Capítulo 9 "Realidad"

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¿Quién podía asegurar en donde empezaba la cordura y cuando terminaba la locura? Nadie, nadie podía hablar de cuando alguien había perdido la razón para no recuperarla nunca más. Y como nadie era capaz de definir la locura entonces no había manera de culpar a Michael por nada.

Esos ojos marrones a veces tan inocentes, tan asustados, nadie podía saber con certeza todo lo que estaba ocurriendo dentro de su mente, parecía tan comprometido con cumplir sus metas, desmentir todos los prejuicios establecidos por una sociedad despiadada llamada Monique.

Cuando leí sus libros lo pensaba como un hombre recatado, un niño asustado soñando con otro lugar en donde poder estar, y a pesar de tener un cascaron forjado por el miedo de ser lastimado, continuaba siendo un niño, uno pequeño buscando la protección de alguien dispuesto a amarlo sin condición alguna.

Él era parte elemental de mis días, su sonrisa era bastante especial, mirarle sonreír era como mirar un amanecer, no importaba si despertabas todo el año a la misma hora, siempre parecía mágico. Michael no era únicamente una persona especial, su existencia en sí parecía mágica, una mirada suya podía atravesar tu alma, enamorar a las personas era una de sus cualidades, siempre deseabas estar a su alrededor, ser parte de su entorno y estar presente para cuando sus risas escandalosas se hacían presentes.

El niño prodigio de la familia Jackson era como un diamante, realmente nunca fue un carbón, nació como diamante, siempre brillante al ojo espectador, curiosamente a pesar de estar destinado a la grandeza su vida no era un jardín verde sin espinas.

Había dejado de ser un niño tiempo atrás, pero continuaba con los mismos miedos y dolencias que un pequeño creciendo a la vista de millones, se enfrentó al monstruo de su armario por si mismo armado únicamente de coraje, sin embargo, a pesar de tener coraje no tenía la fuerza suficiente para vencerlo, entonces con su astucia decidió volverse su propio monstruo para no deberle explicaciones a nadie.

Una persona acostumbrada a su ritmo, no había nadie tan centrado como él, cuando deseaba algo lo obtenía sin importar nada más. No lo creía tan capaz de compartir su vida con nadie, no lo veía forjando un compromiso y atadura tan seria como era el matrimonio, esas palabras no me ateraban únicamente a mí.

—Tú me haces sentir especial, no imagino a nadie más en tu lugar, no puedo creer que nadie nunca me diera tanta comprensión, cariño, nadie haría todo lo que tú eres capaz de hacer por mí, y yo tampoco podría dejar entrar a nadie como tú lo hiciste. No podría. Lisa .Te amo, no hay nada en este mundo que pueda amar más que a ti, te amo tanto y quiero pedirte algo que nunca me creí capaz de hacer..., Lisa, ¿te casarías conmigo?

Y justo en ese momento el mundo se detuvo un segundo. No estaba segura si aquellas palabras eran un grito de ayuda o de verdad deseaba estar conmigo el resto de su vida, pero en mi mente únicamente había dos voces, una gritando que todo eso debía ser un error y la otra era de Monique.

"Su padre le dió un ultimátum, si no podía encontrar a alguien para compartir el resto de su vida entonces lo haría por él, junto un par de candidatas dispuestas a darle una vida feliz sin muchas complicaciones, pero Michael es rebelde. Él va a casarse contigo, eres su novia como parte de ese plan en dónde le da a sus padres el gusto de verlo caminar por el sendero del matrimonio, y él no renuncia a su vida de placeres."

Ella debía tener al menos un poco de razón, no estaba segura de cuales de sus palabras eran verdad, pero no pude preguntar, no pude articular palabra alguna, únicamente me quedé mirando el anillo, el esplendor del diamante y el oro, su mirada pérdida junto a esa sonrisa llena de desconcierto.

—No necesitas responder ahora —dijo casi susurrando—, puedes pensarlo y sorprenderme.

—Yo..., Yo lo voy a pensar.

Intenté sonreír, pero no podía, era presa de mi cuerpo y su estado de shock al escuchar esa pregunta, ¿De verdad Michael estaba actuando bajo la orden de su padre? O por otro lado él había planeado eso volviéndose víctima de las circunstancias. De una manera u otra, debía pensar.

— ¿Deberíamos comenzar a empacar? —aquel era un argumento de mi cerebro intentando pensar, sin lograrlo.

—Supongo que sí.

Dejó el anillo en mi dedo y camino en dirección a la salida de la habitación, sabía que ese diálogo al terminar de hacer su propuesta no era el adecuado, pero no podía decir otra cosa, no estaba segura ni siquiera de cuál debía ser mi reacción. Fui tras él, no deseaba hacerle sentir mal, únicamente estaba sorprendida y no de una buena manera, la última vez que alguien me había puesto un anillo en el dedo las cosas terminaron de verdad mal, no deseaba perder a Michael, él era siempre la mejor parte de mi rutina.

—Hey, espera —dije intentando seguirle el paso cuando lo encontré en las escaleras.

—Necesitamos hablar —me tomó por los hombros en cuanto me encontré cerca de él—. Yo sé cómo debes sentirte o al menos eso imagino, es una decisión muy importante, pero por favor, de verdad necesito escuchar que esto no es porque dije te amo.

Apenas escuche ese par de palabras me percate de todo cuanto había dicho. Dijo te amo, lo pronunció sin titubear en ningún momento, dijo te amo y no únicamente una vez.

—No —casi grité—. Eso no me incomoda en absoluto y yo...

Dejé de hablar en el momento menos indicado.

—Me amas —pronuncié, él lo había dicho, lo pronunció luego de dos años saliendo, dos años de besos y caricias. Él me amaba—...Michael.

Vi como los ojos se me llenaron de lágrimas, pero las obligué a quedarse en su lugar.

—Sí, y te juro que sin importar nada puedo repetirlo mil veces más. Lisa, te amo.

Te amo, te amo, te amo.

Lo besé, con urgencia y ternura, no podía permitirle ver de nuevo mis lágrimas, no podía dejarlo mirarme así, enamorada, pérdida completamente por él, en un cuento de hadas o en la realidad, diciéndolo con mi silencio, con mis lágrimas, con mis labios acariciando los suyos yo también lo amaba, lo amaba hasta lo indecible.

Soñando Con Los Ojos AbiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora