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Luego de despedirme de mi amiga, quedé con encontrarme con Diego en su casa. Al llegar a esta noté que él tenía el cabello mojado, por lo que supuse que se había bañado hace poco. Su casa parecía ahora más ordenada y en la mesada de su cocina, había tres cajas de pizza y dos botellas de gaseosa.

- Pero-

- Conseguí todo esto gratis. - comentó sonriéndome- El primo de un amigo mío abrió su nueva pizzería y le dio pizzas a él para que los promocionara. Así que somos afortunados.

En ese momento, me crucé de brazos y me hice la seria. Diego arqueó una ceja.

- Qué?

- Yo creí que sería comida de calidad. - bromeé- Y si en realidad es un asco?

- La comerás igual. - dijo- Incluso si te niegas, te haré comer todas las porciones. - le mostré la lengua a Diego en señal de que no me importaba lo que él decía.

Luego este abrió la caja y tomó una porción de pizza.

- Veamos que tal. - me la tendió.

- Tu primero. - dije aún con mis brazos juntos.

- Las damas primero. - comentó como un caballero.

- Qué gracioso.

- Vamos Lola. - sonrió.

- Y si está envenenada o algo? Apuesto a que lo haces a propósito. - Diego rió alegremente, lo cual me hizo sentir bien en ese instante. Repito, su risa era muy contagiosa y divertida.

- Vaya Smith, hoy si que nos creemos comediantes, huh? - opinó- Aunque tu solo sabes que el unico chistoso aquí soy yo. - agregó. Reí falsamente.

- Desde cuando? Jamás me has hecho reír. - continué hablando de la misma forma que minutos atrás. Hurley dejó la porción de pizza en la caja.

- Ah no? Ya te has olvidado? - preguntó sonriendome divertidamente.

Por un momento, no entendí a lo que Diego se refería, hasta que vi como lentamente comenzaba a acercarse a mi, manteniendo su sonrisa en su boca.

- Diego no. - murmuré.

- Tu lo pediste.

Dos segundos después, ambos nos encontrabamos corriendo alrededor de la casa, él persiguiendome para hacerme cosquillas y yo tratando de evitar que lo haga.

Llegué a un punto que ya no daba más, estaba demasiado cansada; pero fue en ese preciso momento en el que bajé la guardia, en el cual Diego me abrazo rapidamente y comenzó a hacerme reír. Veinte segundos después sentí que me estaba comenzando a faltar aire para respirar, además de que no podía lograr que Diego se detuviese.

- Basta! - dije a la vez que reía- Diego! En serio! No puedo... Respirar!

Hurley me sonrió, más no trató de separarse de mi, entonces comencé a moverme junto a él alrededor del living de su casa. Como iba caminando hacia atrás no me di cuenta de que el sillón principal se encontraba detrás de mi, por lo que ambos caímos sobre este.

Tomé una larga bocada de aire al ver que Diego ya había dejado de hacerme cosquillas, por lo que me relajé un poco. Hasta que noté en que posición nos encontrabamos en ese momento.

Diego estaba encima de mi, ambos brazos alrededor de mi cuerpo, impidiendome salir de allí, y su rostro a tan solo centimetros de mi.

Hurley continuó riendo hasta que notó que yo ya no estaba sonriendo.

En ese momento, intenté levantarme, pero sorpresivamente Diego no me dejó; de modo contrario, comenzó a acercar su rostro al mío. Estaba a punto de hablar, cuando Diego junto nuestros labios. Al principio, intenté apartarme de él, pero luego pensé en que realmente no quería hacerlo.

El beso inició lento, pero fue tomando velocidad a medida que pasaban los segundos. Puse mis brazos alrededor del cuello de Diego y él sujetó mi cintura con ambas manos.  Luego me levanté para finalmente sentarme en el regazo de Hurley. Diego disminuyó el poco espacio que quedaba entre nosotros, acercandome más a él.

Mientras nos encontrabamos así, de alguna forma, me sentí bien. Me sentía bien al estar besándolo, me sentía bien al estar juntos de nuevo. Y  solo por esa vez, me di cuenta de que no quería detener las cosas.

Diego y yo fuimos a su habitación; caminamos un poco por esta hasta recostarnos en su cama. Continuamos besándonos y en eso, decidí tomar su remera y quitarsela. Él procedió a hacer lo mismo con la mía antes de besarme nuevamente. Hurley se puso encima de mi y comenzó a darme pequeños besos en mi hombro. Mientras tanto, me ocupé de dejarle una bonita marca en su cuello antes de volver a depositar mis labios en los suyos.

Realmente no quería detenerme, pero claro que tuvimos que hacerlo.

El timbre de Hurley sonó más de tres veces seguidas, por lo que este tuvo que cortar lo que estaba haciendo conmigo, no sin antes bufar enojado.

- Quién mierda será, por el amor de dios. - comentó amargamente mientras se ponía su remera otra vez. Reí al ver lo frustado que estaba pero segundos después, este se acercó rápidamente a donde estaba, sorprendiéndome. - Esto no termina aquí, Smith, así que no te rías. - agregó antes de besarme nuevamente. Luego se paró y salió de su habitación.

Opté por ponerme mi remera yo también y espiar por la ventana quién había llegado a la casa de Hurley a esa hora de la noche.


Mi Mejor Amigo [2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora