Capítulo 29 "Te quiero conmigo"

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Otra mañana, otro día, otra vida. Ir a trabajar no era la mejor parte de mi rutina, teniendo el cuenta el incidente entre mi jefe, el crucero, películas, amor y nada acerca de un final feliz. Mi madre había llegado a Montana con la única verdadera convicción de mantenerme en pie mientras alistaba mis planes para ir de Montana a Canadá en al menos un chasquido.

—No deberías ir a trabajar. Al manos tomate un par de días de descanso, te queda mucho por empacar y no me parece malo quedarte en casa luego de como te ha tratado esa gente.

—No, el incumplimiento de alguna de las clausulas del contrato puede causarme algún problema y no estoy dispuesta a quedarme ahí por más tiempo. 

—De acuerdo, te veré en un par de horas, intentare continuar empacando si es lo que quieres —me miro intentando adivinar mis pensamientos como cualquier madre preocupada.

—Solamente necesito la ropa —le dedique una sonrisa fallida en busca de su tranquilidad y la mía sin desear mostrar más esa sombra rondando a mi alrededor.

—Podrías comprar más en Canadá, después de todo los climas son completamente distintos —sugirió sin intentar agregar nada por unos instantes. 

Nos quedamos en silencio, verla a los ojos era como quedarme completamente desnuda frente a ella, me conocía mejor que nadie, sabía como reconocer mi felicidad, mi pesar, cada una de mis facetas, y emociones sin esforzarse demasiado. Le había tomado un par de segundos entender la razón para no contestar mis llamadas y un par de días escuchar la historia completa de mi secreto fracaso rumbo a un nuevo comienzo. Ahora cuando más necesitaba un hombro para llorar, alguien en quien apoyar el peso de mi cuerpo mientras yo soportaba el pesar de un corazón herido. 

—Quiero conservar algo de este lugar, no todo fue tan malo y condenar mis recuerdos por un mal episodio no es justo —le respondí bajando la mirada a la valija frente a la mesa de centro. Nunca me sentí en un lugar perfecto, incluso estando en Montana, escuchando música por la noche mientras el viento soplaba o por la tarde mirando el trafico disiparse de camino a casa, solamente podía llamar hogar a ese departamento en Medows Country, esas paredes contenían mis risas por días enteros y fueron testigos de cada noche mágica entre los brazos de Michael, no era fácil dejar tu hogar sin tener una fecha de regreso, no obstante, la decisión ya estaba tomada, el avión me llevaría a una nueva vida lejos del dolor, lejos de mis ganas por tomar a Michael y huir. 

—No pareces muy segura de irte —pronunció casi en un susurro sin desear perturbar la fluidez de mis pensamientos—. No quiero, ni voy a discutir tu decisión, solamente piénsalo con detenimiento. No necesitas ir a Canadá, puedes volver a Memphis, quedar ahí un par de días o meses, podemos viajar si quieres o puedes hacerlo tu sola, pero por favor, no tome decisiones que vas a lamentar. 

—Gracias, pero Memphis esta a horas de aquí, y necesito estar de verdad lejos, muy lejos. 

—Cariño.

—Mamá, esa boda es mía. Soy yo quien debería caminar con un hermoso vestido blanco al compás de una melodía, es mi boda, es mi sueño y alguien lo está robando, pero no puedo simplemente quedarme de brazos cruzados y si no me voy esa boda no va a suceder. 

El eco de mis palabras resonó por lo largo del lugar dejando volver cada una de vuelta a mis oídos, ella solamente posó sus delicados ojos azules sobre mí antes de abrazarme, me estrechó fuerte entre sus brazos y dejo un beso en mi sien derecha.

—Todo estará bien, te veré en un par de horas, ¿bien?

—Bien —asentí pasando una mano por mi cabello suelto mientras tomaba mi bolso y las llaves del auto, fije la mirada en la puerta y con media sonrisa fingida le mire—. Gracias, por siempre estás aquí. 

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora