Capítulo 33 *Cressy una noche antes* 3.2

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El tiempo había pasado rápido, la lluvia azotaba fuerte contra las calles y ni siquiera mi ropa mojada me detuvo. Veía a las personas caminar cubriendo sus cabezas, correr para evitar cualquier gota cayendo del cielo, mientras mi tranquilidad era golpeada por algunos hombros sin verdaderas preocupaciones.

Recorrí un par de calles, estando un poco perdida decidí buscar un taxi para llevarme en la dirección correcta.

—Buenas noches, señorita —dijo el conductor en cuanto entre al auto.

—Buenas noches.

—Es una lluvia bastante fuerte, ¿no? —Inquirió con media sonrisa mientras miraba por ventana.

—Sí, lo es.

Lo escuche hablar sobre el clima e intente prestar atención a sus palabras sin lograrlo, asenti un par de veces hasta llegar a mi destino. Esa acogedora casa, de techo negro con paredes de ladrillos rojos.

—Gracias —murmuré poniendo en su mano un billete, sin pedir el cambio. Bajé del auto con una sonrisa y me sitúe frente al porche de aquella casa, había visto la fachada un par de veces, pero nunca me atreví a entrar. Ver de cerca ese mundo secreto me traía un sin fin de emociones, deseaba ser parte de él, anhelaba quedarme ahí para siempre, pero no me creía capaz de entrar sin destruir algo a mi paso. 

Subí las escaleras con decisión, toque el timbre un par de veces esperando por al menos 5 minutos para volver a tocar, pero al parecer no estaba en casa y sin importar la intensidad de lluvia o lo doloroso de su ausencia preferí quedarme sentada en las escaleras esperando por verle otra vez antes de comenzar a estar presa. Y una nueva historia emergió de mi interior, su sonrisa se volvió una realidad y abrió la puerta para mirarme con ternura como siempre acostumbraba, gire la cabeza para tenerle en mi panorama, camino en silencio hasta donde me encontraba para sentarse a mi lado, miro la lluvia por unos minutos con media sonrisa me tendió su mano y sin dudarlo en ningún momento entrelace mis dedos con los suyos, un rose tan angelical, mi mano se fundió con la suya en medio de la tormenta, las gotas bailaron a nuestro alrededor, desde nuestra posición emergió un halo de luz, algo parecido a un arco iris el día nublado con colores grises por todos lados cobró un poco de vida el monocromático gris dejo de reinar abriendo paso al café de los arboles aún sin hojas, las nubles reclamaron un poco de color haciendo nacer al azul de entre toda la oscuridad mientras los ladrillos rojos de nuestras paredes irradiaban una felicidad casi imperceptible para los demás, nuestras manos se quedaron así el resto de la tormenta mis dedos se amoldaron a los suyos sin dificultad alguna a medida que el tiempo pasaba lento mientras las caricias de nuestras manos se acoplaban, nadie podría creer cómo de algo tan sencillo como un par de manos entrelazadas nacía una revolución de sentimientos, y era precisamente el pequeño detalle de tenernos el uno al otro, de abrazar nuestro ser al otro lo especial de poder mostrarnos amor con una mirada o con un simple roce de manos. 

— ¿Cressy? —le escuche decir con voz queda. 

Levante la mirada para saber si era real o solamente estaba imaginando tenerle frente a mí.

— ¿Qué haces aquí? 

Me quedé en silencio, sin palabras, sin nada en mente para decir, el discurso mental escrito de camino a su casa se había borrado por completo. El dulce tonó de su voz me distrajo de mi verdadero propósito.

—Hola —murmuré casi temblando por el frío—. Estaba pensando. 

— ¿Estás bien? —Inquirió con preocupación—, deberías pasar, te daré una toalla y después podemos hablar. 

—Hablar, sí, por favor. 

Se quitó el abrigo de los hombros para cubrirme con él, me escoltó al interior de su casa completamente oscura, un suspiro se escapo de entre mis labios mostrando mi aliento frío, la luz me cegó casi al instante y él corrió escaleras arriba, tal vez para darme una toalla. Estaba en ese mundo maravilloso, en la sala de estar se encontraban retratos colgados arriba de su sillón color mostaza, la televisión estaba en una esquina de la habitación de lado contrario de la puerta, a lado de la puerta se encontraba un ventanal capaz de iluminar la habitación de día, dos pares de cortina cubrían aquella ventana, mientras algunas figuras curiosas se encontraban sobre repisas de madera.  

—Ven —se acerco a mí retirando el abrió para abrazarme con un toalla—. Toma —me dio una pijama suya—, deberías cambiarte antes de tener un resfriado.

—No, necesito hablar primero contigo. 

—Cressy no voy a irme a ningún lado —me acarició una mejilla—. Ve a cambiarte.   

—No, ya lo pospuse demasiado, no puedo esperar más. Erik, te quiero, yo te quiero como nunca me creí capaz de querer nadie, deberías estar furioso conmigo por haber aceptado ese compromiso con Michael, yo...

—Hey, no quiero escucharlo, no ahora...

—No, debes saberlo, es justo porque no quiero irme sin darte una explicación de todo esto.

—No quiero una explicación, no necesitas...

—Pero quiero dártela, nada es como todo el mundo se lo imagina. Michael no está enamorado de mí, yo no estoy enamorada de él, yo te quiero a ti. 

Negó un par de veces con la cabeza y bajo la mirada para no verme a los ojos.

—Mírame, por favor. 

—No puedo, me duele hacerlo, me duele tu boda y me duele... —le puse una mano sobre los labios acariciando con delicadeza su rostro. Lo había lastimado, eso lo tenía por seguro, tanto como el dolor de Lisa pesando en mis hombros, sus miradas inquisitivas o todas las lágrimas emanando de sus ojos.

—Mi madre tiene miedo a verme morir —le respondí llenando los silencios entre nosotros—, ella quiere darme una esperanza de vida más larga.

— ¿De qué hablas? 

—Michael es el respaldo para obtener el tratamiento, su dinero, su familia sin la única manera de poder obtener algo, me gustaría resistirme a eso, pero ella siempre ha cuidado de mí, siempre ha buscado lo mejor para mí, no quiero, ni puedo defraudarla. No es justo.

Mi mano resbalo casi cayendo a uno de mis costados, él la tomó poniéndola en su pecho y se acerco pegando su frente a la mía suspirando al tiempo que nuestro aliento se convertía en uno, me acarició la mejilla antes de acercarse lento a mis labios buscando esos besos dulces, la manera perfecta de estar cerca uno del otro, deseando parar el tiempo en ese instante, en esa noche nuestra antes de sentirnos perdidos, era el momento perfecto para olvidar al mundo.   


Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora