—Vuelve a la cama —me pidió tomando mis hombros con delicadeza.
—Sí, en un momento, solamente quería pensar un poco antes de volver a perderme entre tus brazos.
— ¿Pensar?
—Sí.
— ¿En qué estabas pensando?
—En mí, en la razón para volverme escritora.
Se puso en cuclillas a mi lado sosteniendo mi mano. Estudiar Literatura no era parte de escapar del mundo como todo el mundo creía y en realidad nosotros habíamos hablado de todo menos de eso, nuestras razones para buscar estar cerca de los libros.
— ¿Cuál fue la razón? —preguntó curioso de escuchar la respuesta más extraordinaria de todas.
—No podía hablar —confesé a mitad de la oscuridad con media cara iluminada por su lampara de noche—. Incluso viviendo en Corea era muy tímida para emitir palabra alguna, no tenía amigos y me limitaba a contestar escribiendo en mis libretas, todos me creían muda, y lo era, no tenía nada que decirle al mundo, no deseaba conocer a nadie o ser conocida por nadie. En cambio apreciaba las voces tangibles de los escritores, sus pensamientos profundos, esa manera irracional de dejarse llevar por una pluma me cautivo, no necesitaba hablar si podía escribir, entonces me enamore de la idea de escribir, crear historias, guardar mi palabras en un baúl secreto llamado libro, y las descubriría quien lo deseara. Parece un muy complejo, aquello solamente lo hace más extraordinario.
Su sonrisa se hizo más amplia.
—Toda mi vida me sentí preso, los días, las noches, a cada minuto frente a cualquier tipo de persona me sentía preso, no podía ser yo, me enseñaron a no ser yo, pero había un momento del día en donde no importaba nada, el mundo dejaba de ser una jaula para llevarme lejos de ese encierro. Amaba leer y perderme por horas entre esas paginas, cada momento de mi día a día era exhausto menos ese, leer me daba la energía suficiente para continuar fingiendo frente a cada persona en el camino, me convertí en un personaje de mi propio mundo, era un héroe, un miserable, un retrato en una pared, era mi estado de animo con el pasar del tiempo, entonces estando en la universidad solamente podía sentirme libre mientras estaba en clase, escuchando a cada profesor hablar sobre los grandes propósitos y mensajes de escritores que tocaron el corazón de su publico con frases bien estructuradas que lograban cautivar al espectador y hacerlo parte de la historia, quería hacer eso, tal vez no gritarle al mundo, quizá mi voz no es tan fuerte, pero al menos quería hacer sentir a alguien esa libertad, como todos los libros leídos me habían hecho sentir.
Solté un pequeña risa, le acaricie la mejilla mientras él me dedicaba una vez más esa mirada transparente, me dejaba leerlo como un libro abierto, pero aquello era solamente un reflejo, me gustaba sentir esas miradas en donde podíamos decir tanto con el silencio.
— ¿Podemos volver a la cama? —preguntó poniéndose de pie.
—Dame un momento —le pedí mirando de nuevo las hojas blancas frente a mí.
—Un par de minutos o volveré por ti.
—De acuerdo.
Quizá no parecía nada importante, estaba escribiendo en una de mis últimas noches respirando libremente el aire tranquilo de la cuidad, no obstante era necesario, cada una de esas hojas contenía una carta para las personas a las que había dañado, aquellas a quienes había querido, todos los participes de esa historia escrita con silencios y tinta, era una carta para quien me regalo risas, complicidad, cariño, una familia lejos de mi familia, otra para la persona de quien siempre admire la fortaleza, determinación e inteligencia, otra para quien incansablemente defendió mis esperanzas, velo por cada uno de mis sueños, acarició mi cabello cada mañana y nunca se canso de cuidarme. Escribía por todos los silencios, por cada uno de mis días restantes encomendando a la noche llevar mis plegarias a quienes iban dirigidas. No tenía miedo a morir, no tenía miedo a perderme en el cielo, era libre de correr por el mundo sin buscar falsas esperanzas entre paredes blancas, mi vida era maravillosa, mis sueños también, cada historia escrita para el barco de cristal, cada carta dirigida a mi padre, todas mis palabras dirigidas al mundo me habían liberado de las cadenas del silencio, no era un simple murmullo, era una voz con un mensaje claro o sin el, era parte de ese mundo maravilloso lleno de miradas, placeres simples, lluvias a mitad de la felicidad, lágrimas dulces, era parte de esos parpadeos del faro frente a mi casa, no necesitaba más, tal vez no había logrado cambiar el mundo, quizá nadie me recordaría en 20 años, de igual manera había existido, Erik era testigo de mi felicidad, la promesa de no ser olvidada, el recuerdo constante en donde podía vivir plenamente rodeada de paz.
Sin imaginarlo, una noche antes "del gran día" me volví libre, me abandone al mundo, deje a mi silencio volverse un silencio en voces.
Volví a la cama junto a Erik, le robe un beso con inocencia, me abrace a su cuerpo sintiendo el calor de sus brazos, la madrugada nos consumió, mi amor sincero se entrego a él deseando abrir los ojos el día siguiente para verle despertar.
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Soñando Con Los Ojos Abiertos
Fanfiction¿Novio? ¿Novia? ¿Amigos? ¿Qué somos? 1 año, 11 meses, 2 días y un par de horas desde el crucero, casi dos años desde el primer te quiero y 6 meses desde la mágica noche entre nosotros. ¿Cómo habían ido las cosas hasta ese momento? El temor de volv...