61- El estrés nos está separando.

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Francia. 8:40 p.m.

Tenía dos días sin dormir, y tampoco  sin alimentarme bien, tenía que hacerlo pronto ya que no podía pasar más tiempo rodeada de humanos, a pesar de ser hibrida yo en cualquier momento podría tirarme al cuello de cualquier ser humano.

Con cuidado entre a una tienda donde vendían armas y algunas cosas de deportes, un hombre no muy joven pero tampoco muy mayor me atendió.

—Buenas tardes, ¿Necesita algo?— cuando me miro se alerto un poco, sonriendo me senté en la barra donde estaban las ventas.

—No hagas nada, fíjate tu que yo ahora mismo no ando de mucho humor como para tener que hacerte algo, y toda tu tienda esta cercada por un escudo que evita salir a la gente y entrar, además de que nadie te escuchara— me mire mis uñas y después lo mire seria.

— ¿Quién eres? ¿Qué quieres?— su asentó francés me hizo rezongar, suerte de mi parte al saber más de la mitad ya de la mayoría de los idiomas en este planeta.

—Quien soy, no es de mucha importancia, solo te diré que me llamo Elizabeth ¿Y que busco? busco algo que es de vital importancia para mí— me cruce de piernas y me incline un poco, yo ahora no le temía a nadie, a pesar de que él era un vampiro completo, yo tenía los dones de todos los vampiros existentes, y también podría inventar lo que sea.

—No sé de qué me estás hablando— retrocedió un poco.

De un salto me baje de la barra y me puse detrás de la barra para enfrentarlo, era un poco más alto así que me puse un poco de puntillas, patético.

—Solo mira bien y compruébalo— puse mi mano en su mejilla y le pase las imágenes que tenia de mis hijos, algunos informes pero teniendo mucho cuidado de la información del clan a donde pertenecía.

Con cuidado quite mi mano y mirándolo con recelo, él me miro estupefacto y me miro asustado.

—Yo… creo que vi algo hace una semana, una pareja ha venido a esta tienda solo preguntando por unas indicaciones, yo tengo un don que…—

—Sí, lo sé, puedes ocultar el olor de vampiro, no se dieron cuenta de que eras uno y por eso te vieron como un humano pidiéndote indicaciones—

— ¿Cómo sabes…?—

—Es fácil saberlo cuando tengo dones como los míos, y con las prácticas que yo tengo, pero eso es lo de menos, quiero que me digas todo lo que sabes, y quiero que cooperes a mi favor, créeme que si están en mi contra la pasaras muy mal y tu querida Mariana sufrirá las consecuencias—

—Nosotros no queremos causar problemas, ¡Nosotros no tenemos nada que ver con eso!—

—Bueno, si quieren seguir viviendo como humanos en paz y todo eso, es bueno que cooperes conmigo, no meteré a Mariana en esto si tú me ayudas—

—Dime lo que tengo que hacer, pero tienes que saber que si los Vulturis se enteran de que estas matando vampiros o lo que sea vendrán a buscarte y…—

—Por ellos no te preocupes, tengo todo resuelto— saque con cuidado mi collar de los Vulturis que sabía que me ayudaría, y le enseñe el anillo de promesa que Alec me había dado… Alec.

—Eres una de ellos— me acuso asustado.

—Sí, así que es mejor que actúes a mi favor como te dije, no quiero tener problemas y tampoco que me los causes, solo ayúdame en algo y después te dejare en paz—

—Está bien— dio unos pasos hacia atrás y después camino hacia una puerta, donde me miro para que lo siguiera. —Mi nombre es…—

—Marcus, lo sé— le dije restándole importancia.

Él no me dijo nada pero camino, la puerta nos conducía a un cuarto donde tenía otra puerta que Marcus abrió, la luz de la luna se veía alumbrando  un callejón.

Habíamos salido de la tienda.

—Ahora yo te sigo, pero solo déjame explicarle a mi Mariana, no quiero que se preocupe—

—Muy bien, trata de no decirle mucho sobre esto, entre menos sepa mejor, créeme— le advertí.

Atrapo un celular móvil que le avente en vuelo, este no registraba el numero, así que si marcaba nadie podría localizarnos, cada cierto tiempo cambiaba el numero además de que siempre aparecía en privado, como un número no existente, también tenía que hacer un par de llamadas yo.

(******)

5:00 a.m. Francia.

Ya me había alimentado, pero aun así no me sentía completamente satisfecha, ahora solo estaba sentada en una roca esperando a que Marcus llegara de cazar, lo quería bien alimentado para no tener accidentes.

Saque mi celular móvil y lo hice girar en mis dedos, estaba indecisa pero sabía que había echo mal cuando le había contestado así, claro que era suficiente lo que estaba haciendo, pero el dolor que sentía me cegaba a tal grado de que estaba dejando que la presión me consumiera.

Marque el numero, tan solo dejando aplanado el botón de acceso directo a su número, uno, dos y tres veces sonó antes de que me contestara.

— ¿Qué pasa?— su voz no demostraba enojo, pero tampoco felicidad.

—Alec… hola, no pasa nada solo quería… disculparme— sabía que mi rostro era de dolor.

Pero no contesto, más sin embargo hubo silencio, un silencio donde sabia que meditaba mis palabras y también las palabras que usaría.

—No tienes nada por lo cual disculparte, pero creo que yo también tengo que hacerlo, Elizabeth, eres una buena madre y el que seas una hibrida te hace especial, tus dones, creo que tienes razón, yo con mi olfato no pude rastrear bien, pero con tus dones tal vez los encuentres mucho antes que nosotros—

—No Alec, tu eres suficiente, se que buscas bien a nuestros hijos, eres muy bueno en eso… lo lamento mucho, esto del estrés nos está separando, tenemos que calmarnos antes de hablar o actuar, no debemos dejarnos llevar por los impulsos, al menos en mi caso—

—Elizabeth, ¿Dónde estás?— cambio el tema.

—Estoy en Francia, buscando pistas, encontré a un vampiro que me puede ayudar… Alec, te necesito aquí conmigo— suspire.

—Yo también te necesito, dime donde estas e iré para allá, estaremos juntos en esto— sonreí de lado, pero aun así la sonrisa no llegaba a mis ojos.

—Estoy en Francia, en el bosque más espeso que puedas encontrar, coordenadas…— y le explique donde más o menos estaba, no quería darle muchos datos ya que no confiaba mucho en este aparato.

Ahora solo tenía que esperar a Alec y planear estrategias junto con él y con Marcus, teníamos que encontrar a mis hijos lo antes posible, si ellos estaban a manos de unos hijos de la luna, a saber cómo los estaban tratando ellos, pero no podía dejar que los tocaran.

La posibilidad de un error... ¿Alec Vulturi en mi cuarto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora