Sospechas

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Se miraron fijamente, Inuyasha respiro hondo y comenzó a caminar hacia ella. Kagome hizo lo mismo, con cada paso se acercaban más y más. Sus miradas eran sumamente serias, no había nadie en esa calle, pero a ellos parecía no importarles.

—¿Cuando saliste? —pregunto ella en tono arrogante, cuando estaba a unos cuantos pasos de distancia.

—Esta mañana —respondió con seriedad—. Esto es para ti —de la bolsa de su chaqueta de cuero saco una bolsa de plástico transparente, dentro de ella había un pequeño cilindro de color negro y con un botón rojo en un extremo.

Kagome abrió ligeramente la boca, pero no dijo nada y enseguida volvió a su postura arrogante.

—¿Qué es?

—No es necesario que finjas, Kagome —dijo en su nombre en tono despectivo, ella alzo la ceja, tratando de hacerle creer que no sabía de que hablaba—. Es el control con el que hicieron explotar la bomba de hace años en la antigua biblioteca —explico con molestia—. ¿Sabes qué es lo más raro de esto? —Kagome seguía sin moverse, como si no le importara lo que él le dijera—. Que lo vi en tu casa dos semanas antes de ese incidente —apretó los dientes y ella parecía sorprendida.

—Debe de ver muchos iguales —se defendió. 

—Tal vez —le dio la razón—, pero curiosamente apareció en mi chaqueta ese día y en el momento justo. Que conveniente, ¿no crees? —ladeó la cabeza, mientras afilaba su mirada en ella.

—Hump... eso no dice ni prueba nada —aseguro e Inuyasha entendió que estaba aceptando que ella lo puso en su chaqueta cuando se abrazaron.

—¿Qué hacías esa tarde allí?  

—Fui a leer —respondió irritada e Inuyasha soltó una carcajada sarcástica.

—No te creo, a ti no te gusta leer —le recordó—. Y no creo que hayas estado ayudando a las personas...

—¿Qué estas queriendo decir?

—Sé que fuiste tú —se acercó más a ella en forma intimidante, Kagome retrocedió instintivamente al ver que él la asesinaba con la mirada.

—¿Q-qué te hace pensar eso? —ahora ya no parecía tan arrogante como hacia unos minutos. 

—Eso dímelo tú —se acercó más—. ¿Por qué mataste a tantas personas esa tarde? ¿Por qué me inculpaste a mi? —su voz era llena de reproche.

—No sé de que hablas —recupero su compostura.

—¡No mientas! —la tomó de los brazos y la sacudió un poco. Ella parecía no estar asustada por la violenta reacción del peliplata—. ¡¿Por qué lo hiciste?! Y no trates de negarlo, porque todo parece culparte —ejerció fuerza en su agarre haciendo que ella se quejara—. Me mentiste... —dijo dolido—, no sé que te llevo a hacer tal atrocidad...

—Me estas juzgando mal —dijo ella entre dientes.

—¿Qué estoy haciendo qué? —era el colmo, primero le insinuaba que si era culpable y ahora parecía que estaba tratando de demostrar su inocencia—. ¿Por qué nunca fuiste a verme? —quiso saber.

—No tenía tiempo —respondió con simpleza.

—Ya veo —suspiró y aflojo un poco su agarre—. Mi abogado trato de contactar contigo para que fueras a verme —ella apretó los labios, recordaba las llamadas que nunca respondió—. Los días pasaban y se convertían en semanas, las semanas pasaban a ser meses y tu... nunca te apareciste —eso era lo que más le dolía, saber que no contaba con su apoyo—. En ese tiempo me puse a pensar en lo ocurrido. Me pareció demasiado curioso que esa tarde tu estuvieses allí, luego me abrazaste y me di cuenta de que habías puesto el control allí —la volvió a apretar—, cuando salí ya no estabas, pero la policía llego y aseguro que yo fui el responsable de todo. Al revisar mi ropa encontraron esto —mostró el control—. El cual, después de varias pruebas se dieron cuenta de que tenía mis huellas.

Someone else #CandyAwards #SDA2017 #PROMISEAWARS17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora