Al ataque

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Eran las tres y media de la mañana del día sábado. Sesshomaru salía del baño ya listo para irse. Frunció el ceño al ver a Rin terminando de atarse el cabello en una coleta alta.

—¿Qué crees que haces? —pregunto seriamente. Ella volteó a verlo y se acercó a él para darle un corto beso en los labios.

—Iré con ustedes —respondió con simpleza al alejarse y abrir el cajón del mueble que estaba de su lado de la cama.

—No —dijo tajante—. Te quedaras aquí —la observaba fijamente. Ella saco un arma del cajón y se la guardo en la parte de atrás de sus jeans ajustados.

—No te estaba preguntando —giro hacia él—. Iré con ustedes lo quieras o no —su mirada lo decía todo, estaba dispuesta a ir por Naraku y Kikyo. 

—Rin... —la sujeto de la cintura—. Es peligroso que vayas. ¿Dónde conseguiste el arma?

—Lo sé, pero la última vez que te deje ir... —apretó los labios—, te perdí por tres años y no quiero que eso vuelva a pasar —suspiró—. Koga me ayudo a obtenerla y me enseñó a usarla —respondió a su pregunta.

—Aunque sepas usarla no iras —sentencio—. Volveré —aseguro. Tampoco quería perderla.

—No podrás detenerme —dijo con firmeza.

—Puedo dejarte atada a la cama —amenazo con seriedad y ella sonrió de manera coqueta.

—¿Atarme? —lo miro a los ojos—. Suena tentador —susurró sobre sus labios en tono seductor—, pero por ahora tenemos cosas más importantes que hacer —rió traviesa y él la miro con frialdad, lo estaba provocando.

—¿No cambiaras de opinión? —alzo ambas cejas, sin dejar de rosar sus labios, ningunos de los dos daba el siguiente paso al beso, de lo contrario terminarían en la cama una vez más, pues se estaba provocando con miradas y sutiles caricias. 

—No —jadeo al sentir una mano del pelinegro sobre su glúteo—. Así que vamos por nuestros amigos.

—Con una condición.

—¿Cuál? 

—Que no te separes de mi —su tono de voz la hizo estremecer.

—No lo haré —aseguro con una sonrisa.

Sesshomaru resopló, de nada serviría que discutiera con Rin pues estaba seguro que al final ella se iría tras él y sería peor ya que no podría cuidarla. Aunque admiraba la valentía de Rin al querer ir a enfrentarse con aquellos que alguna vez la tuvieron encerrada, con tal de salvar a Naraku y Kikyo. No la juzgaba, quizá él haría lo mismo. 

Rin no dejaba de verlo fijamente, él se veía tan sexy cuando mostraba esa cara de "molestia" con ella, pero le agradaba saber que quería cuidarla. Lo agradecía, pero también quería demostrarle que podía cuidarse sola. 

—Vamos —dijo él serio. 

Antes de soltarla, Rin lo tomó por el cuello de la chamarra y haló hacia ella para robarle un beso. Él no tardó en corresponderle, pasando una de sus manos por la espalda de la castaña hasta llegar a su nuca y sostenerla con firmeza. 

Someone else #CandyAwards #SDA2017 #PROMISEAWARS17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora