66-Guerra.

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Todos mirábamos hacia el lugar donde seguían conviviendo entre si y en paz, sin ningún pensamiento y tampoco ninguna sospecha sobre el hecho de que en unos minutos clanes entrarían a atacar para rescatar a mis queridos hijos.

Nos separamos en grupos considerables, no deberíamos estar solos por el simple hecho de poder evitar cualquier error, además si atacábamos en equipo fácil podríamos reducir al enemigo.

Con una señal que ya habíamos hablado anteriormente, di la orden para que dejaran caer una granada de sonido en la parte trasera de donde estaban todas las tiendas de campañas o casas semi-fabricadas. Como lo supuse, la mayoría fue a ver qué era lo que pasaba, y esa fue nuestra señal de entrada, todos cayendo de entre los árboles y yo tratando de no perder la concentración del escudo que los cubría a todos, atacábamos y tratábamos de no matar a nadie inocente, los atábamos y encerrábamos en una de las tiendas que algunos chicos tomaron como "cárcel" para así mantenerlos encerrados.

Los noqueábamos y algunas veces les hacíamos heridas lo suficientemente profundas para que no atacaran a nadie y que no se movieran, tenía que llegar rápidamente donde tenía a mis hijos, sabia a la perfección donde estaban, los habíamos vigilado a todos, habíamos seguido cada pisada que daban dentro y fuera de este terreno.

Humo por todas partes, gritos de personas pidiendo auxilio, los lobos de la reserva también estaban en esto, mucho más concentrados de lo que yo podía pensar, los Cullen, Vulturis, los Quileutes, algunos nómadas y algunos clanes que eran desentendidos de las alianzas que habían entre este mundo, todos ayudando y peleando codo con codo, simplemente por una razón, mis hijos.

-Por aquí, siento algo que me dice que tenemos que ir por este lado- les avise a los que estaban conmigo, me siguieron mientras yo corría a todo lo que podía y noqueaba a los que se me atravesaban, tal vez sería más fácil quebrarles el cuello y no dudo que lo estén haciendo algunos, pero si dejamos a algunos vivos tal vez pueda llevarlos al castillo Vulturis un gran castigo.

Al fondo de todo el ruido y todo el sonido de los gritos y el humo había una casa-cabaña, estaba en perfectas condiciones, algo me decía que era en ese lugar, sin pensarlo corrí hacia esa cabaña y con una patada tumbe la puerta, solo que ese acto hizo que la persona que estaba dentro tomara a uno de mis hijos y lo tomara de rehén.

-Suéltalo- gruñí, casi no se entendía lo que hablaba.

-¿Porque he de hacerlo? este engendro será mi salida, además de que será la perfecta venganza por haber atacado a mi familia, a mi clan, este engendro chupasangre pagara con la muerte lo que ustedes hicieron-

Di un paso al frente haciendo que ese hombre acercara más sus garras al cuello de mi hijo, empezando a llorar, mis puños se cerraron fuertemente al ver como mi hijo sufría.

-Yo que tu no daba un paso más, eso podía acabar con la vida de tu querido hijo, aléjate- no hice caso, simplemente mi cuerpo no se podía mover, me sentía paralizada y no era miedo, no, esto era ira, odio, todo mi cuerpo ardía de pura ira, sentía mis ojos arder como si estos estuviesen prendidos con fuego, mi cabeza no hacía nada más que ver al enemigo, sentía como todos mis sentidos eran controlados por un solo sentimiento. La ira.

-Suelta a mi hijo de una vez- gruñí más fuerte.

-¿Que si no lo hago?-

-Te arrepentirás de haber puesto tus manos sobre él -

Mi furia era tanta que no podía controlarme, no podía sentir ningún nervio en mi cuerpo, no sentía el suave viento que nos rodeaba, no sentía el calor de las llamas que empezaban a devorar todas las casas.

No lo pensé dos  veces, había practicado con uno de los dones que había descubierto, aparte de algunos otros, sabía que este me serviría algún día y hoy era ese día, mirando a mi objetivo a los ojos lo paralicé, borrando así su horrible sonrisa de su rostro, rápidamente me acerque a él para quitarle a mi hijo y levantando a mi hija con cuidado, le entregue uno a Alec y el otro me lo quede yo, verificando que estuviesen bien.

-Me alegro de que estén bien, ahora llévenselos de aquí, díganle a Carlisle que los verifique mejor, por favor cuídenlos hasta que se restablezcan bien-

-¿Y tú no vienes con nosotros?- me preguntaron, haciendo que los mire desde mi hombro.

-Tengo un asunto que arreglar aquí, es hora de poner fin, salgan de aquí y digan a los demás que los prisioneros vivos los lleven a otro lugar, y los inocentes déjenlos ir-

-Pero...-

-¡Que se vayan! tengo que terminar esto, ahora esta es mi pelea- mi cuerpo temblaba y no era de miedo y tampoco de frio, era de la ira que empezaba de nuevo a llenarme, al respirar sentía como ardían mis pulmones.

Escuché como salían corriendo con mis hijos, sintiendo como Alec antes de salir me dirigió una mirada elocuente, una mirada que decía que tenía que salir viva de esta, que tenía que regresar a su lado y al lado de mis hijos, lo entendía, lo sabía perfectamente y por eso no dejaría que un perro como este me ganara.

Quite el efecto del don en él, lo deje libre y moverse haciendo que me mirara furiosamente y enseñándome los colmillos.

-Eres igual a tu madre, la verdad es que disfrute matándola, viendo como me miraba con odio al saber que te tomaría a ti como parte de mi venganza, ahora disfrutare matándote a ti y veré que tanto te pareces a esa chupasangre, mírame con odio... si, de esa manera-

No aguante más y me avente hacia él, gruñendo como una poseída y atacando a cualquier blanco libre que podía alcanzar, haciéndole varios rasguños además de serias heridas pero aun así eso no evitaba que el bastardo que tenía enfrente de mi dejara de sonreír, esa estúpida sonrisa era la que más furia me daba.

Esta sería una pelea a muerte, uno de los dos tenía que quedar vivo y el otro tenía que morir, sino esto no tendría fin alguno, tenía que ganar, por mí, por mis hijos y por Alec quienes me esperaban.

La posibilidad de un error... ¿Alec Vulturi en mi cuarto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora