Me gusta su hija.

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-¿Quien te crees que eres para presentarte aquí de esta manera?- Neji estaba furioso con aquel individuo, el había sido el protector de su prima prácticamente desde que la vio, el conocía todo acerca de ella, el la educó, la formo y la cuido. Hinata era una muñeca en vida, contaba con una basta educación y modales impecables. Tan fina, tan delicada, tan femenina. Y todo era por el.

Pero entonces llego esa...chica, Sakura, que trato de ensuciarla y con ella, ese tipo, ese estúpido y vago que divulga ser el novio de su preciosa prima.

El era su guardián, su protector, y el no permitía que su prima se juntara con el.

Lo miro sin expresión por unos segundos-Me creo...yo- sonrió burlón. Yami estaba haciendo esfuerzos inhumanos para contenerse, el no era alguien que aceptara ese tipo de trato, no era alguien que aceptara lo que la gente le diera con la cabeza gacha, había aprendido, observando a su hermana que no había que bajar mucho la cabeza por que la pisan, ni subirla tan alto por que la cortan, simplemente lo que es.

Pero el no podía responder con un arrebato, el no podía hacer lo que quería hacer, por que era el, era su familia, era...ella.

-Te investigue- aseguro con satisfacción

-¿y?-

-¿Te crees digno de ella? ¿Crees que eres suficiente para ella? ¡Ella es Hyuga Hinata! ¡La primogénita de Hyuga Hizashi! ¡La princesa Hyuga!- exclamo- y luego estas tu, hijo de un matrimonio fallido, con una madre que parece sirvienta, un padre que folla todo lo que puede, una hermana puta y-

Estallo.

Sus nudillos impactaron de lleno en la quijada de Neji, tumbandolo en un golpe seco.

Jamas, bajo ninguna circunstancia, el aceptaría algún insulto hacia su madre, o hacia su hermana, por una mierda que no.

-¡Yami!- Hinata corria desde el otro extremo de los jardines Hyuga.

El grito asustado de Hinata lo distrajo el tiempo suficiente para que el castaño se pusiera de pie y lanzara un golpe sin dirección alguna, con el único propósito de desquitar la furia que sentía.

-¡Neji!- Esta vez el grito de Hinata se escuchó mas cerca.

El Haruno apenas recibió el impacto lo devolvió con fuerza hacia el ojo izquierdo de su oponente .

-¡Maldito, hijo de-!-

-Neji- la voz de ultratumba del patriarca de los Hyuga congelo a su sobrino apenas la escuchó.

Hinata llego junto a Yami cuando su padre termino de pronunciar el nombre de su primo. Estaba alterada y temblando, Yami era demasiado alto para ella así que con toda la suavidad que podía permitirse en ese momento lo obligo delicadamente a inclinarse hacia ella. El estaba agitado, sus ojos demostraban una fiereza poco característica del Yami al que estaba acostumbrada, tenia el ceño fruncido y la comisura del lado izquierdo de sus labios estaba comenzando a hincharse, estaba rojiza y sangrante.

Yami no quería verla, no se arrepentía de haber golpeado a su primo, pero tampoco se enorgullecía. ¿Que pensaría ella de el? ¿Ya no lo querría mas?  ¿Lo quería siquiera? ¿Habia hecho bien en ir a casa de los Hyuga?

No quería verla, no quería saber lo que pensaba, y sin embargo ahí estaba ella, frente a el, limpiando su sangre con la manga del suéter flojo que vestía, con una delicadeza infinita sin llegar a reprocharle nada.

-Hinata- llamo Hizashi- Lleva a nuestro invitado a mi despacho y después ve con tu hermana hablo con voz monótona.

Los perlados ojos de Hinata miraron con reproche a su primo, e incluso sostuvo firme la mirada a su padre, porque después de la preocupación y ansiedad por la que había pasado, se sentía molesta.

La Diosa CaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora