Capítulo 33-"Cumpleaños...¿Feliz?"

21.6K 914 49
                                    

-.-.-.-.-.-.-Capítulo 33-.-.-.-.-.-.-.-

 

 

 

 

Por fin había llegado el día. Mi espíritu ansioso no me permitía fingir que estaba dormida.

Sé que sonará un poco tonto, pero, quería que sea Daniel quien me despertase. ¡Quería que me susurre un: <<Feliz cumpleaños, amor>>!

 

Sin embargo, esa frase nunca llegó a mis oídos. Pasaron los segundos, los minutos, e incluso las horas.

Me levanté un poco extrañada.

Daniel no estaba a mi lado. En su lugar había tan solo un papel con una nota escrita:

<<Buenos días, reina.

Si estás leyendo esto es porque ya me he ido, y…pues…¡te has despertado!. En primer lugar: ¡¡Feliz cumpleaños!!, ya tienes 22 años debes estar muy orgullosa. Te he dejado un pastel en el frigorífico. ¡Espero que lo disfrutes!

Estaré acompañando a Gisela todo este día porque tenemos unos asuntos pendientes que teníamos que arreglar. Trataré de llegar lo más pronto posible a casa.

 

Te ama, Daniel

Posdata: No me esperes para la cena.>>

No les voy a mentir. Lloré de rabia. No tanto porque Daniel estuviese ocupado. ¡¡Sino porque se había ido con la tal Gisela!!

¿Qué no podían arreglar esos “asuntos” otro día?. ¡¡¿Tenía que escoger precisamente la fecha de mi cumpleaños?!!

Tomé el papel entre mis manos, lo arrugué, lo rasgué en trocitos y lo tiré al suelo con furia.

Lo peor de todo este asunto es que, en lugar de pasar una romántica velada con Daniel, la pasaré encerrada en esta casa, sola, en el sofá, con un deprimente recipiente de helado.

Bufé y limpié mis lágrimas de enojo.

Me vestí e hice mi típica rutina de aseo con desganes total.

Después, bajé las escaleras mientras secaba mi cabello con la toalla.

No había nadie en el primer piso.

Vale, ya sabía que Daniel no estaba, pero…¡tenía la ligera esperanza de que todo eso era una broma!. Que cuando llegaría al último escalón me esperaría una fiesta sorpresa o algo por el estilo.

Pero no. ¡Nada! ¡Absolutamente nada!...Solo silencio y quietud.

Le lancé una mirada envenenada a todos los muebles y caminé hasta la cocina. La ira me había abierto el apetito.

Tampoco había nada. Ni un mísero tarro de leche o una caja de cereales.

Mi esposo?? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora