De regreso

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29 de julio de 2011. «Tres años después»

Gokayama, era un pueblo que estaba a una hora de Japón, parecía una cuidad, algunas casas aún eran tradicionales, tenían algunos edificios. Tenían sus propios cultivos, el clima era algo frió, pero agradable. Era más grande de lo que aparentaba. 

En un edificio departamental, en el departamento del séptimo piso, se encontraba una chica de ojos carmín despertando después de varias horas de pasión. Sonrió de lado al ver al hombre que estaba al otro lado de la cama bocabajo. Se levanto y se puso la camisa de su compañero para ir a la cocina.  

Mientras lavaba sus manos, admiro una vez más el pequeño anillo que adornaba su dedo anular en la mano izquierda. Llevaba un año de comprometida con ese sensual hombre, aún no podían fecha para la boda ya que él viajaba mucho por cuestiones de negocios, no era para menos. Su prometido era el hijo del dueño de la constructora más importante de Japón y tenían el edificio principal en ese pueblo. 

Allí fue donde se conocieron, pues él volvía de Inglaterra tras culminar sus estudios como arquitecto, ahora trabajaba con su padre y estaba con ella. Era la envidia de muchas chicas, pues cuando él llego al pueblo, muchas estuvieron tras su prometido, pero ella había sido la afortunada en estar con él.

—Tengo mucha suerte —susurró, mientras secaba sus manos con delicadeza.

Se acercó a la alacena para ver que tenía para comer, estaban en el departamento de ella, pues él aún no la llevaba a pasar la noche. Pensaba que quizás cuando se casaran vivirían allá. Sólo había llevado un par de veces a la casa de la madre de él y una vez a la casa de su padre. Aunque estaban a mano, ya que ella sólo lo había llevado una vez a su casa.

Resopló al solo encontrar ramen, al no usar mucho el departamento, no tenía cosas para preparar, sin contar que cocinar casi no era de su agradado. Por ello aún vivía en la casa de su padre, ya que él contaba con personal que hacia la limpieza y cocinaba. Si ella vivía sola, le tocaría hacer todo y eso no le llamaba la atención.
Lo que su padre le daba cada mes y su sueldo a penas le alcanzaba para pagar la renta de su departamento y para comprar su ropa y zapatos. 

Mientras preparaba su comida, tarareaba una canción. Dio un pequeño brinco al escuchar el timbre de su puerta. ¿Quién seria a esa hora? Era domingo, su día de descanso. Sus amigas sabían que ese día se la pasaría con su prometido y su padre... bueno él estaba trabajando, así que dudaba que fuese él. 

Apago la estufa y se dirigió a la puerta olvidando por completo que traía solo la camisa de su novio puesta. Abrió la puerta y sus ojos se abrieron a más no poder al ver a la joven que estaba frente a ella.

—H-hola —saludó una joven castaña de veintiún años con una tímida sonrisa.

—Rin... —susurró sorprendida—. Creí que estabas...

—¿Muerta? —completo la castaña.

—Sí —respondió la pelinegra confundida—. Pasa —se hizo a un lado para que la castaña pasara—. Nos llamaron de la clínica para darnos la noticia de tu muerte.

Rin apretó los labios, en el fondo sabía que eso pasaría. Respiró hondo y se cruzo de brazos. Observo a su hermana fijamente. Su cabello ahora lo tenía a la altura de sus orejas, se le veía bien resaltaba su fino rojo y sus ojos carmín relucían, iguales a los de su padre. 

—Creo que he llagado en un mal momento —dijo apenada al ver que ella tenía una simple camisa puesta.

—No —se apresuro a decir—. Como no esperaba a nadie...

—Entiendo —le sonrió, pues a nadie le aviso de su regreso. 

—Tranquila —se notaba nerviosa—. Han pasado muchos años.

Someone else #CandyAwards #SDA2017 #PROMISEAWARS17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora