Capítulo 41.

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Acto Final: Todo o Nada. (Primera Parte)

Durante aquella jornada, Harry Potter, algunos Aurores de absoluta confianza y con la colaboración de diversos agentes Franceses, de igual confianza que los locales, habían estado trabajando lejos de la capital del país en una misión de alto secreto. Estaban en una isla perteneciente al Reino Unido, Mainland. Ubicada al norte de Escocia, de tan solo 969 kilómetros cuadrados y poco menos de 18.000 habitantes. En la zona oeste, de la zona central, había otra sub isla conectada a la principal por un puente. Era un amplio lugar muy poco habitado, frío, árido y sin mucha vegetación.

Habían querido llevar hasta un lugar muy apartado la próxima guerra contra las fuerzas de Wiliam Wood. La comisión secreta, encargada de la organización de aquel arriesgado plan, la formaban un total de 25 personas. Entre ellos hubo una pequeña votación con todos los lugares disponibles a escoger. Cierto era que los había mejores pero, cuando llegó el momento de la elección, por unanimidad se seleccionó aquella localización como el lugar donde se produciría el enfrentamiento.

Se estaban preparando multitud de hechizos trampa por todo el perímetro, además de refugios que servirían de trincheras para los Aurores y colocaban diversas pociones curativas, entre muchas otras de diversa índole y protegidas bajo conjuros de invisibilidad, que prestarían apoyo a la coalición de ambos países. La prioridad era la contención y supresión de los ejércitos del brujo, a esperas de que se produjera el milagro de la llegada de ayuda desconocida o bien se les revelara la forma de derrotarlo.

Explorando todo el perímetro, en la costa noroeste de aquella isla dentro de Mainland, Hermione Weasley y Harry Potter inspeccionaban el litoral a cada palmo. Colocaban conjuros detectores de aproximación enemiga y otros que ocultarían su enfrentamiento a los ojos muggle. Lo hacían ellos dos solos debido a que Ronald Weasley seguía enfadado con su cuñado, por eso prefería no acompañarles y seguir preparando el plan de batalla en el centro.

Durante el atardecer y la inminente caída de la noche ya hacía algo de fresco y debían apresurarse para que no les pillara la oscuridad. La mujer pronunciaba sus mejores conjuros defensivos y de ocultación, mientras Harry estaba más pensativo que de costumbre.

El comandante había tenido un duro día de trabajo. El conflicto con los dragones, por fortuna, no traspasó las fronteras del mundo mágico y solo tuvieron que des-memorizar tan solo a cientos de testigos, que lograron presenciar algo. Por otro lado, también había tratado de buscar al guerrero blanco, que en lugar de portar varita poseía un bastón largo, pero al igual que la portadora de las dos varitas no logró averiguar algo al respecto. Quien quiera que fueran, esos guerreros, se preocupaban bastante por seguir en el anonimato.

— ¿Qué te ocurre? —Lanzando un nuevo conjuro sobre la costa, que se anexionara al que había evocado más lejos, Hermione quería saber por qué estaba así.

—Ronald no me dirige la palabra a no ser que sea un tema de trabajo.

—Te sigue culpando de lo ocurrido durante el Cuarto Acto. La destrucción por completo de un Ministerio, un colegio y un gran núcleo de población cercano. Todo con tal de salvar a una sola persona, no tenías que habérselo contado.

—Pero tú no pareces juzgarme igual.

—Digamos que estoy esperando para hacerlo.

— ¿Qué quieres decir?

—Que sepamos: Teddy no se ha salvado aun y lo que es peor, está de escolta de William en sus interminables fiestas. Cuando esto termine puede pasar dos cosas... ¿seguro que quieres oírlas? —al decirle aquello le miró intensa pues quería su permiso para expresar su opinión por dura e hiriente que fuera. La afirmación con la cabeza de su amigo le animó a continuar—: La primera sería que no escape a su destino y Teddy muera. Lo que significa que el Cuarto Acto tenía que producirse así y tú no hubieras tenido nada que ver. La segunda: Que Teddy se salve y aunque me alegre mucho por él, Ronald, Ginny, tú y yo sabríamos que todas las muertes que se han producido, durante el ataque de los dragones, fueron innecesarias para pagar el precio de salvar a una sola persona. Ahora no lo ves, quieres salvar a tu ahijado, pero si pasa la segunda opción y lo recapacites será cuando sientas el peso de la culpa. Entonces podras entender a Ronald y su enfado.

Las Cinco Varitas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora