Capítulo 14 parte 2

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Su reacción después de decir aquello me pareció desproporcionada. Se dio media vuelta, dio una patada a la puerta del porche y se marchó corriendo, intentando soltar toda la rabia que tenía dentro. Sentí pena por él, pero no podía darle esperanzas. Sabía que no iba a querer a nadie como quería a Diego. Si lo nuestro no funcionaba, conocería a otros chicos, pero no sería lo mismo. En todo caso, Christian no era una alternativa. Entré en casa y fui al sofá. Miré a Diego, todavía muy enfadado.

— ¿Ya estás más tranquilo?

— ¡No, Luna! ¿Cómo se le ocurre besarte a la fuerza? Está loco... o es imbécil.

— ¡Ya está, ya ha pasado! Ahora, sabe que estoy contigo, le he explicado que no puedo querer a nadie que no seas tú. Se ha marchado y no va a volver —. expliqué, deseando con todas mis fuerzas que aquello fuera cierto.

— ¡Tú no lo conoces como yo! Volverá, aunque entonces no habrá nada que puedas decir para que no le dé una lección de respeto...

Me senté a su lado. Diego no paraba de mover las piernas, mirar hacia el suelo y apretar una mano contra la otra. Su nerviosismo era palpable. Le sujeté la cabeza con las manos, para que la girara y me mirase a los ojos. No se resistió.

—Mi corazón te pertenece, te lo entregaría ahora si me lo pidieras, sin dudarlo ni un segundo. No merece la pena estar así por Christian.

—No me quito de la cabeza la manera en la que te besaba. ¡Lo odio!

—Tú me dijiste que mis besos eran única y exclusivamente tuyos, aunque no te los diera. Piensa en eso y nada más.

Sonrió y le besé muy intensamente para que sintiera que solo le quería a él. Conocía la sensación que debía tener después de verme besando a otro porque yo la había tenido cuando él estuvo Miriam. Por eso, quise mostrarle que nunca besaría a otro chico, solo a él. Debió de funcionar porque su cuerpo se fue relajando, aunque, al apoyar la palma de la mano en su pecho, noté que su corazón se aceleraba. Cambió de postura, echándose sobre mí con tanto ímpetu que pensé que estaba desquitándose por toda la adrenalina que no había podido soltar con Christian. Sus besos y sus caricias no eran tan suaves como otras veces, pero no me importaba. Yo me sentía igual.

Después, debió de recordar lo que había pasado con Urko aquella mañana porque dejó de besarme, se levantó del sofá arrastrándome con él y me llevó escaleras arriba, hasta mi habitación. Me dejó sentada en la cama y volvió atrás, para cerrar la puerta. Entonces, se dio la vuelta y se quedó mirándome desde allí. Yo también lo miraba, imaginando lo que estaba a punto de pasar entre nosotros. Estaba claro que los dos lo deseábamos. Desde luego, yo sí. Tenía la boca seca por la expectación y, cuando traté de humedecerme los labios con la lengua, él levantó las cejas, se deshizo de su camiseta mostrándome su cuerpo perfecto y se acercó a la cama, quedándose a mi lado. También, se deshizo de la mía, y luego fue besando todo mi cuerpo, desde el ombligo hasta el cuello. Sentir sus labios sobre mi piel me hacía gemir bajito, y eso parecía gustarle mucho. Introdujo la mano por detrás de mí espalda y, cuando quise darme cuenta, me había quitado el sujetador. Le miré, sorprendida por la facilidad con la que lo había hecho, y el sonrió, orgulloso.

Luego, se agarró a mí y, sin que me diera tiempo de verlo venir, nos giró a ambos, de modo que yo quedé a horcajadas sobre él. Enseguida comprendí cuál era su intención, quería mirarme, verme desnuda. Primero, me dio mucha vergüenza quedar tan expuesta pero, después, cuando vi cómo me miraba y comprendí que le gustaba de verdad cómo era yo, me sentí mucho más segura. Cada vez que me besaba o me acariciaba con la punta de la lengua, hacía que me sintiera deseada y que confiara en él. Lo siguiente que hizo fue soltar el botón de mis vaqueros. Era otra barrera que íbamos a traspasar, pero ya no me importaba, él me hacía sentir bien conmigo misma. Siguió acariciándome, hacia arriba, hasta que sujetó mi arrebolado rostro entre sus manos y me susurró bellas palabras, como ya era habitual.

Luna de VainillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora