Otra semana más, nuevas cicatrices, más sangre corriendo por la tubería y más golpes. Al parecer ese tipejo de la vez pasada es la nueva pareja de mi madre. ¿Tendrá razón Suni? ¿Debería acabar con esto de una vez? Mi madre me llamó dos veces antes de que yo bajara, al hacerlo casi lloro. Aún la quiero y ella se ve deplorable, más aún que yo.
— Jimin, ve y compra algo de licor.
— Mamá, mírate cómo estás. Mira nuestras vidas, no estás bien.
— Jimin, hazme caso. Ve por lo que te estoy ordenando —la tomé de la mano rogando.
— Mamá, aún te quiero. Por favor salgamos de esto, tú no te mereces esto. Cambiemos juntos—las lágrimas corrieron por mis mejillas y mi madre también empezó a llorar.
— Jimin, hijo. Obedece a tu madre, ve y compra algo de licor. Lo necesito —negué.
— Podemos buscar ayuda, tú puedes salir de esto —en eso la puerta de la entrada se abrió y el tipejo entró alejando a mi madre de mis manos.
— ¿Qué carajos crees qué haces? Tu madre y tú son basura, no tienen más oportunidades en este mundo. Mucho menos tú, marica. Ve y haz lo que tu madre te ordena.
— Mamá —la llamé y ella se cubrió la boca para no ser escuchada llorando. Un puño en mi mejilla y luego sentí el suelo sucio.
— Obedece, Jimin. Sino te voy a dar una paliza en la que no te podrás volver a levantar. ¡Ve!
Odio, eso era poco para describir lo que sentía por ese tipo. Por un momento mi madre estuvo lúcida y volvió a ser ella. Volví a escuchar su tierna voz, pero llegó este imbécil y todo se arruinó. Nuestras vidas ya no mejorarán, jamás lo harán. Compré el licor y se los di, salí de mi casa o la basura de casa en la que vivo ya que todo el suelo está sucio y en mi habitación hay notas y papel con sangre por doquier. Me senté en el borde de un puente después de caminar toda la tarde, miré el cielo y volví a llorar.
Todo es su culpa, si él no se hubiera ido. Ella no estaría así, yo no sería así. Grité y grité hasta que mi garganta dolió. Me tapé la cara con las manos y me paré en el bordo, miré abajo y lo pensé. Si me lanzo ahora es probable que muera, todo se acabe y ya no sufra más. Pero, ¿y mi madre? ¿Qué pasará con ella? Soy su único hijo y si la dejo sola con ese tipo quizá la mate, no puedo dejarla morir. Eso sí me haría sentir un desgraciado.
Fui por un helado a la misma heladería de la vez pasada. Me gusta ahí. Pedí el mismo sabor y me senté, hoy he comido. Porciones pequeñas de verduras pero lo he hecho, eso no engorda. Parejas llegaban y hablaban, reían. Niños con sus padres juntos y yo ahí solo viéndolos tener esa alegría que yo añoro volver a sentir. Me sentí mal y terminé el helado rápido, en la salida choqué con el chico del instituto. Me quedé viéndolo, de cerca es muy guapo. Me gustan sus ojos pequeños y sus labios definidos.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó él.
— En realidad no quieres meterte conmigo.
Sonreí y seguí mi camino. Me tiene lástima, nada más que eso y eso me hace sentir aún más miserable. Es lindo sí, pero meterse conmigo arruinaría por completo su vida.
Yoongi.
— ¡Maldición! —golpeé la mesa. Namjoon me miró frunciendo el ceño.
— Tranquilo, Yoongi. Nos van a echar de aquí y Seokjin no tarda en llegar.
— Namjoon, necesito conocer a ese chico. La duda me está matando, quiero ayudarlo.
— Enfadado no vas a hacer nada. Deja que llegue el lunes, te ayudo a averiguar sobre él pero calma. Necesito que te veas presentable frente a Seokjin, sabes lo que me costó hacer que aceptara.
Asentí tratando de calmarme. Ese chico será mi perdición si sigo así, ya ni duermo bien pensando en qué clase de vida lleva. Seokjin se apareció con un gran buso para mi sorpresa no rosado sino negro. Moví constantemente mi pie mientras ellos hablaban y comían, mi helado se derritió. No podía dejar de pensar en el rubio.
— Yoongi, ¿estás bien?
— ¿Qué? —miré a Seokjin que fruncía levemente su ceño.
— No has dejado de mover el pie, hermano —comentó Namjoon serio.
— Ah, lo siento si te incomodo, Seokjin. Estoy algo ido.
— ¿Por qué? —no me animé a contestar, Namjoon suspiró y lo hizo por mí.
— Hay un chico en el instituto, no sé cómo se llama ni a qué clase va pero ya lo hemos visto varias veces por ahí solo y con esa aura de depresión. Hace unos días Yoongi lo vio salir de la cafetería llorando y desde ahí no ha podido sacárselo de la cabeza.
— ¿Cómo es él?
— Rubio, más bajo que yo. Es delgado, mucho. —respondí de inmediato con la esperanza de que Seokjin lo conociera.
— Creo que lo he visto. Nam.
— ¿Sí?
— Hay que buscar a ese chico, por Yoongi. Confía en mí, sabremos más acerca de él.
Sonrió y yo asentí, quiero ayudarlo, de verdad. Es la primera vez después de mi piano que deseo tanto algo.
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No me mire, hyung.
FanfictionPark Ji Min, un estudiante común, ignorado y detestado por todos a su alrededor hasta por su familia. Min Yoon Gi, estudiante sobresaliente y conocido por su música en el instituto. ¿Cómo es que estos dos chicos logran juntar sus vidas hasta llegar...