-.-.-.-.-.-.Capítulo 31-.-.-.-.-.--.-
1era semana: ¡Nada bueno!
2da semana: ¡Aún peor!
3era semana: Mmmmm…¡No me fue tan mal!
4ta semana: ¡La situación va mejorando!
5ta semana: ¡Creo que he tomado mi decisión!
Bueno, después de haber pasado todas esas semanas con ambos chicos, creo que finalmente logré reconocer a quién le pertenecía mi corazón.
David era tierno y todo, pero tenía un serio problema para adecuarse a mis gustos. La mayoría del tiempo la pasamos discutiendo por la comida que tendríamos que comprar. Y eso sin mencionar que se fue alejando poco a poco. Incluso canceló tres de nuestras “salidas” porque tenía reuniones importantes. Eso no importaba, claro. Yo entendía que David tenía que trabajar, pero no soportaba que me mintiera. Porque en realidad lo que hacía en esas “reuniones importantes” era congeniar y charlar con sus amigotes.
No creo que ninguna chica quiera eso en una relación.
En contraste con Daniel, que en realidad se portó muy bien conmigo.
Si bien, al principio trató de sobrepasarse en ciertas ocasiones, el resto de los días empezó a controlar mejor sus hormonas.
De rato en rato decía un comentario fuera de lugar. Lo cual, por muy raro que fuera, me hacía reír. Comencé a pasar los fines de semana con él, y cuando David cancelaba alguna cita, ya tenía compañía.
Daniel y yo empezamos a conocernos mejor. Casi siempre me preguntaba por mis libros, y nadie jamás había hecho eso.
La mayoría de los chicos, a los que conozco, solo les interesa pasar el tiempo con alguien.
El ojiazul no dejaba de preguntarme por mi vida, de como era antes y como quería que fuese. Y aunque yo también traté de interrogarle de su pasado, el solo evadía mis preguntas y sacaba otro tema de conversación.
Lo único que no me gustó, fue que se comportaba algo sospechoso y recibía llamadas de una tal Gisela.
En fin…Creo que quiero a Daniel…No!...No creo…¡Sé que lo quiero!
Lo quiero con todo y sus defectos, su sarcasmo, sus berrinches, sus celos, su mente pervertida, sus debilidades…¡TODO!
Ahora lo que faltaba era decírselo a David. Sin duda, esa sería la parte más difícil de todo este proceso. Me ponía triste de solo pensar que perdería a un buen amigo. Porque eso era, un buen amigo que tenía virtudes y también defectos. Le quería, pero no con un amor de pareja, sino con un amor de hermano.
Finalmente, llegó la hora. Ahí estaban Daniel y David, sentados en el sofá frente a mí. Cuando les dije que ya había tomado mi decisión vinieron inmediatamente.
Pensé que lo mejor sería suavizar un poco el impacto. Así que decidí empezar con David.