-.-.-.-.-.-Capítulo 41-.-.-.-.-.-
-¿Quieres tomar algo, cariño?...-preguntó Daniel cuando el chico de las bebidas se acercó con su bandeja llena de copas.
-Estoy bien, gracias.
El chico se fue.
Daniel apretó mi mano con fuerza haciendo que me quejara por el dolor.
Él solo se limitó a sonreír y a guiñarme el ojo.
Rodé los ojos.
Daniel no había estado muy “normal” durante la velada.
Se notaba que estaba nervioso. Casi todo el tiempo se la pasaba lanzándome miradas y apretando mi mano en son de broma.
No terminaba por entender su actitud, pero sabía que estaba tramando algo con Gisela, a quién también habían invitado a la celebración, por la forma sospechosa en la que se miraban.
Y Emma tampoco salía de mi cuadro de “sospechas sospechosas”…Al igual que David, Katia, Annabeth, Tayler, Roberto (que de alguna forma había logrado ser invitado sin que el rubio lo asesinase con la mirada),Dereck, ¡y hasta Catrina!
En resumen…¡Todos en la fiesta me parecían unos malditos sospechosos de primera categoría!
Dylan estaba con Mike en la habitación de este último, jugando a los videojuegos y teniendo una charla psicológica.
A ninguno de los dos les apetecía caminar por toda esa elegante sala con sus aburridos trajes que los hacían sentir como en un regimiento.
Así que me quede solo con Daniel, puesto que mis “antiguos amigos” se habían reunido en una esquina de la habitación para charlar.
Daniel suspiró con nerviosismo y siguió apretando mi mano.
-Daniel, ¿te pasa algo?
El rubio me miró por unos breves momentos y negó con la cabeza.
-No es nada, amor…-dijo-…solo que no estoy totalmente acostumbrado a este ambiente.
Sonreí y le acaricié la mano con mi pulgar.
-¿Quieres ir a otro lugar?...-reí.
Daniel también sonrió, pensó durante unos momentos, intercambio sospechosas miradas con Emma y luego asintió con la cabeza.
-¡Vámonos al balcón!, o…si prefieres a una de las habitaciones de la casa de tu hermana para poder conversar…
-¡Al balcón!...-rió-…si vamos al dormitorio no creo que sea necesariamente para conversar…
Asentí con la cabeza y dejé que Daniel me guiara, porque, obviamente, el conocía mejor que yo la casa de su hermana.