XXIII. Noticia.

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Es sábado, hace calor y no me permite seguir durmiendo.

- Buenos días frijolitos de papi... ¿qué tal durmieron? - los siento moverse en mi interior y una paz, que hace muchísimo no sentía, me embarga.

Me dirijo a la ducha, hablándole a mis hijos y me doy un relajante baño.

Bajo las escaleras, me he puesto un pantalón deportivo de Bert y también su polerón del equipo de futbol, el que tiene su número y su nombre. Ingreso al gran comedor y veo a Linda tomando su desayuno, Cheech leyendo el diario y ¡oh! Sorpresa, Frank está tomando café mientras revisa su celular.

- Buenos días- saludo a todos, beso la frente de Linda y me siento a su lado. Tomo una manzana roja del frutero y la mastico con ganas. Mis hijos nadan en mi interior, supongo que les gusta.

- Buenos días precioso mío ¿cómo dormiste? - lo he dicho ya, Linda es un sol y la madre que cualquiera pudiera querer.

- Muy bien, a decir verdad- y le sonrío. Noto que Frank no me ha quitado los ojos de encima. Que se pudra.

- ¿Y ese polerón? - Cheech me mira arqueando una ceja. No es mi típica vestimenta de sábado.

- Es de Bert... Robert McCracken, ¿lo recuerda? - Cheech hace un sonido afirmativo.

- ¿Volvieron? - la voz de Frank es fría y si pudiera, cortaría, así como su mirada, que se ha tornado super oscura. Mira tú... el Iero pequeño está enojado.

- Si... volvimos- Linda se atraganta y Cheech le ayuda, dándole palmaditas en su espalda.

- Que bien... que bien cariño- Linda me sonríe un poco apenada.

- Quería... hay algo que tenemos que anunciar con Bert... ¿podemos tener una cena familiar esta noche? Me encantaría que ustedes lo supieran- me dirijo solo a Linda y Cheech. Frank me importa un reverendo rábano, ya que estamos.

Quedamos que la cena será a las 8 de la noche y cuando les informo que vendrán los padres de Bert, Cheech coloca una cara de no entender, digna de ser fotografiada.

Así que, lo que queda de desayuno, se realiza en silencio. La primera persona en dejar la mesa es Cheech, quien se ve interrumpido por una llamada desde el extranjero. Linda también se retira, argumentando que dará las ordenes correspondientes para que todo esté listo para la cena.

Continúo comiendo manzanas, la insistente mirada de Frank sobre mí.

Me repugna.

Siento tanto odio hacia Frank... al final es cierto eso que dicen...

"del odio al amor, solo hay un paso" ... supongo que aplica en inverso.

- Si tienes algo que decir, solo dilo... de lo contrario te pido, por favor, dejes de mirarme así, me repugnas.

- ¿por qué volviste con él? Tú... yo te amo Gerard... ¿por qué? - la voz de Frank se quiebra en la última pregunta y de pronto, mis hijos deciden que las manzanas ya no son apetitosas.

Me levanto corriendo al baño y dejo a Frank en la mesa solo.

Murmuro un: "Púdrete Iero" y por la expresión que coloca, sé que me ha escuchado.

Corro hasta mi habitación y después del vomito mañanero, me deslizo hasta quedar sentado en el suelo.

- Bebés... deben portarse bien con papá... papá Frank es un idiota, pero el tío Bert va a ayudarnos y verán como todo sale bien.

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