2.

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— ¡Hobi!

— Ya llegó.

Saqué mi celular, conecté los audífonos y los llevé a mis oídos. Cuando el novio de Hoseok llega todo es ruido por lo cual me fastidia y hoy no estoy de humor. Esta mañana vi cómo empujaban a un chico contra unos botes de basura. Como imbécil que soy no hice nada y seguí con mi camino. Me lo recrimino, pude haberlo ayudado. Namjoon me habló y me quité un auricular.

— ¿Qué piensas, Yoongi?

— ¿De qué?

— Ir a la fiesta de Seokjin, es viernes y mañana no hay clases.

— No lo sé.

— Sin ti no sería igual, vamos.

— Ve Suga, será divertido —Hoseok habló como pudo ya que su novio apretaba sus mejillas. Fruncí la nariz ante ese acto estúpido.

— Bueno, vamos. Maldición, Taehyung. ¿No puedes estar sentado a su lado y no encima?

— Hyung, estás celoso. Ahora que lo pienso nunca te he visto con nadie.

— No tengo tiempo para eso.

— No has conocido al que te guste, es eso, hyung. Pero eres lindo, ya conseguirás a alguien.

Bufé y me volví a poner el auricular. Mi amigo y su novio definitivamente son de otro mundo. Namjoon quiere ir a la fiesta de ese niño mimado solo porque le gusta, aunque Seokjin ya lo rechazó una vez en público este aún sigue tras él, no entiende el muy cabeza dura. Por mi parte no tengo y no quiero a nadie especial, ya es suficiente cargar con mi vida y mi flojera semanal.

A eso de las nueve Namjoon pasó por mí en su auto, condujimos a casa de Seokjin. Como lo dije, niño mimado. Sus padres tienen dinero y Seokjin es alguien delicado y amante del color rosa, casi todo lo que usa es de ese color. Yo contrasto, yo voy más con el negro. Aunque eso no viene al caso. Al entrar buscamos a Hoseok que estaba con Taehyung en la cocina bebiendo, los saludamos y volvimos a la sala. Namjoon en un momento desapareció y los otros dos también, estando solo me puse a dar vueltas por la casa.

En esas encontré a un chico sentado lejos de todos, de cabello rubio y con sus manos juntas. En cuanto levantó la mirada lo saludé, él me miró asustado y se fue corriendo. Y este tipo qué, además ni lo conozco. En toda la noche no lo volví a ver y no es como si lo hubiera buscado, solo que su cabello resalta mucho en el lugar. Todos los llevan opaco y el de él capta la atención fácilmente.

En la madrugada mandé un mensaje a mis dos amigos diciendo que me iba, no sé ni para qué sigo viniendo. Donde está Seokjin, Namjoon no dura ni dos minutos a mi lado porque enseguida se va a buscarlo como perro faldero. Hoseok y su novio son muy activos en sus cosas por lo que los evito para no traumarme con alguna escena particular de ellos. A unas cuadras de la casa de Seokjin tomé un taxi, en el camino vi al chico de cabello rubio pateando una lata y caminando solo. Seguí con mi camino pero no pude evitar preguntarme porqué siempre se le ve tan apagado.

Jimin.

Este chico que daba vueltas por el lugar se me acercó. Huí de él, seguro también quería burlarse de mí y no se lo iba a permitir. Oí de la fiesta por los pasillos en la mañana y simplemente vine sin que nadie me invitara. Pensé que me distraería pero me sentí más solo que en la casa. Por último decidí irme caminando a casa, pateé una lata para entretenerme por el camino. Al llegar a la casa oí gritos, mordí mi labio antes de entrar. De seguro ahí dentro hay mucho licor y olor a sexo en el ambiente. Entré lo más silencioso que pude y llegué con éxito a mi habitación, metí seguro en la puerta y me acosté viendo por la ventana. Papá, ¿si estuviera contigo todo sería diferente? Me pregunté antes de quedarme dormido.

— Jimin, abre. ¡Jimin! —me levanté asustado. Miré la puerta y dudé en abrirla pero otro grito me hizo actuar y abrirla. Mi madre entró empujándome a un lado—. ¿Por qué trancas? ¿Qué ocultas?

— Nada, mamá. Solo estaba durmiendo.

— ¿Durmiendo? —bufó—. Ve a hacerme algo de comer, tengo hambre y estas no son horas para dormir.

— Son las siete —dije mirando el reloj de pared, levantó la mano y me cubrí la cara esperando el golpe que no llegó, se burló de mí y salió de mi habitación. Mordí mi labio y fui a ducharme y cepillarme para bajar presentable sino de seguro ahora sí me golpearía.

Cuando revisé la nevera no había nada más que licor. Cuando se lo dije me lanzó un billete y me sacó a gritos de la casa. Caminé a una tienda y compré todo rápido, si me tardaba mucho era posible que me golpeara, odio los fines de semana. Los detesto. Preparé su desayuno y lo serví, mi apetito ya se había ido para cuando terminé por lo que decidí irme a caminar. Igual ella dijo que no me quería en la casa, que iba a estar ocupada. Asentí imaginando ese motivo.

Pasé por una heladería y revisé mi bolsillo, sí me alcanza. Pedí un cono con tres bolitas sabor fresa y me senté a comerlas en el lugar.

No me mire, hyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora