11.

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Decir que no me sonrojé cuando hyung me dijo eso sería mentir porque quería tapar mi cara para que no me viera, pero él solo sonrió y siguió llamándome "Jiminnie bonito" ¿Quién diría que después de tanta mierda en este lugar un par de chicos me devolverían la felicidad? En especial uno de piel pálida y voz gruesa.

Estoy tranquilo, mi madre y su estúpido amante no han aparecido por casa, ruego porque su viaje dure más. Entro al instituto, debo subir mis notas. Subo mi mirada y mi buen ánimo cambia drásticamente, ahí está ese chico de ayer, Jungkook.

Nos miramos y él acelera sus pasos adentro, me detengo y sigo con mi ceño fruncido hasta que siento una palmada en mi hombro. Miro atrás y sonrió.

— ¡Hey, pequeño! Buenos días.

— Buenos días, Namjoon hyung. ¿Y Seokjin hyung?

— Está adentro con los demás, ¿vamos?

Asentí y lo seguí. Por un momento temí que no fuera él y fuera alguien que quisiera hacerme daño. Supongo que aún no supero eso, mucho menos al pasar por el lado de Suni y ver cómo se reía, tuve que bajar la mirada. Aún no estoy seguro. Adentro estaban sí, mis amigos recientes. Me acerco a mi hyung favorito y este entrelaza nuestras manos, las miro y me sonrojo.

— Juntas, ¿recuerdas? —dice y asiento.

El resto del día fue normal. Tener amigos es así, creo. Hace mucho no sentía esto y es divertido, está ese sentimiento cálido que mi corazón extrañaba. Los miro a todos en la mesa riendo y me siento algo incompleto porque aún me falta mi madre, aún me falta ella.

— Es viernes, chicos. Hagamos algo —Tae pucherea y yo asiento—. ¿Ven? ¡Hasta Jimin lo acepta!

— ¿Qué quieres hacer, Jiminnie? —hyung pregunta y pienso en algo rápido.

— ¿Pi-pijamada?

— ¿Cómo en los viejos tiempos? —frunce el ceño Namjoon.

— Como en los viejos tiempos. En mi casa, a las siete. Si alguno falta nunca les volveré a hablar, en especial a ti, Hobi.

— Tae, me voy contigo.

— Ah sí, cierto... —Tae me hace reír, actúa como un niño pequeño.

— Vámonos, Jiminnie. Te acompaño a tu casa.

— No hace falta, hyung. Siempre voy solo.

— Pues ya no. Acostúmbrate.

Responde cortante y asiento. Quedamos de vernos todos a las siete en casa de Tae. Voy de la mano con Yoongi hyung a mi casa y me empiezo a preocupar. ¿Y si le miran raro por ir así conmigo? ¿Y si mi madre ya llegó a casa? Muerdo mis labios y empiezo a sentir calor, me da miedo. No quiero arrastrarlo a la mierda conmigo. Suelto su mano y él deja de caminar, me mira con el ceño fruncido y yo no sé qué decir.

—¿Pasa algo? ¿Te suda la mano?

— No tome mi mano. Aquí no, hyung.

— ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en ello?

— Solo no lo haga aquí, en el instituto sí.

— Jimin, ¿te avergüenza que te vean así conmigo?

— No, no, no —levanto mis manos negando.

— ¿Entonces?

— ¿No le da pena a usted? Que lo vean conmigo... debería avergonzarle —se acerca y vuelve a entrelazar nuestras manos.

— Me da igual lo que piensen los demás y tú deberías hacer lo mismo.

Miro al suelo y lo arrastro para retomar el camino a mi casa. Cuando llegamos ruego que no haya nadie y cuando entramos y compruebo la calma sonrío. Hyung observa el lugar y yo lo miro a él. Debería tener novia, me parece imposible que alguien así esté solo.

— Tu casa es muy bonita, Jiminnie. ¿Dónde estás tus padres? —hyung, solo mi madre.

— Viajando, vamos a mi habitación —empezamos a caminar cuando recuerdo el cesto de basura a un lado de mi cama. Corro y pongo libros encima de él, hay papeles con sangre. Después Yoongi aparece y me mira divertido.

— ¿Ocultabas algo?

— A-algo así.

Saco un bolso, ropa y mi pijama. Camino al baño para cambiarme por ropa normal y tomo mis útiles de aseo. Cojo dinero del escritorio en mi habitación y miro al pálido acostado en mi cama viendo por la ventana. Quizá en otra realidad alterna yo podría estar ahí acostado con él. Pero la verdad es otra y yo no le gusto, él no me pertenece. Aclaro mi garganta con las cosas ya listas y él se incorpora para verme.

— Te ves bonito, como siempre.

Sonrío viendo al suelo y él ríe tomando mi mano de nuevo. Salimos de casa y nos encaminamos a la suya. Tremenda sorpresa me llevo.

— ¿Usted vive solo, hyung?

— Ah, sí. Mis padres están en Daegu, ya era hora de dejar mi hogar.

— Pero usted aún es joven, tiene dieciocho.

— Eso no tiene nada qué ver. En la nevera hay cosas, toma lo que te apetezca. Voy a cambiarme.

Él desaparece en su habitación y yo observo todo a mi alrededor. La sala esta está llena de cuadros abstractos, una que otra figura coleccionable y veo que es muy simple. Tonos grises y opacos. Me dirijo a la nevera, no puedo evitar ver las calorías en los envases. Hay una de 100, dudoso la bebo. Es un jugo sabor naranja.

— ¿Qué revisabas?

— El sabor del jugo, hyung —odio mentirle y enagañarle pero no quiero que conozca la parte deplorable en mí.

— Ya tengo todo listo, dame —me quita el envase y bebe de él. Es casi como un beso, la idea me pone feliz—. Vamos.

Salimos y huelo el perfume de él, ah. Todo es tan varonil con él, su voz, sus manos grandes y tan blancas, su andar, sus hombros. Yoongi hyung es atractivo y es un pecado que este soltero.

No me mire, hyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora