verdad la única solución? Me había quebrado la cabeza pensando en cómo librarme de mi familia, pero hasta ahora era cuando de verdad necesitaba efectuar un plan, no podía darles la libertad de arreglarme una vida lejos de quien de verdad estaba amando, necesitaba a Lisa en mi vida, la necesitaba ahí cada mañana para darme la fuerza de continuar, porque tal vez nunca lograría escapar de mi familia.

Octubre pintaba las copas de los árboles de un color poco agradable, nada me parecía bello para ese momento únicamente ella, sus ojos verdes tenían ese brillo, su cabello era tan hermoso, todo en ella era perfecto de mil maneras posibles. No estaba dispuesto a quedarme sin ella de ninguna manera. No estaba dispuesto a dejar esa felicidad ahora, cuando por fin la tenía entre mis brazos.

—Buenos días —murmuró levantando la vista para toparse con mis ojos. 

 —Buenos días. 

— ¿Ahora eres tú quién piensa demasiado?

Apenas iniciaba el día y ya tenía una sonrisa en mi rostro debido a ella.

—A veces es bueno pensar, ¿no lo crees? 

—Supongo —me miró con esos ojos tan hermosos, tan claros—. ¿Puedo saber en qué piensas?

—En ti —le di un beso en la frente.

— ¿En mí?

—En tus ojos, en tu cabello, tu olor. Cada minuto lejos de ti es como un letargo. No quiero estar nunca lejos de ti, Lisa.

Tenía las palabras atoradas en la garganta y me sentía tan incapaz de pronunciarlas, de explicar cómo me sumergía en un sueño profundo estando con ella.

— ¿Haz pensado en mí propuesta?

— ¿Quedarnos aquí?

—Sí, tener una vida tranquila, sin presiones. Tú y yo.

—Parece un sueño.

—Será nuestro sueño. Un vivieron felices para siempre en la vida real, nuestro propio cuento.

—Suena de verdad hermoso.

— ¿De verdad te agrada la idea? —la esperanza comenzó asomarse de entre todos mis pensamientos negativos, dejé a mi razón comenzar a creer en una nueva vida, en la posibilidad de poder vivir en paz después de tanto tiempo en busca de eso.

—Sí, este escape fue increíble, estos días de verdad son increíbles y me gustó mucho estar aquí.

Pronto sus palabras me dieron extrañas pistas sobre su próximo argumento, la sonrisa se me borro de poco a de los labios con pesar y por un segundo estaba deseando ignorarla, alejarme de ella salir corriendo de la cama para buscar refugio en el fin del mundo.

—...Lisapronuncié apenas como un suplica.

—Michel, no podemos quedarnos aquí, es una locura y también es muy irresponsable dejar todo botado sin dar razón de nada. Me encanta el lugar, adoro tu esmero por buscarlo, pero no puedes estar halando en serio.

— ¿Eso piensas?

Me levante de la cama dejando casi a tropezones, intenté mantener la calma sin poder lograrlo en ningún momento.

—Es un sueño, de los sueños debes despertar en algún momento.

—¡No quiero despertar!

Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos, las palmas de las manos comenzaron a dolerme marcando las uñas en ellas. Si no podía convencerla de huir entonces me quedaría a su lado de una forma más ordinaria. Fui hasta la ventana con la idea creciendo como el mar, desvaneciendo mi cordura como la espuma a la orilla de la playa.

Ahí estaba el plan b, la solución, la desesperación, la puerta pequeña, y la única manera de retenerla a mi lado.

—Lo siento, mi intención no es romper la burbuja sin dejarla volar, pero no quiero volar tan alto, tengo miedo a caer de una gran altura.

Le di la espalda, sin intención de mirarla por un buen rato, pero cuando meno lo pensé me abrazo por la espalda, su delgada y pequeña figura se ciñó a mí.

—Michael —me llamó para voltear la mirada—. Michael, vamos, mirarme, posa esos hermosos ojos tuyos en mí —Sin obtener respuesta de mi parte se planto frente a mí tomando mi cara entre sus tersas manos, se acercó lentamente con la intensión de posar sus labios sobre los míos. Amaba esa cercanía suya, pensaba en no corresponder en vano, nunca podría resistirme a uno de sus besos, desde el primer instante se volvieron indispensables para mí.

Me llevó lejos con un movimiento lento, suave, acariciaba mi boca con la suya, me hizo dar pasos cortos en retroceso volviendo a la cama, me aferré a ella, la quería cerca, muy cerca, sentí sus manos acariciar mi piel por debajo de la ropa y entonces la hice parar.

—Espera —la tomé por las muñecas y me miró sorprendida sin poder disimularlo—. Quiero hablarte de algo.

Se sentó a mi lado prestando atención a mis palabras, me sentí tan cobarde en ese momento, pero debía sacar la fuerza de algún lado.

— ¿Está todo bien?

—Sí, de hecho lo siento todo tan perfecto. Eres muy hermosa, y todo esto..., no tengo palabras, nunca creí poder conocer a alguien como tú.

—Yo tampoco lo esperaba, pero estamos aquí, ahora, y no creo tener un lugar mejor en el mundo si no es a tu lado.

Le acaricié la mejilla con los nudillos de la mano antes de ponerme en pie, caminé hasta la maleta y de entre toda esa ropa desordenada saque la pequeña caja aterciopelada.

Ese era mi plan b, darle un anillo, pero no cualquier anillo, uno de compromiso, uno en el momento en que estuviera listo para confesar mi sentir.

—Tú me haces sentir especial, no imagino a nadie más en tu lugar, no puedo creer que nadie nunca me diera tanta comprensión, cariño, nadie haría todo lo que tú eres capaz de hacer por mí, y yo tampoco podría dejar entrar a nadie como tú lo hiciste. No podría.

Su mirada se llenó de ternura mientras me acercaba hasta donde se encontraba, esa no iba a ser la mejor declaración, pero al menos lo diría antes de perderlo todo.

—Lisa —me puse sobre una rodilla tomando su mano—. Te amo, no hay nada en este mundo que pueda amar más que a ti, te amo tanto y quiero pedirte algo que nunca me creí capaz de hacer —estaba muy quieta mirándome, siguiendo de cerca todos mis movimientos, quité el anillo de su caja y lo puse en su dedo—. Lisa, ¿te casarías conmigo?

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora