-.-.-.-.-.-.-.-Capítulo 14-.-.-.-.-.-.-.-
Desperté con los rayos del sol azotando la cara.
Abrí los ojos lentamente mientras mi vista se acoplaba mejor al panorama en tanto que mi organismo se despertaba pero no completamente.
Y ahí estaba Daniel. Acariciándome el cabello suave y tiernamente. Cuando vio mis ojos semi abiertos sonrió con satisfacción.
-¿Qué paso?-pregunté reincorporándome.
Daniel tomo asiento frente a mí al estilo jefe indio y acomodó un mechón de cabello tras mi oreja derecha.
-Ayer en la tarde te dormiste…-murmuró.
Recordé entonces la visita de Daniel y como descubrí que él no era quien creí.
-Suelo dormir mucho cuando estoy deprimida…
-Tranquila, las decepciones son parte de la vida…Es algo que no podemos evitar…
Asentí con la cabeza tristemente. Es una pena que personas tan importantes en tu vida sean en realidad los seres más despreciables del mundo.
-Daniel…¿A qué te referías ayer con eso de: “La Amy de la apuesta”?
El rubio suspiró con pesadez y me miró a los ojos.
-David nos contó a mí y a unos amigos que conocía a una tal Amy que según él era una total beata-hizo una pausa-…Entonces lo retamos a quitarle la virginidad a esa chica, cosa que él aceptó gustoso alegando que la convencería con sus artimañas. Sinceramente nunca pensé que esa chica sería mi futura esposa y la futura dueña de mi corazón.
Bajé la cabeza un poco sonrojada y extrañamente dolida a la misma vez.
Ahora ya entiendo el porqué del interés imparable de David hacía mí…¡Como odio a ese tipo!...Ilusionarme para después acostarse conmigo y luego dejarme tirada…¡Que poco hombre!...
Daniel me sonrió con comprensión y delicadeza y tomó mi mano suavemente.
-Sé de algo que te animará!
Levanté la vista con cierta curiosidad e intriga…¡Esa curiosidad mía que me acompañaba desde pequeña!...Tanto que la frase que más repetía mi madre era la conocidísima: “La curiosidad mato al gato”…y después yo alegaba un: “Pero el gato murió sabiendo”
-¿Qué cosa?-pregunté enarcando una ceja.
-¿Te gustan las fiestas de disfraces?-ensanchó aún más su sonrisa.
Chillé con emoción y me abalancé encima de mi, ahora querido, marido.
