A mediados del mes de noviembre, en el colegio Hogwarts, todo el alumnado estaba eufórico pues había llegado el momento del primer partido de Quiddich entre las casas de Slytherin y Gryffindor. En la casa de Hagrid estaban este y los primos haciendo un rápido vistazo de los periódicos antes de salir hacia el campo de juego.
Mientras estaba por iniciarse el primer partido, en el interior del colegio, quedaban muy pocos alumnos, entre ellos James Potter que, cumpliendo su castigo, tampoco podía acercarse al estadio hasta que finalizase el encuentro. Cuando el partido acabara, tanto él como sus antiguos amigos, tenían que ir hasta el campo pero para limpiar las gradas.
En soledad, mirando desde uno de los miradores del castillo, allí veía el campo y cómo todo el mundo estaba eufórico ante el inicio del trepidante encuentro entre las dos casas rivales. Unas lágrimas de pena de no poder estar allí fueron liberadas, más como no pensaba quedarse en aquel mirador todo el tiempo, optó por ir a estudiar algo.
Llegando a la gran biblioteca buscó si estaba su rara compañera y su gato. Intuía que no iría a perder el tiempo en ver aquel deporte que, ella, calificaba de "estúpido" y al menos podría ponerse a estudiar en compañía de alguien.
Cuando llegó, la biblioteca estaba casi despejada, fue entonces cuando encontró a Vega sentada en el sitio donde siempre solía ocupar solo que, aparte de tener una cara de enfado muy notable, no tenía muchos libros abiertos. Para su sorpresa los estaba cerrando y organizando para marcharse. Preguntándose hacia donde iría se acercó hasta ella.
—Buenos días —Con la intención de estudiar, tenía un libro en sus manos—. ¿Te vas? ¿Vas a ir a ver el partido? —como no sabía hacia donde pensaba ir, le quiso preguntar. Aunque por lo general no cruzaban más palabra que los saludos de rigor.
—Buenos días —al preguntarle lo del partido se quedaba extrañada sin dejar de aparentar estar irritada—. ¿Ir a ver el Quiddich? Para mí existen dos clases de deporte: el verdadero, en el que todo el esfuerzo recae sobre el jugador y el pseudodeporte en el que no depende de ellos, llámese hípica o cualquier competición en la que implique vehículos o en este caso: escobas. Cuando el precio de la escoba sobre la que vueles influya, por mínimo que fuera, sobre la velocidad que lleves, eso ya desmerece mucho cualquier competición.
— ¿Por qué lo enredas todo? Es divertido y entretenido.
—Esa es tu opinión, pero no la mía.
—Si no vas a ir a ver el partido y tampoco vas a estudiar: ¿A dónde vas?
—Esa respuesta solo la respondería a mis padres —cuando dijo la palabra padres soltó un suspiro de estar aun más indignada—, o cualquiera de los profesores. Podría incluso responderla a un Prefecto del colegio, cualquier figura de autoridad. ¿Pero a un compañero? ¿Desde cuanto te importa a donde voy?
—No quería decirlo así, es que pensaba que no te importaría que estudiase en tu misma mesa.
—Pues ahí la tienes, la mesa donde suelo estudiar todita para ti. Yo me voy a otro sitio y de ahí es más que probable que acabe en la enfermería.
— ¿Qué? ¿Enfermería?
—La ira y la frustración no es recomendable dejarla dentro, hay que liberarla.
— ¿Por qué tienes tanta ira contenida?
—Hoy estamos hablador, responderé tu pregunta con otra —Comenzaba a irritarse muchísimo—: ¿No entiendo por qué me hablas? Estás solo, primero: porque tú te lo buscaste. Segundo: Porque yo te delaté ante los profesores. Pero si llego a saber que las consecuencias serían tener que soportarte, la verdad que me lo hubiera pensado.
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Las Cinco Varitas.
Mystery / ThrillerSoplan viento de cambio en el mundo mágico. 19 años han pasado desde que la historia terminó y una nueva aventura está cerca de comenzar. Las cinco varitas han sido creadas. Cinco portadores, cinco historias, cinco leyendas y un misterioso jugador m...