18- Quiero salir de aquí, pero no quiero huir de Vulterra.

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La tarde después de que me la pase con Alec, él tuvo que salir a alimentarse, dijo que no tardaba, así que yo me quede en la habitación.

Estaba tan aburrida tirada en mi cama que no sabia que hacer, tenía mi pierna arriba de una almohada, quería salir… tal vez si salía e iba a la sala para hablar con Aro, ¿Que me diría?

Me levante y me puse mi único tenis, como deseaba ya que me quitaran este maldito yeso. Tome mis muletas y me levante de la cama; aun me era difícil moverme con estas muletas pero ya me acostumbraba.

Camine por todo el pasillo, ¿Qué me dirá? ¿Me dejara salir? Bueno aún no se eso, ya que aun no le preguntaba nada, si no arriesgo no ganare nada, además no pierdo nada, ya estoy encerrada.

Cuando llegue a la gran puerta la toque, se que si un humano estuviera adentro no me escucharía, la puerta es tan pesada y gruesa que no la puedo ni abrir y cuando la toco creo que solo se escucharía como un rose. Claro, soy una humana y por lo tanto esta torpe  puerta me era tan pesada.

- ¿Qué haces afuera de tu habitación niña?-

-¿Y tú que haces afuera de tu cueva grandote?-

Era Félix que estaba en medio de la puerta y yo, tenía los brazos cruzados. Como odiaba esto de él, pero en el fondo era muy divertido… muy en el fondo.

-Querida, no deberías estar afuera de tu habitación-

-Lo sé, lo sé Aro, pero créeme estoy tan aburrida que… creo que prefiero entrar a un convento de monjas, sería más divertido- dije pensativa.

- ¿Un convento de mojas?- dijo Carlos.

-Sí, es donde hay mujeres con vestido muy, muy largos creo que les tapan hasta los pies y tienen un crucifijo colgando en el cuello y…-

-Elizabeth, querida, sabemos lo que son monjas, solo que en nuestro tiempo les decían religiosas-

-Y aun le dicen así-

-Bueno ya, cambiando de tema, Aro ¿Podría hablar contigo?-

-Claro querida, pasa, Félix déjala pasar-

Félix se hizo a un lado y yo empecé a andar por el gran salón. Me era vergonzoso que me vieran todos.

Cuando estuve enfrente de Aro me pare lo más derecha que las muletas me permitieron. Claro que… jamás le hice reverencia a Aro ni a ninguno de los viejos.

-¿De qué quieres hablar querida?-

-Bueno yo… quería pedirles permiso para poder salir a las calles de la ciudad, no quiero escapar ni nada, además no podría hacerlo si quisiera- y le señale mi pierna y mi condición de humana.

-Bueno querida, no lo sé, pero si llegas a salir tienes que salir acompañada de alguien de la guardia-

-Está bien,  acepto salir con niñera-

Todos rieron por mi comentario, bueno  ya tengo la mayoría de edad y aun tengo que usar niñera para poder salir. Era vergonzoso salir con niñera; solo esperaba que no me mandaran con alguien que me odiara o que no me hablara.

-Bueno entonces tu decides cuando salir, tienes el permiso y Alec te acompañara, ¿Alec me arías el favor de cuidarla?-

-Claro amo, no se preocupe que la cuidare muy bien-

-Salimos más tarde, aún es temprano y quisiera salir lo antes posible, no es que no este a gusto pero quiero salir también-

-Bueno, cuídate pequeña te puedes retirar-

-Gracias-

Me di la vuelta y empecé a caminar hacia la salida para ir a mi cuarto y prepararme para salir a pasear más tarde. Alec salió conmigo y me ayudo  a llegar a mi cuarto.

Él se despidió de mí para poder ir a su cuarto y arreglarse, pasaría por mí a las seis de la tarde así que tenia unas dos horas para arreglarme.

Quería estar bien vestida pero con el yeso no podía arreglarme mejor, así que me pondría lo de siempre. 

La posibilidad de un error... ¿Alec Vulturi en mi cuarto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora