Capítulo 22 "Déjame ir"

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No tenía mucho aliento, solamente el impulso de irme, salir corriendo de ese lugar y no volver nunca. Había redactado una carta de renuncia, y estaba lista para entregarla a la madre de Michael, habían pasado apenas una semana desde el compromiso entre Michael y Cressy. Él y yo no podíamos vernos a la cara sin desear llorar, mientras Cressy no había parecido en todo ese tiempo, pero mientras sus planes de boda comenzaban a ejecutarse, tenía el tiempo contado para salir corriendo de Billings, Montana antes de hacer alguna estupidez contra el blanco y hermoso manto matrimonial de ese hombre a quien tanto amaba.

— ¿Lisa Presley? —Me llamó la secretaría con una sonrisa—. La señora Jackson está lista para recibirla.

—Gracias.

Me levanté del sillón fijando la mirada en el sobre blanco resguardando la carta en donde estaba mi pase salida. La vi mirando los papeles en sus manos con los lentes resbalado lentamente por su nariz.

—Quería recordar mi razón para llamarte cuando noté que tú pediste esta cita.

—Sí.

Le tendí el sobre directamente y en ese momento por primera vez posó su mirada castaña en mí.

— ¿Qué es? —inspeccionó el sobre blanco con cuidado antes de abrirlo.

—Mi carta de renuncia.

Se quitó los lentes reprochando con esa mirada fruncida como si todo lo malo en su vida fuera mi culpa. Comenzó a leer con cuidado sin mencionar nada por unos minutos, me quedé de pie frente a su escritorio y pasé la mirada por eso resto del panorama, había dos mesas laterales y en una se encontraban las fotos de la familia, pero una en especial en donde se encontraba Michael con Janet y otra chica, una sonrisa esplendida se desprendía de su rostro, aquella chica tenía un perfil parecido al de Michael, ojos castaños y cabello negro ligeramente rizado.

— ¿Estás segura?

Intenté volver a mirarla sin poder despegar los ojos de aquella fotografía tan curiosa.

—Lo estoy.

—Lisa, si esto es por Michael, tal vez...

—No, mi vida personal no interfiere con mi decisión, y quisiera dejarlo fuera de esto.

—Vamos, Lisa eres uno de nuestros mejores elementos, no vamos a dejarte ir así de fácil.

—No parece una opción cuando yo soy quien quiere irse.

—Puedo hacerte una buena oferta para conservarte.

—Señora Jackson —murmuré negando con la cabeza.

—Todo el mundo quiere algo, yo puedo ofrecerte ese algo, solamente necesitas decírmelo.

—Quiero irme de aquí.

Le respondí completamente segura de mí. Mi vida fuera del trabajo era exactamente la razón para abandonarlo, estar cerca de su hijo era suficiente para sentir como el aire abandonaba mis pulmones con una lentitud tan dolorosa.

—No deberías tomar decisiones de esa manera tan presipitada.

—No lo hago, he meditado sobre todo, quiero mudarme de Montana, ir a otro lugar.

—Lo haces por mi hijo, ¿no?

—Lo hago porque lo necesito.

—Es un buen chico, tiene esa linda sonrisa y esos ojos encantadores, él no es como sus hermanos. Tiene esa inocencia adorable y no necesita hablar para parecer interesante, es como su padre, te envuelve con solo mirarlo.

—No lo hago por él.

—Yo sé que no es un ángel puro y casto, es mi hijo, no puede ocultarme todo. No pudo ocultar a Monique y tampoco a ti. Él está enamorado... de ti.

—Es un poco tarde para decirlo.

—Lo sabías.

—Lo sé, pero parece no ser suficiente ahora.

Baje la mirada. Yo lo sabía porque él me lo dijo, lo tenía por seguro, yo lo amaba mucho, lo amaba al punto de alejarme para no interferir en su sueño blanco. Me dejé caer en la silla frente a su escritorio con el cuerpo temblando por cada sensación corriendo por mis venas.

—Lo lamento mucho, debe ser doloroso para ti.

—Lo es.

—Deberías esperar al termino de tu contrato.

Me miré las manos temblando, tenía razón, había un contrato de por medio y en cuatro semanas no habría lazo alguno.

—Quizá este tiempo sirva para hacerte pensar un poco más, las decisiones no deben tomarse en el calor del momento, nunca sucede nada bueno.

—A veces las decisiones deben ser así.

Dejó su silla y solamente lo note cuando me tomó la barbilla para hacerme mirarla. Aquellos ojos profundos me hicieron temer por el futuro, por mi partida, y todo lo incierto sucediendo al mismo tiempo.

— ¿De verdad quieres irte?

—Debo irme.

—Por la boda.

—Por la boda —reafirme, frunciendo los labios—. Hablé con Michael, el dijo que yo iba a irme, no lo entendí.

—Fue por mí —respondió sin inmutarse—. Es un hombre sensible, le envié una carta donde pedías tu transferencia a otro lugar.

—Voy a esperar hasta el final del contrato, me quedaré hasta el último día, pero no tendrán otra opción cuando el contrato terminé porque entonces me iré.

Alejó sus manos de mi rostro con cuidado, como si pudiera romperme y volvió a su lugar.

— ¿Usted me odia? —Alcancé a preguntar reuniendo la fuerza suficiente para levantarme.

—No. No te vayas sin decir adiós —susurró intentando darme un mensaje entre todas esas lineas—. Todos merecemos una despedida.

Me limite a asentir, dejé la silla caminando con tranquilidad y sonriendo a la chica de la recepción, subí al ascensor deseando deplomarme, quería llorar o aferrarme a Michael como él lo había hecho en mi departamento la última noche, pero mis lágrimas casi siempre se reusaban a salir cuando deberían estar presentes.

—Hola, Lisa —los ojos de Cressy se pasaron en mí con las lágrimas al borde y junto a ella estaba una mujer mayor, con sus manos sosteniendo sus hombros y el semblante serio.

—Hola, Cressy.

El ascensor se volvió tan pequeño, el aire apenas circulaba en pequeñas ondas, los minutos pasaban tan lentos como era posible, no había lugar a donde mirar y la respiración ligeramente acelerada de la madre de Cressy estaba asfixiandome tanto como las paradas entre pisos. Comenzaba a tener jaqueca cuando las puertas se abrieron en el piso del barco de cristal, la chica castaña junto a su madre bajaron y entonces todo en ese cuarto estrecho se volvió más ligero. Cressy volvió sin dejar cerrar las puertas.

— ¿Vas a irte?

—Sí.

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora