Las horas pasaron desapercibidas entre el tránsito, el camino me pareció vagamente largo. Esa era la tercera vez que despertaba dentro del automóvil mirando sus facciones concentradas en es única tarea.
— ¿En dónde estamos? —pregunté una vez pude incorporarme en el asiento.
—A mitad de la nada —respondió sin quitar la mirada del camino ni un momento.
Me resigne a suspirar mirando como ese camino en medio de un bosque totalmente espeso nos devoraba sin dar rastro alguno de la civilización, pronto las llantas dejaron de rodar y toda la oscuridad envolviendo nuestro camino entro por las ventanas.
— ¿Estás bien? —intenté pronunciar mientras asomaba la cabeza por la ventana con esa misma expresión sería.
—Sí, únicamente deseaba mirar las estrellas.
—Puedes hacer eso cuando lleguemos a nuestro destino, no parece ser muy seguro estar aquí.
Metió la cabeza de nuevo en el vehículo, esta vez con su mirada marrón puesta sobre mí, el aspecto rígido de sus facciones se volvía ligeramente tierno cuando le mirabas esos ojos brillantes como la luna.
—No quiero volver a Montana —declaró con voz firme.
—Es en dónde vives y trabajas, tu familia se encuentra ahí.
—Tú no vives cerca de tu familia.
—Mi caso no es igual al tuyo, Michael.
—Lisa —me tomó la cara entre sus manos—. Vámonos, lejos, muy lejos de todo en donde ni mis padres, ni nadie pueda encontrarnos, podemos huir hoy mismo sin problema alguno.
— ¿De qué hablas?
—Por favor, no me dejes solo.
—Es una locura intentar huir, ni siquiera tenemos dinero, ni ropa, ni un lugar preciso al cual ir.
—Te equivocas.
Esa frase protestando por mi argumento anterior me hizo fruncir el ceño, no estaba muy segura de cuál era mi equivocación, pero la seriedad de sus palabras me estaba haciendo dudar de todo.
—Aún tengo las regalías de los libros —comenzó a explicar—. Comencé a hacer maletas días antes de los seis meses.
A ese punto de nuestra relación realmente vivíamos juntos, nuestra ropa estaba en ambos departamentos, los zapatos, artículos personales, todo estaba dividido a la mitad y si decisión fuera nuestra, la pared separando ambos lugares no existiría.
— ¿De verdad planeaste esto?
—Sí, y también tenemos un lugar.
— ¿En dónde?
—Aquí.
Puso el vehículo en marcha sin pronunciar una palabra más, avanzamos en línea recta por lo menos medio kilómetro más y justo dónde debía encontrarse el fin del mundo había una casa. Una hermosa casa en medio de nada, rodeada por el bosque, sin nadie a menos de cuatro o cinco kilómetros a la redonda, un lugar al cual podíamos escapar.
—Michael...
—Si este lugar no te gusta entonces tengo un plan b.
— ¿Plan B?
Bajo del auto y sin perder el tiempo corrió para abrir mi puerta, tomando mi mano me llevó hasta la parte trasera de la casa donde se encontraba un pequeño granero, pero lo sorprendente no era aquello sino la costa a unos metros de nosotros, y un yate en el pequeño puerto.
—Puedo llevarte a cualquier lugar, únicamente debes decirlo, tus deseos son órdenes para mí.
No sabía si estaba al borde de la histeria por ver todo eso o la felicidad no cabía en mi pecho, ciertamente era una locura huir de todo lo que conocíamos como vida, pero la idea de perderme en el mundo junto a él era de verdad tentadora.
— ¿Qué dices? —preguntó cubriendo mi cuerpo con el suyo—. No pienses demasiado.
—Esto es magnífico, pero...
No me dejó terminar la frase deslizando su dedo índice contacto mi labios a un lentitud placentera, ni toda la oscuridad ahí nos impidió encontrar nuestras manos, nuestros labios. Caminamos lento mirando las estrellas, acompañados por el canto de las aves y otras criaturas nocturnas, todo parecía tan tranquilo, tan perfecto estado irreal que de verdad esperaba despertar del sueño.
—Por ahora no pienses, únicamente déjate llevar, puedes decidirlo después, ¿Sí?
Le dediqué una sonrisa sin estar totalmente convencida de la seriedad del asunto. Él parecía realmente convencido de su plan, dispuesto a todo para alejarse de su familia, pero no sabía si yo era parte de ese plan tan elaborado o era una participante. Las palabras de Monique no se habían ido de mi mente, sus palabras, su explicación, la imagen de Michael imaginando una u otra manera de esconderse sin ser encontrado, cómo convencerlos de soltarle a correa, cómo podría plantearles la idea de que no era como ellos lo imaginaban.
No lo había notado, pero él tenía la mirada fija en mí, nos quedamos quietos, él esperando a escuchar mi voz dar alguna orden para disfrutar de ese pequeño momento.
—Sí, lo pensaré.
Sus grandes ojos se iluminaron como los de un niño cuando le hablabas sobre su fiesta de cumpleaños, esa sonrisa adornando la mitad de su bellos rostro me hizo sentir ligeramente tranquila, al parecer era hora de soltarnos el pelo.
—Este lugar de verdad va a gustarte, tiene todo para amarlo, es amplió y luminoso por las mañanas, ¿puedes escuchar a todos esos animales al exterior? —habló con un entusiasmo peculiar.
—Los escucho.
—El puerto está incluido con la propiedad, por las mañanas se ilumina con un azul tan brillante, parece que el sol se quedó atrapado ahí dentro.
— ¿En serio?
—Sí.
Comenzamos a caminar lento, paso a paso sin decir palabra alguna, rellenando los silencios con las ramas rotas por nuestros zapatos, al llegar a la puerta él no perdió un segundo en abrir la puerta y hacerme admirar las paredes blancas la escalera en forma de caracol y al final de estas un pasillo largo, pero no interminable.
Los besos volvieron, la temperatura de nuestros cuerpo comenzó a elevarse al unísono y cuando estaba por quitarle la camisa me tomó de las muñecas.
—No, espera —susurro sin soltarme—, Antes quiero mostrarte algo —caminó de espaldas al interior de la habitación, y pronto note el enorme ventanal a sus espaldas, la oscuridad no era tanta como lo había imaginado hasta ese momento—. Falta un poco de luz por las noches, pero eso lo podemos arreglar en cuanto podamos mudarnos aquí.
Sonaba tan entusiasmado con ese nuevo lugar, tan lejos de todo y cerca de nada que mi única respuesta hasta ese momento era disfrute, probar cómo era vivir en un sueño, en un lugar secreto.
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Soñando Con Los Ojos Abiertos
Fanfiction¿Novio? ¿Novia? ¿Amigos? ¿Qué somos? 1 año, 11 meses, 2 días y un par de horas desde el crucero, casi dos años desde el primer te quiero y 6 meses desde la mágica noche entre nosotros. ¿Cómo habían ido las cosas hasta ese momento? El temor de volv...