Una puerta como muchas otras, una puerta de entrada a una residencia. Su acabado era de tonalidad oscura y lisa, diferente al resto de la fachada que era en otra tonalidad más clara. Lo único llamativo de aquella entrada era, aparte del pomo de oro sobre la cerradura, su llamador justo en la zona centro alta, en forma de cabeza de dragón con su boca abierta en la que contaba con un tirador en la mandíbula superior con el que se podía llamar impactando el aro metálico sobre la inferior y provocar un fuerte sonido que retumbaría hasta el último rincón de la casa.
Era un gran caserío de un siglo de antigüedad y de varias plantas, en mitad de una urbanización en la que ninguno de sus residentes parecieran ser muggles, más bien tenía todo el aspecto de ser exclusivo para personas con dones mágicos. Todas las casas estaban separadas entre sí con bonitos jardines, menos en aquella, su ajardinamiento estaba muerto y abandonado. Algunos árboles con sus ramas secas adoptando grotescas formas, como si hubieran agonizado antes de morir.
Era la noche del 2 de Septiembre y las calles, a pesar de estar en un mes de temperaturas suaves y agradables, estaban desiertas. Los últimos acontecimientos habían repercutido en la cantidad de transeúntes que pudieran recorrer las vías. Nadie se atrevía tan siquiera a pasear a su mascota, todo el mundo estaba refugiado en sus casas y en estas, menos en aquella en concreto, alguna que otra luz estaba aun encendida.
De la casa emanaba una sensación gélida, a excepción de su extinto jardín que solo era capaz de trasmitir mucha pena, el resto de ella no era siniestra, era una casa antigua pero normal entre el resto. Lo extraño de esta era sus cortinas negras en todas las ventanas, desde la calle no había manera de ver lo que pasara en el interior.
En mitad de la vía y de la nada, de repente, se aparecían Harry Potter y Ron Weasley entre un grupo de unos diez Aurores del Ministerio. Estaban equipados aun con los uniformes de su especialidad, los acontecimientos estaban sucediendo tan deprisa que no tuvieron tiempo ni de quitárselos.
Al hacer acto de presencia en la calle, lo primero que hicieron fue sacar sus varitas y asegurarse de que el vecindario estuviera libre de enemigos. Su llegada fue advertida por algunos vecinos que presurosos se aproximaban a ojear a través de las cortinas. Ninguno de ellos se atrevía a salir a preguntar qué hacían por allí.
El resto del destacamento entró en el jardín y comenzó a rodear la casa con mucha cautela. Los dos amigos aun estaban en mitad de la vía aguardando. Colocados espalda con espalda estaban apuntando con sus varitas a lo largo de la calle.
De repente la puerta de la vivienda que estaba justo enfrente de la que estaban rodeando se abrió y un señor salió de ella. Un hombre sin más peculiaridad que la de su avanzada edad y ataviado con una bata bastante hortera. Sin ningún temor, pero si con mucha curiosidad, se aproximaba hasta ellos que aun estaban estáticos en el sitio.
— ¿Harry Potter? —le preguntó al reconocerlo, pero siempre sin salir de su propiedad y miraba hacia ambos lados—. Dígame que no van a aparecer por aquí, las noticias hablan de que han desaparecido después de casi dar una vuelta al globo y asaltar el Ministerio de Argentina.
—Eso nos lo han confirmado, por desgracia no sabemos donde están ahora, toda precaución será poca —Esas eran las únicas palabras de aliento que se le ocurrieron para tranquilizar a aquel señor mayor.
—Solo eran cinco magos, ¿nadie les pudo parar?
—Tendría que haber estado allí para averiguarlo.
—Comandante —Interrumpía otro Auror advirtiendo que toda la unidad estaba colocada en su sitio—, el perímetro está asegurado, desde que nos dé la orden entramos.
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Las Cinco Varitas.
Mystery / ThrillerSoplan viento de cambio en el mundo mágico. 19 años han pasado desde que la historia terminó y una nueva aventura está cerca de comenzar. Las cinco varitas han sido creadas. Cinco portadores, cinco historias, cinco leyendas y un misterioso jugador m...