XIII. sombras.

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- Así que... ¿ya te vas al hospital?- Bert me mira desde su posición en el pasto, hemos estado hablando por horas, como es costumbre, desde hace un mes atrás.

Otro mes más...

- Sabes que todos los días a las 7 voy... tengo que ir...

- No tienes, no están casados, no tienen nada...- tomo con fuerza mi mochila y me doy una rápida vuelta para que no vea las lágrimas descender por mis mejillas.- MIERDA! Gee, espera, Gerard!!

Lo siento correr detrás de mí, pero sé que se cansara rápidamente, como siempre.

Hace una semana empezó con su discurso sobre que no es mi obligación cuidar de Frank, que tiene padres, que tiene dinero para poder costear todo. Que no estamos casados, que quizás no despierte jamás...

Él no lo entiende...

Él no se da cuenta, no ve que amo con todo mi corazón a ese ser que se encuentra dormido en una cama de hospital. Que era el padre de mi hija y que siempre, pero siempre... será mi único y gran amor.

Lo siento en el alma.

Camino con rapidez hacia la clínica y una vez ahí, subo corriendo hacia la habitación de mi Frankie...

No lo dudo ni un instante y me lanzo de lleno a la cama y lloro.

Lloro como no lo he hecho en un montón de tiempo, lloro con rabia, con pena... con el corazón hecho pedazos.

Y así me quedo... no lo baño, no lo afeito... solo me aferro a él, a él y a su olor tan particular, a su piel suave y tersa, esa que me recibe con calor... en esa posición, tan incómoda y poco particular, me duermo soñando que me acunan sus brazos, que su aliento fresco me despierta.

Sueño con sus manos sobre mi piel, su tacto que quema al contacto. Sueño con su sonrisa torcida, su mirada lasciva. Sueño con sus ojos avellanas, que se abrían grandes e infantiles cuando me contaba los últimos acontecimientos ocurridos en la universidad.

Sueño despierto.

Y sueño que despierta. Que me sonríe con libertad, que me mira con emoción y que sin moverme, me toma entre sus brazos en un agarre necesitado, cargado de amor y de "te extrañe"...

Pero el cambio de iluminación y un guardia anunciando el final de las horas de visita me sacan de mi burbuja... me llenan de amargura, me despiertan de mi ensoñación.

Como quisiera ser yo, ser yo el que se encuentre ajeno a todo, al dolor, al sufrimiento, al cambio de estación, a la depresión de una posible pronta partida...

Y sé que es egoísta, lo sé... pero mis ganas de tenerlo, de aferrarme a él me hacen desear... estar muerto.

***


El frio me cala los huesos...

Pero está bien. Todo está bien.

El cigarro no me sabe mal, muy por el contrario, me reconforta.

Abajo, en el salón de la mansión celebran una cena de beneficencia. Las risas y conversaciones chillonas llegan hasta donde estoy, confinado, encerrado.

Quisiera poder estar con Frank, poder tomar su mano en estos momentos y simplemente platicarle de todo...

De lo infiel que me siento...

Bert y yo...

Yo y Bert...

Solo somos amigos... ¿cierto?

Small BumpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora