6.

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Lunes, no tengo ánimos de ir a clases. No iré, mi madre se fue de viaje con su novio, puedo aprovechar y hacer aseo. Me desperté temprano y empecé a acomodar las cosas, cerca de las cuatro de la tarde terminé. Cambié todo, lavé todo y mi casa quedó como yo solía recordarla. Hasta encontré una foto de lo que solía ser mi familia entre un cesto de basura con latas de cerveza. La limpié y la puse en mi habitación. Por suerte mi madre me dejó algo de dinero, no sé cuánto tiempo estarán fuera de casa. Pero al salir presentable a la calle y ver todas esas bolsas de basura afuera de mi casa me sentí bien por alguna razón.

Compré algo de comer y volví a casa. Revisé mis libros e intenté hacer unos ejercicios y responder preguntas. Estaba de buen humor así que lo intenté y creo que me salieron bien. Dormí temprano, no hubieron cuchillas ni sangre esta noche. Dormí tranquilo.

A la mañana siguiente vi mi uniforme planchado, lo acomodé y hasta me eché algo de perfume. Caminé hasta el instituto y no me topé con nadie, iba bien. Todo iba bien hasta que tocaron la campana y la clase empezó. El profesor pidió llevar los libros al frente, matemáticas para ser exactos. Yo miraba por la ventana mientras él revisaba mi cuaderno y volteé apenas escuché mi nombre.

— Park Jimin, por favor acérquese —eso captó la mirada de mis compañeros y me levanté dudoso.

— ¿Qué sucede, profesor? —pregunté al acercarme a su escritorio, mis compañero veían la escena.

— Hace tres meses estoy enseñando este tema, Park. ¿Por qué nunca ha preguntado? Esto está mal —golpeó la mesa con el libro, pasé saliva—. Todo está mal, usted no sabe nada, no presta la suficiente atención. Todo sus compañeros lo captan y usted es el único lento.

— Yo, creí que estaban bien...

— Ya ve que no, Park. Preste más atención, ver esto me da dolor de cabeza.

Me extendió el libro y mi ánimo se fue por la borda. Caminé de vuelta a mi sitio y tropecé con el pie de un compañero, obvio lo había hecho a propósito. El profesor los mandó a callar y volví a mi lugar. Aquí vamos, nunca podré tener un día normal.

Yoongi.

Ayer fue el día en que más me moví y para nada. Ni Namjoon o Seokjin pudieron dar con el rubio, aún no conozco su nombre. Caminé por todo el puto lugar buscándolo y nada, parece que ayer no vino y es raro, es la primera vez que falta a clases.

Hoy es martes y estoy sentado en la cafetería con mis amigos y una pareja bulliciosa y fastidiosa. Muevo mis ojos por todos el lugar buscando al rubio de andar dudoso y no lo encuentro por ningún lado.

— Hyung, ¿qué le pasa? Está raro desde ayer.

— No empieces, Taehyung.

— Yoongi, Tae solo quiere ayudar —Hoseok defendió a su novio y yo suspiré, fui grosero.

— Busco a un chico.

— ¿No sabes su nombre?

— Si lo supiera me hubiera infiltrado en secretaría para encontrarlo, Taehyung.

— ¿Y cómo es?

— Cabello rubio, más bajo que yo y siempre va cabizbajo —llevó una mano a su mentón y levantó la mirada, luego me miró y saltó en las piernas de Hoseok, raro.

— ¡Yo sé quién es!

— ¿En serio, amor?

—¡Sí, Hobi! Un día venía a clases y escuché a unas chicas hablar de un chico de cabello rubio que iba delante de ellas. Dijeron que era gordo y feo pero a mí no me lo pareció.

— Su nombre, Taehyung —la impaciencia me iba a matar.

— Park... Park... Espera, espera lo tengo. ¡Jimin! Eso es, ¡Park Jimin! —sonreí—. Oh, sonrió.

—Gracias, Taehyung. Realmente no esperé que tú me ayudaras con eso —me sentí tranquilo por un momento, Namjoon me sonrió y asentimos.

Ya me será más fácil encontrarlo. Y en realidad no me costó porque en cuanto lo vi pasando cerca del aula de música me emocioné.

— ¡Park Jimin! —el chico se quedó estático y volteó a verme. Le sonreí, él me miró confuso y no se movió hasta que yo me acerqué a él—. Hola.

— ¿Es a mí?

—  Que yo sepa eres Jimin, ¿no? ¿Cómo estás?

—¿Por qué?

—No entiendo.

—¿Por qué me habla, quién le dijo mi nombre? Si va a burlarse de mí adelante, hágalo. Mi día no podría ir peor.

— No me quiero burlar de ti.

—¿Entonces para qué era la foto esa de la heladería? Seguro se la enseñó a Suni y sus seguidoras —sus ojos empezaron a formar lágrimas que empezaron a bajar por sus mejillas, mordí mi mejilla y negué.

—No era por eso, Jimin. Quiero conocerte, quiero ayudarte. No sé cómo hacerlo, déjame acercarme. No quiero hacerte daño, no soy como los demás —intenté tomarlo de la muñeca pero frunció el ceño y apartó sus manos.

— No, usted no quiere. Usted quiere burlarse de mí como los demás, pero estoy cansado. No quiero más esto, no quiero que se burlen más de mí. Aléjese de mí, no me busque.

— Jimin, por favor. No te haré daño, lo prometo —sollozó y yo ya estaba a punto de hacer lo mismo, me dolía verlo así y no entiendo por qué.

— ¡Déjeme en paz!

Gritó y se alejó corriendo, lo llamé pero no volteó, siguió corriendo y eso me dolió. Mi pecho dolió. Park Jimin, de verdad no quiero hacerte daño.

No me mire, hyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora