Capítulo 8.

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Primer Acto: Intimidando al Ministerio.

            A las seis de la mañana del 2 de Septiembre, en la casa de los Potter estaban durmiendo todos los que se habían quedado en ella. Kreacher fue el primero en despertarse, como de costumbre lo primero que hacía era preparar la colada de la casa, la limpiaba a diario, no había pieza de ropa que no estuviera limpia, seca, planchada y bien guardada, ya fuera en un cajón o en una percha.

La calma y el silencio de aquellas horas, se vio interrumpida cuando el aleteo de una lechuza se aproximaba a la casa. El asistente doméstico se acercaba a la puerta para recoger el correo que estaba a punto de llegar, pero la carta que lanzaron a la casa entró sin detenerse por la ranura que había en aquella puerta, entró girando y así siguió haciéndolo mientras avanzaba por la casa.

El elfo pudo pararla si hubiera querido, pero al ver que llevaba el sello del Ministerio la dejó seguir su camino, aunque luego pronunciara muy bajito: "Amo Potter, ha llegado el correo." Continuando con sus obligaciones se fue al sótano donde seguía en mitad de la colada, "Que no diga luego que no le he avisado.". Sonriendo seguía almidonando y planchando camisas y pantalones.

La carta subía por las escaleras directa al cuarto de Harry, la puerta del dormitorio se abría al paso de esta. Flotando en mitad de la habitación y justo delante de la cama, al abrirse emitió una alarma que sobresaltó a la pareja haciendo que dieran un brinco en la cama.

"¡¡¡Aviso urgente al Comandante Auror!!!" Repetía una y otra vez hasta que el destinatario fue hasta ella y la tocó para que continuara informando de su contenido. "Se requiere su presencia de inmediato en el Ministerio." Tras decir aquello se abrió la carta donde explicaba lo sucedido.

— ¿Qué pasa? —Frotándose los ojos, la señora de la casa se ponía la bata y se sentaba al lado de su marido.

—Me convocan a una reunión con los consejeros del Ministerio. Han desaparecido todos los fantasmas del continente Europeo —Leyendo la información se sujetaban la mano —Está llegando información desde todos lados, anoche a la una de la madrugada desaparecieron.

— ¿También los del Colegio? ¿El profesor Cuthbert Binns..., Sir Nicholas...?

—Aquí dice todos, aunque no especifica si ha afectado a Hogwarts.

— ¿Cómo es posible? Los fantasmas que se quedan en este mundo no pueden desaparecer.

—No sé que pudo haber pasado —Vistiéndose con el uniforme del trabajo lo más deprisa que podía, le seguía hablando a la vez que salía del vestidor saltando sobre una pierna mientras trataba de ponerse el pantalón—. Pero lo cierto es que no están y hay un gran alboroto al respecto.

—Ni me imagino la magnitud, ¿sabes la cantidad de deportistas famosos que hay en forma de espectro? No me puedo creer que todos hubieran desaparecido así de repente —Se encorvaba en la cama triste, al recordar a todos aquellos colaboradores fantasmas con los que se codeaba—. El día se presenta movido entonces —Ella se vestía a toda prisa—. Voy al Ministerio también, supongo que en El Profeta vamos a tener mucho trabajo hoy —Tras estar lista se marchaba del dormitorio diciendo—. Despierto a Luna y la dejo en casa de mi madre, que ella la lleve al colegio después.


           A las seis y media de la mañana, la pareja ya había acudido al Ministerio, en el pasillo de las chimeneas ya se encontraba concurrido de gente, muchas de ellas dirigiéndose hacia el edificio de los Aurores. Harry tras apretar la mano de su mujer cuando esta se dirigía al primer ascensor que la llevaría a la planta del periódico, corrió hasta la entrada del edificio y desde allí vio como la sala de espera estaba llena de gente denunciando la desaparición de algún fantasma.

Las Cinco Varitas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora