26.

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— Bebes tu café como si fuera licor, amigo.

— Es un adicto a la cafeína —Taehyung hace una mueca, deslizo el vaso de café ya vacío por enésima vez y subo los pies a la mesa. Seokjin sube las cejas.

— Es obvio que alguien ya perdió los modales.

— No tengo ánimos.

— Amigo, estás horrible. Peor que nunca. ¿Si quiera duermes?

— Creo, ya no sé nada. ¿Saben qué? Iré por café.

Dejo la mesa y tomo el vaso vacío para encaminarme a la máquina expendedora. Sí, estoy fatal pero no puedo cargarla con el medio ambiente. Me cruzo de brazos mientras espero que el vaso se llene con mi pedido. Espero hasta que alguien se choca con mi hombro.

— ¿Qué demonios?

— Eres tú, Yoongi. Asco, estás horrible.

— Gracias, tú igual, Jungkook. ¿Qué quieres?

— Ver tu cara, quería saber... bueno no, me enviaron a esto.

— ¿Te enviaron? ¿Quién te envió?

— Podría morir por revelar eso. Nos vemos, Yoongi.

— Soy tu hyung, mocoso.

— Ya no más.

Y así como vino se fue dándome la espalda. Tomé el café y volví a la mesa con mis amigos. Volví a subir las piernas sobre la mesa y empecé a dar sorbos a mi café. Ignoré las caras de los chicos, realmente vengo a clases porque al parecer pasar una semana encerrado en tu habitación está mal.

Estos días... estos días no han estado nada bien. Admito que lo extraño, no he podido volver a tocar piano... ya no tengo inspiración ni ganas. Jimin se llevó todo con él. Mi pasión, mis sonrisas, mi buen humor, mi alegría desde por la mañana. Pero lo único que no se llevó fue mi amor por él y el gran dolor que siento cada vez que lo veo. Lo necesito, pero soy orgulloso y dijo que ya nada le importaba.

La campana suena y veo a Hoseok empujar mis piernas fuera de la mesa.

— Vamos, Yoongi. Vas mal en esta clase.

— No es una novedad.

Le sigo en silencio aún con el café entre mis manos. Observo la cafetería para ver sí él está pero vaya, no volvió a pasar por aquí. ¿Dónde estará?

Jimin.

Observo cómo Jungkook se sienta a mi lado y empieza a comer. Le doy un golpe en el hombro y él me mira hasta que asiente, pasa lo que hay en su boca y después de beber algo de soda me habla.

— Está hecho un asco. Ojeras, más delgado, solo bebe café, no hay un plato de comida frente a él. Creo que hasta su piel es más pálida. Ah sí, va pésimo en algunas materias, sus notas ya no son las de antes —sorbo mi nariz y me tapo la cara.

— Es mi culpa, todo esto es mi culpa, Jungkook. Lo he dañado, él y yo éramos inseparables ya. Quiero disculparme.

— No te oirá, es orgulloso. Y no llores. Debemos pensar en la manera de que se sepa lo que sucede en tu casa, las cosas no pueden seguir así, ya se me acabó la base —sonríe y me limpio las lágrimas—. Mira, sí vas a terminar llorando cada vez que te digo algo de Yoongi no vuelvo a chocar accidentalmente con él. ¿Entendido?

— No te preocupes, no sucederá más. Pero aún no sé cómo hacer para que se sepa lo de mi casa, Jungkook. Además, los golpes son cada vez peor.

— Lo sé, solo hay que ver tu arco iris. Deberías dejar que Jackson y yo vayamos al otro barrio.

— No seré violento y no iré por lo bajo igual que él, Jungkook. Esto debe tener otra solución.

— O es eso o dejar que un día de estos amanezcas muerto. Tú decides.

Sigue comiendo y aparto mi vista. Es verdad, en "casa" todo está peor. Aunque mi madre y el imbécil aún no se han casado parece que ya fuera así. Él maneja el dinero y todo lo que allí sucede. Mi madre... bueno, necesito internarla, las drogas la tienen peor gracias al idiota que tiene como novio. En cuanto a mí, me sigo negando a las peticiones por lo que recibo golpes a menudo.

Jungkook hace un buen trabajo ocultándolas, solo siento dolor cuando me muevo muy brusco o en las clases de gimnasia. Sin embargo, Yoongi sigue ahí, siempre. No me acerco a verlo, se daría cuenta al instante de mi aspecto. Tampoco me he acercado a los demás, terminaría contando todo y es lo último que quiero. Por ahora solo tengo a Jungkook y a sus amigos que poco a poco se han vuelto los míos también.

Cuando las clases terminan camino a "casa" solo. Jungkook y los demás irían a ver una película, yo no puedo. Debo estar a la hora medida, sino bueno, un nuevo morado para la colección. Cruzo la calle y estoy a punto de llegar a un parque al que solía ir con Yoongi cuando me toman del codo. Volteo dispuesto a lanzar groserías cuando veo su cara.

— Jimin —mis ojos se tornan llorosos.

— ¿Q-qué haces... aquí?

No me mire, hyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora