Capítulo 30 "Lo que perdí"

121 14 4
                                    

El día había llegado, sus ojos verdes me sentenciaron por últimas vez y quizá aquella fue mi ultima oportunidad para no perderle, le vi dejar mi departamento sin la facultad verdadera de interponerme en su camino, no podía dejar de ver su mirada perdida en algún punto del infinito rogando por dar un salto en tiempo borrando quizá toda nuestra historia para evitar el sufrimiento y dolor de su presente. Toda la culpa de esas miradas tristes y la pesadez de su animo se aferraban a mi hombros, debía dejar de ser tan impulsivo, mis decisiones por impulso siempre traían malas consecuencias, tener a Lisa al otro lado de un muro, mirarle caminar por la calle sin poder pronunciar su nombre o tomarle de la mano se había convertido en mi nueva penitencia, tenerla tan cerca y aun así saberla tan lejos. 

Era complicado asimilar como cambio la situación de un momento a otro, detestaba pensar en cual era el resultado final de haber escapado aquella Navidad fría. De ir a Memphis en lugar de buscar una cena tranquila en compañía de mi familia, de abandonar Montana mientras la tarde caía a intentar salir de la jaula de los Jackson por la noche mientras la nevada adornaba mi viaje, de no tomar esa botella de vino antes de llamarla y contarle la razón verdadera de mi ausencia en aquella fiesta tan importante en donde aposto todo a nuestro amor perdiendo las ilusiones en mí, había logrado decepcionar a quien nunca me pidió nada a cambio de su confianza. Me senté en la isla de la cocina tomando el primer bocado de mi desayuno con la soledad, después de todo nada era capaz de perturbar aquella paz en medio de toda la tormenta, podía comer una vaca entera sin lograr llenar el vació en mi interior, podía beber un galón de vino, e incluso mantener el vivo recuerdo de su mirada lastimada cuando le hice la proposición a Cressy no había nada como lastimar a quien amabas para vivir en la incertidumbre de no saber si le veras volver. Una ver terminado el desayuno me propuse salir de casa directo a la oficina, pero antes de poder dar un paso más allá de la puerta Dejé mi frente chocar contra el marco de esta mientras el resto de su aroma se consumía en cada uno de mis suspiros. Ese era el primer día después de la despedida, y de ninguna manera podía creerlo. 

Me acerque al murciélago notando la terrible ausencia del auto de Lisa, mire el lugar vació a mi lado y entonces alguien toco mi hombro.

—Hola, ¿Michael Jackson? ¿Cierto? —al girar la cabeza me tope con la misma mujer de la mudanza de Lisa.

—Hola, sí, soy yo ¿puedo... —sin dejarme terminar la frase propino una de las bofetadas más dolorosas recibidas en toda mi vida—. ¡Qué demonios! —me atreví a protestar mientras mi mano reposaba en la mejilla enrojecida.

—Lisa probablemente no se atreve a dirigirte la mirada, pero yo no tengo problema alguna en pelear por ella en algunas ocasiones —sonrió con desdén desde su posición cruzando sus brazos.

—Mi intención nunca fue hacerle daño a Lisa. La amo —baje la mirada completamente apenado por no lograr defenderme frente a ella—, la amo...

—Pues deberías una mejor manera de demostrarlo, porque puedo perdonar mucho, pero nunca, nunca voy a la persona capaz de hacerle daño.   

—No la culpo —una lágrima se escapo de entre mis pestañas—. Ni usted, ni ella pueden odiarme tanto como lo hago yo en este momento —mi voz se rompió en la última palabra de la frase. No me había tomado el tiempo real para llorar por ella, para llorar por mi gran estupidez—. Lo lamento no era mi intención —me limpie los ojos con el dorso de la mano para introducir la llave en la cerradura del auto y ella me tomó del brazo.

— ¿Lo sientes? 

—Lo siento mucho, lamento ser tan idiota como para creer en las circunstancias contra mí. Lisa fue desde el primer momento algo magnifico, tenerla cerca es como ver salir el sol... con pequeños detalles se gano mi corazón —volví a llorar como un niño que ha perdido el más grande de sus tesoros—. No puedo imaginar una vida sin ella y ahora solamente debo dejarla ir, y eso duele.

Un suspiro se escapo de entre sus labios, pero no podía saber mucho de sus expresiones mirando solamente el piso. Estaba tan apenado por comenzar a llorar, no era capaz de levantar la mirada para contemplar sus ojos bañados en odio.

— ¿Por qué lo hiciste?  —murmuró con una voz ligeramente dulce. 

—Porque soy muy idiota. Ella propuso tomarnos un tiempo separados, solamente para pensar sobre mi propuesta, yo no creí verla volver, simplemente me volví loco. 

—Ella parecía muy entusiasmada por tu visita a Memphis, te llamó su novio llegando a casa, nadie se había ganado ese titulo antes, pero a pesar de estar lejos de ti tampoco parecía tener sudas sobre su respuesta.

—Debí adivinarlo, ¿cierto? Luego de tanto tiempo juntos podía decir cuando se quedaba en silencio porque tenía miedo de hablar sobre sus sentimientos. Era mi deber no volver a hacerla derramar una lágrima más después de aquella vez —me reprimí los detalles de nuestra primera noche juntos, pero la magia continuaba conmigo. 

— ¿Qué vez?

—Una noche, nuestra primera noche —me tomó por la barbilla para obligarme a mirarla directo a los ojos, el azul de su iris me atrapo casi al instante y asintió comprendiendo a que noche en especifico. 

— ¿Ella lloró? —interrogó con la sorpresa bañando cada una de sus facciones.

—Sí, yo me aterre un poco, pero entonces comprendí algo. 

—Su debilidad. 

Moví la cabeza como una respuesta afirmativa.

—Lisa se atrevió a llorar frente a ti. ¿Eso volvió a suceder?

—No, solamente ocurrió esa noche, parecía estar aterrada de lo ocurrido, tenía miedo de los posibles cambios entre nosotros.

—Ahora puedo comprenderlo de verdad. 

La mire intentando encontrar una explicación.

—Lisa no llora, al menos no frente a nadie, siempre sintió el llanto como una muestra de su debilidad y no fue capaz de llorar frente a nadie en mucho tiempo. Una vez me explico con un argumento bastante largo algo muy importante. Solamente llora frente a alguien de su entera confianza.

—Alguien sin la capacidad de lastimarla —deduje casi al instante, retiró su mano de mi barbilla, el pequeño hilo de lágrimas se volvió río golpee la ventana del auto un par de veces sin lograr romperla sangrando ligeramente mis nudillos. 

—Ella también te ama, por eso se siente tan rota. 

—Es todo, ¿cierto? No podre recuperarla, lo he perdido todo. 

Me abrazó sin decir nada pero aquel silencio fue la respuesta.

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora