1.

25.6K 1.9K 607
                                    

— Jimin, ¿qué demonios estás haciendo que eres tan lento, ah? ¡Sal de una maldita vez! —mi madre golpeó la puerta del baño de nuevo y salté en mi lugar. Me peinaba, qué más iba a hacer aquí. El espejo de mi habitación está roto. Abrí la puerta y ella soltó una risa burlesca.

— ¿Qué hacías ahí? Hagas lo que te hagas seguirás viéndote igual o peor. Lárgate de mi vista.

Me empujó y tropecé un poco. Llevé mi cabello hacia atrás y fui a buscar mi bolso, ni si quiera sé porqué sigo yendo a clases, ni para eso sirvo.

Al llegar al instituto me reciben con el mismo empujón de siempre, unos chicos de grados mayores se burlan y tiran las cosas de mi bolso. Las recojo y escucho risas de los que pasan a mi lado, sorbo mi nariz y camino al baño antes de que toquen el timbre, no quiero que vean cuán débil soy. No puedo darles el gusto de verme llorar.

Todo esto empezó cuando corrió el rumor del trabajo de mi madre. Mi vida era bonita hasta que mi padre nos abandonó y mi madre entró en este mundo, drogas y vida fácil. Supongo que la depresión la llevó a eso, pero no entiendo porqué se desquita conmigo, yo no hice nada. Solo respiro y al parecer eso es un pecado para todos los que me conocen. Miro a un grupo de chicos pasar a mi lado cuando salgo del baño y se ven felices, ríen y juegan entre ellos. Quisiera poder unirme a ellos.

Les doy la espalda y me dirijo a mi clase, inglés. Apesto en inglés.

— ¡Park Jimin! ¿Acaso no durmió en su casa? —No—. Sino quería entrar a mi clase pudo quedarse afuera.

— ¿De verdad?

— No trae los trabajos, no rinde con los exámenes y ahora tiene esa actitud altanera. ¿Qué le pasa? —subí los hombros—. Fuera de mi clase, nos vemos en dirección.

Recogí mis cosas y caminé a la oficina del director, este al verme suspiró negando. Me dio una hoja para que mi madre firmara, si se la enseño me mataría. Hace dos años aprendí a falsificar su firma y eso es lo que siempre hago, no hay problema. Esperé las dos horas y entré a la otra clase. Para la hora del almuerzo ingresé a la cafetería, vi a todos comiendo y el olor me hizo dar náuseas a pesar de que no he comido nada. Me apresuré a comprar un café y salir de ese lugar, por poco y vomito ahí.

Me senté en los escalones del parqueadero, soy solitario y asocial. La última vez que intenté hablar con alguien hace un año salí con un ojo morado y una cachetada en casa por no saber defenderme así que no hablo con nadie. Solo soy yo todo el tiempo, nadie más.

Mis notas han bajado, sé que no me expulsan por lástima. El consejero escolar me lo dijo, hasta él piensa que soy un caso perdido. Debería ayudarme, ¿no? Lo que hace es hundirme cada vez que me mandan allí.

— Es ese chico.

— Pero yo no lo veo gordo como tú dices.

— ¿No ves sus mejillas? Dios, es obeso —tiré mi café y me encorvé, odio esos comentarios, me lastiman—. Nos escuchó, hablas muy duro. Vámonos, vámonos.

Las lágrimas no tardaron en salir y me abracé, esto es el infierno en vida. Mi casa es un asco, el instituto también. Debo llegar a casa pronto, necesito que este día acabe pronto.

Al llegar a casa mi madre no estaba, me sentí tranquilo un momento. Entré al baño y me quité la ropa, ¿tan gordo estoy? Miré mi cuerpo reflejado en el espejo y mis ojos se tornaron llorosos, soy horrible. Tomé las ojillas que oculto y extendí mi muñeca. Corte tras corte, sangre y sangre. ¿Qué más puedo hacer? Esto me ayuda un poco a calmarme, es como una droga. Después de llorar un rato en la bañera y ver que ya no salía más sangre fui a mi habitación, busqué mi pijama y me acosté a dormir. No tiene caso que haga trabajos, igual mi nota será mala.

Yoongi.

— ¿Ya tienes esa parte?

— No, Jungkook. Y no empieces sino no te ayudo con tu maldita clase.

— Hyung, necesito eso para mañana. Usted se la ha pasado durmiendo...

— Vuelve a pedirme un favor gratis y no te hago nada, Jungkook. Mocoso malagradecido, le estoy ayudando y se queja —me levanté y salí de la cafetería, caminando al aula de música vi a un chico cabizbajo pasar cerca de mí, no lo miré mucho y me metí a trabajar en la canción de Jungkook.

Me faltaba poco para acabarla, el mocoso me la pidió hace una semana y apenas la empecé ayer. Pero soy Min Yoongi, obvio no me iba a tardar con ella. En cuanto la terminé caminé hasta su salón y la tiré en su escritorio, él me miró entre abriendo la boca.

— Ahí está.

— Gracias, hyung. De verdad.

— Sí, sí.

Salí de su salón para ir al mío, Namjoon y Hoseok jugaban a piedra, papel y tijeras y me senté tras el moreno.

— Si llega el profesor me despiertan.

— Como digas, Suga.

Respondió Hoseok y asentí, coloqué el bolso como almohada y cerré mis ojos. Tocar el piano me encanta, pero me da algo de sueño después.

No me mire, hyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora