Capítulo 11 "Vacaciones"

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Y ahí iban mis cosas, en la cajuela de un automóvil. No deseaba irme, no era lo mejor opción en esos momentos, pero no lograba pensar con claridad y cuando él me miraba con esos enormes ojos marrones no podía evitar sentir toda esa bruma en mi mente.

"Te amo Lisa, Te amo"

Lo había escuchado pronunciarlo por las noches mientras me creía dormida, cerraba los ojos para dejar sus hermosas palabras llenarme por dentro, pero no lograba pronunciar las mismas palabras, lo sentía, sin duda alguna, y sin importar cuántas veces lo deseara..., no tenía voz.

En esos momentos miraba como paisaje se quedaba atrás, ya no estaba en Montana, me quedé sin opciones, me quedé sin respuestas. Esa Navidad debía ser una de las mejores en mi vida, mi madre iba a conocer a quien por primera vez en años tenía el título de mi novio. A quien había logrado amar de verdad, aún sin decirlo.

Memphis siempre me había parecido una ciudad muy tranquila, a pesar de mi años fuera del régimen era bueno mirar a todo el mundo tan despreocupado caminando por las calles en la noche y sonriendo como si el tiempo no importará, en el fondo de cada botella siempre deseé encontrar esa tranquilidad.

Mis ojos se posaron con la entrada, esa bella puerta blanca por la que una vez mis ilusiones salieron corriendo, por dónde salí yo dispuesta a no volver, por dónde salió mi padre por última vez.

"—No volverás a salir sola, con ninguno de ellos.

— ¿Podrías no gritar? Me duele la cabeza.

—Tienes resaca, Lisa, ¿Cuánto bebiste?

—Ya sé que no soy mayor de edad, gracias.

—Quiero mantenerte a salvo, ese es mi trabajo.

—Tranquila, te exoneró de ese cargo —caminé de la puerta no sin antes tomar los lentes de sol.

—¡Lisa! —me tomó del brazo—. Te quiero.

—Dejame en paz ".

El portazo aún se escuchaba en mi mente. Sus ojos llenos de lágrimas cuando me encontró aquel día, todo se reproducía como una vieja película muda con subtítulos en lugar de parlamentos, no podía recordar como ella había logrado perdonarme cuando era de verdad su problema más grande.

— ¿Lisa? —abrió la puerta de par en par, sus ojos azules brillaban, siempre parecían brillar a pesar de su tristeza.

—Hola, mamá.

No se movió de su lugar, ahí parada con el sol ligero sobre su rostro parecía ajena al mundo donde yo me encontraba habitando, se volvió una meta, una ilusión tan lejana que casi pareció irreal cuando me estrechó entre sus brazos. La amaba, sin importar nada, siempre habría amor para nuestros padres.

—Llegaste antes —comentó con una sorpresa inesperada.

—Sí, me dieron las vacaciones antes de lo esperado y decidí llegar en cuanto lo pude.

—Ya veo —dijo casi riendo como hacía cuando estaba de verdad nerviosa.

— ¿Puedo pasar o me quedaré aquí hasta el día del vuelo?

Me miró, estaba escuchando sin escucharme de verdad, sus ojos la delataron y fue entonces cuando mire dentro de la casa.

Ojos azules, marrones y marrones de nuevo, eran justamente a quienes no estaba esperaba ver. Todos parecían muy cómodos en la sala mientras yo no podía mover un pie lejos del umbral, ninguno parecía entender mí postura, pero quién con un corazón roto me recibiría con una sonrisa.

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora