35 "El gran día"

103 9 20
                                    


Michael

&

Cressy

El gran día ha llegado, y no complace compartir ese día con ustedes.

Tenemos el honor de invitarle a la celebración de nuestra boda,

la ceremonia será llevada a cabo el día 11 de enero del año en curso

a las 11:30 am.


Te esperamos.

No deseaba seguir esclavizada a esa invitación, la había leído una y otra vez, sin un poema, sin alguna decoración extravagante, era solamente la invitación sosa de una boda planeada con un mes de anticipación. Mi curiosidad me había llevado a un punto bastante lejano de la cordura, deseaba presentarme, entrar a media ceremonia con cada mirada centrada en mí, extender la mano en dirección a Michael, verlo correr hasta tomarla, abrazarnos frente a todos sin preocuparnos por los murmullos crecientes y terminar por huir, tomar ese vuelo a Canadá juntos o simplemente conducir hasta perdernos en otra cuidad, iniciar de nuevo.

Sostenía en una mano en boleto de avión con la misma fecha y dos horas de diferencia. Debía estar en Canadá al finalizar el día, pero no deseaba irme, no podía solamente desparecer sin hacer algún esfuerzo para convencer a Michael de abandonar ese lugar conmigo. él podía tomar sus propias decisiones, no debía casarse con Cressy, me amaba a mí, sin duda alguna era yo a quien le pertenecía ese lugar a su lado.

No tenía una manera inmediata de moverme, las ansias me habían convencido de hacer la que podía ser la peor de mis jugadas, ser impulsiva nunca era fácil para mí, pero el reloj avanzaba, las agujas se movían sin detenerse, cada segundo pensando era un segundo perdido, no había más tiempo por perder, no podía darme ese lujo. Salí corriendo del departamento, llamé a un taxi ordenando, casi exigiendo con urgencia me llevará a casa de quien podría ayudarme. Erik estaba enamorado de Cressy, no iba a dudar un segundo en ayudarme a capturar a Michael, hacerle considerar la cancelación de su boda volviendo libres a las almas rotas involucradas.

—Gracias —brame al conductor dejando en su mano una cantidad inexacta de billetes luego de sacar mi maleta de la cajuela—. Puede conservar el cambio.

—Gracias, señorita —murmuró subiendo de nuevo al vehículo.

Corrí por las escaleras tocando su puerta y timbre con una urgencia desesperada, espere menos de dos minutos para obtener una respuesta de su parte y volví a tocar con la misma desesperación, está vez logré verle abrir la puerta con el ceño completamente fruncido tallando sus ojos para no ser deslumbrado por el sol.

— ¿Qué? —dijo en cuanto me contemplo.

—Lo siento, no era mi intención despertarte —Erik no era la clase de persona acostumbrada a quedarse en cama por mucho tiempo, incluso estando en la universidad prefería no cerrar los ojos hasta su próxima clase antes de quedarse dormido y perderla—... ¿Te desperté?

—No es gran cosa Lisa, solamente me quede dormido, a veces sucede —dijo encogiéndose en los hombros para restarle importancia a lo ocurrido.

—Sí, supongo.

— ¿Puedo ayudarte en algo o...

—Sí, necesito tu ayuda —le respondí antes de dejarle terminar la pregunta.

—Dime.

—Estaba en mi departamento, terminando de empacar mis pertenencias para estar a tiempo en el aeropuerto y note algo. Mi madre se llevó mi auto a Memphis, me gustaría saber si tú puedes llevarme al aeropuerto.

—Claro, ¿a qué hora sale tu vuelo? —dejó la puerta abierta para cederme el paso al interior de su casa caminando directo a mi valija.

—A las dos de la tarde.

—Bien, ¿quieres desayunar o hacer algo antes de irnos? —preguntó antes de tomarla.

—Me gustaría ir ahora, debo hacer una escala antes, si no te molesta.

—No —fue a la mesa de centro en su sala tomando las lleves de su auto abrió el porta equipaje introduciendo la valija antes de mirarme con media sonrisa—. Voy a vestirme, ya vuelvo.

—Claro.

No fui capaz de quedarme dentro, en su lugar recargue un hombro sobre el marco de la puerta mirando al exterior, había pasado mucho tiempo desde mi ultima visita, todo lo lucia tan diferente, incluso la vida de Erik había cambiado, estaba a punto de irme a otro país, no estaba segura de cuanto tiempo pasaría antes de volver a ver ese vecindario tan tranquilo.

— ¿Estás bien? —Musitó a mi lado—, ¿Aún quieres irte?

—Sí, quiero buscar iniciar de nuevo, reponerme de lo ocurrido en el último mes.

—Seguirás trabajando para J-K, en algún momento vas a toparte con él, ¿cómo iniciaras de nuevo?

Baje la mirada, no quería darle la razón, pero la tenía, arrancarlo de mi vida no era tan simple como parecía, podía estar molesta, deseaba gritarle hasta quedarme sin voz, y no por eso dejaba de amarlo.

—Voy a encontrar la manera, aceptar el empleo del señor Jackson en Canadá no fue solamente para estar al tanto de lo ocurrido en J-K, necesitaba trabajo, encontrarlo no iba a ser fácil.   

—No querías complicarte más.

—Sí.  

—Vamos —me tomó del brazo con cariño—, o llegaras tarde. 

Camine a su lado con la mirada melancólica de siempre, ocupe el asiento del copiloto sin decir palabra alguna, el silencio entre nosotros se quedo intacto y mis nervios eran destrozados mientras el reloj no dejaba de correr, en algún punto del viaje quise relevarlo de su trabajo como conductor solamente para pisar el acelerador a fondo y llegar antes de ver terminada la ceremonia, no obstante era tarde, el reloj marcaba las 12:20 y probablemente todo se había consumado.

—Aquí está bien —no espere a que parara completamente y baje del auto casi en movimiento.

—¡Lisa! —le escuche gritar sin detenerme. Mis esperanzas continuaban vivas por alguna razón y si estaba casado con ella entonces solamente deseaba verle por última vez. Corrí, corrí al punto de casi perder el aliento, abrí las pesadas puertas de pino solamente para admirar el panorama frente a mí. 

Él vestía un smoking, el moño estaba en su lugar y aquel cabello rizado lucia perfectamente peinado, le sostenía la mano a Cressy, con su hermoso vestido blanco de escote corazón, la falda de tul, aquella fajilla de color hueso uniendo el corset con la falda y esos delgados guantes de organza con el velo adornando su cabello ondulado. Mis ojos se llenaron de lágrimas sin poder evitarlo.

—Lisa —pronunció él intentando acercarse a zancadas cortas.

—Felicidades —les grité antes de darme la vuelta para correr al auto de nuevo. Era tarde, muy tarde y el gran día cumplió su cometido, Michael y Cressy estaban casados.          

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora