Capítulo 7.

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           Un grupo de unos cuarenta niños, mientras los guiaban a pie hacia su destino, tuvieron una pequeña vista panorámica de los alrededores del castillo. El celador, mientras tanto, muy por encima les ponía al corriente de la fundación del colegio y algunos temas de interés. Llegaban a las impresionantes puertas del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, a través de un largo puente de piedra. La imponente pared, que rodeaba la puerta principal del castillo, estaba llena de golem de roca en pequeños entrantes en ella.

Algunos que conocían la historia del colegio, comentaban que aquellos seres eran un ejército guardián, que los protegería de cualquier peligro si se daba el caso. Muchos Golem aun conservaban los restos de la gran batalla que se produjo hacia ya diecinueve años, pero eran muy pocos, la mayoría de ellos habían sido repuestos con el paso de los años.

A las afueras de aquella puerta había un hombre grandote y corpulento, que vestía un abrigo oscuro y un atuendo que pareciese ser el Guardián de las Llaves y Terrenos del Colegio. Aquel señor tenía más de cincuenta años, medía los dos metros, tenía el pelo largo pelirrojo aunque algo sucio. Algunos rastros de hojas en el cabello hacían indicar que había estado en el bosque poco antes de encontrarse con ellos. En su mano derecha portaba un candelabro y en la izquierda un manojo de llaves, todas juntas en una gran anilla.

—Bienvenidos alumnos de primer año —Les saludaba muy amable, a la vez que con la mano que portaba las llaves se las mostraba a los alumnos—. Soy el señor Edwin Kerr, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts. Siento no haber podido iros a recoger a la estación, por lo general soy yo el encargado de hacerlo pero... —Sacudiéndose el abrigo se quitaba los restos de hojas y la maleza—, tanto el señor Hagrid, el antiguo guardián y yo, hemos estado fumigando los alrededores del Bosque Prohibido, para asegurar que todos los alumnos lleguen sanos y sin una sola mordida, tenemos una plaga de Hadas de los Dientes.

— ¿Cómo va el tema con esas dichosas hadas? —le preguntaba el celador.

—Controlada, por suerte esta clase de hadas solo viven unos pocos días, pero no veas como muerden. Durante los días en los que dure la plaga recomendaría, por vuestra propia integridad, no acercarse mucho a los alrededores del bosque.

—El señor Hagrid, ¿está bien? —Rose, animada por su primo que se comportaba más tímido en la multitud, no dudó en preguntar por el estado del antiguo guardián, que ahora se había jubilado pero aun seguía viviendo en su cabaña y ayudaba en todo lo que podía al nuevo encargado de los terrenos.

— ¡Nunca ha estado mejor! En unos días, con la cremita que se está poniendo, recuperará el rostro y las extremidades que le faltan —Al decir aquellas palabras los niños se agitaron asustados y preocupados, esto provocó la sonrisa del nuevo Guardián de las Llaves que les estaba tomando el pelo—. Eran bromas, está bien, con algunas mordidas pero nada del otro mundo. Al no formar parte ya del profesorado, no acudirá a la Ceremonia de Selección, pero en unos días, cuando la plaga remita, los que lo conozcan podrán ir a visitarlo a su cabaña.

—Es la hora, Ed, la ceremonia comenzará en breve.

Las puertas del castillo se abrían solas y mientras el guardián permanecía en la entrada, el Señor Blair se adentraba en el gran recibidor, dejando a los pequeños a las afueras que seguían admirando las estatuas. Al volver a salir, los ojos de aquel hombre de apariencia temible, volvían a derramar más lágrimas. "¿Vuelves a llorar?", le preguntaba su compañero y este solo pudo asentir con la cabeza y permitía el paso a la siguiente generación de aquel año.

La mirada de aquellos jovencitos once añeros no podía prestar más atención a su alrededor, al ver aquella edificación de impresionante tamaño. El recibidor daba a unas largas escaleras, pero no se detuvieron allí, fueron guiados hacia la Cámara de Recepción donde los dejaron a los pies de unas nuevas escaleras de unos quince escalones.

Las Cinco Varitas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora