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'¡Sam, ni se te ocurra!' - Lily sacó su varita y apuntando a la puerta exclamó: - '¡Fermaportus!'

Sam Hewitt se giró y miró duramente a su mejor amiga. A pesar de que sabía que Lily había sellado la puerta intentó abrirla en vano.

'¡Lily, abre ya!' - Bramó Sam.

'¡No pienso dejar que hagas eso!' - Le respondió Lily avanzando hacia ella. - '¡Es es innecesario e inútil!' - Sam se apoyó bruscamente con la espalda en la puerta. - 'Innecesario porque no sabe que Remus es un Licántropo e inútil porque un Obliviate tan solo le haría olvidar mi conversación con ella de ayer o las distintas observaciones que ella hizo para llegar a esa conclusión. Pero así como ha llegado a esa conclusión observando una primera vez, lo volverá a hacer una segunda vez.'

'Se podría utilizar otro Obliviate en caso de que vuelva a sospechar algo.' - Replicó Sam.

'¿Tu te crees que todo se arregla con Obliviates, Sam?' - Protestó Lily con los brazos en jarras y Sam le asintió completamente convencida de que así era. - 'No es un hechizo que se deba usar a la ligera.'

Sam bufó fastidiada y guardó la varita en el bolsillo de su pantalón, se dejó caer hasta el suelo. Se revolvió la larga melena negra y miró a Lily preocupada. Lily le había contado lo que le había dicho Ió y la mentira que ella se había inventado sobre la enfermedad de Remus. Ambas sabían que solo era cuestión de tiempo que descubriese la verdad...

'Las dos sabemos cual es la solución.' - Los ojos verdes buscaron a los negros.

'Remus jamás se lo dirá.' - Sam apoyó la cabeza en la puerta. - 'Y si lo descubre Ió y ella le dice a él que lo sabe...pasará como el año pasado.'

Lily cerró los ojos y bajó la cabeza. Le vino a la mente aquel doloroso recuerdo...Había sido en quinto... Apenas un día después de que Snape la llamara Sangre sucia en el lago cuando estaba siendo objeto de burla de James y de Sirius.

Madame Pince se había puesto enferma y Lily se había ofrecido en relevarla en el cierre de la biblioteca hasta que la bibliotecaria volviera a Hogwarts. Por supuesto, Dumbledore y el resto del profesorado aceptaron sin pensarlo dos veces la oferta de Lily. No podían dejar la biblioteca en mejores manos.

La noche después de aquel famoso y doloroso incidente en el lago Lily, Remus y Sam se encontraban en la biblioteca minutos antes del toque de queda. Remus estaba ayudando a Sam con una redacción de Defensa Contra las Artes Oscuras que debían entregar a la mañana siguiente y Lily estaba esperando a que los chicos acabaran para cerrar la biblioteca cuando Severus Snape irrumpió en ella. El pobre muchacho se pasaba el día persiguiéndola y pidiéndole perdón. Por el contrario, ella solo quería evitarlo, no verlo y así ahorrarse el recuerdo de aquella mirada desquiciada y las palabras que aún hacían eco en sus oídos: Sangre Sucia.

Lily se puso tensa cuando él se acercó a la mesa donde estaban los tres chicos. Remus y Sam alzaron la mirada y la morena miró a Snape con un odio profundo y se planteó la idea de echarle a patadas de allí, pero Remus debió de leerle la mente y le negó con la cabeza. Ambos volvieron a sumergirse en su trabajo, pues aquello no iba con ellos.

'Lily...' - Suplicó Snape acercándose a la pelirroja. - 'Lily, por favor...'

'Te dejé todo muy claro.' - Lo cortó Lily mirándole con dureza.

'Lily, sabes que no fue mi intención.' - Protestó Snape dolido y bajando la mirada. - '¡Lo dije sin pensar! ¡Ya te lo he dicho! ¡Ya me he disculpado!'- No se atrevió a mirarla a los ojos.

Un quizás de James y Lily PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora